[ 30 ] - El descontrol de un buen día.

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El día de la carrera en Imola amaneció despejado, con un sol brillante que calentaba suavemente el aire. Había una ligera brisa que agitaba las banderas de los equipos y creaba el ambiente perfecto para un día de Fórmula 1. El paddock estaba vivo de emoción; se podía sentir la adrenalina en el aire, desde los mecánicos hasta los aficionados que llenaban las gradas. Era un día de esos en los que todo parecía alinearse, como si incluso el clima entendiera la magnitud del momento.

Piastri y Norris habían llegado temprano al circuito, juntos pero, como de costumbre, manteniendo una distancia profesional. No era extraño ver a los pilotos caminar juntos por el paddock, pero ellos sabían que siempre había un ojo vigilante, alguien dispuesto a captar un momento fuera de lo normal. Aunque compartían mucho en privado, en el ámbito público tenían que ser cuidadosos.

Mientras Lando se dirigía hacia la sala de reuniones de McLaren para ultimar detalles con el equipo, Oscar se quedó unos pasos atrás, observando en silencio. No podía evitar admirar la forma en que Lando se desenvolvía.  Había algo magnético en su confianza, en cómo parecía flotar entre la multitud de fans y cámaras, siempre con una sonrisa despreocupada, aunque Oscar sabía que detrás de eso había más de lo que cualquiera podía imaginar. Para Oscar, el británico no era solo su compañero de equipo ni un piloto excepcional, era la persona que lo hacía sentir completo.

Los gritos de los fans se mezclaban con el ruido de los coches y las voces de los presentadores de televisión que ya empezaban a comentar el evento. Las gradas estaban llenas de gente con camisetas y banderas naranjas de McLaren, y el rugido de la multitud aumentaba a medida que los pilotos pasaban por el pit lane. Entre ese mar de emoción, Oscar se dio cuenta de un detalle que lo hizo sonreír.

En una de las gradas, un grupo de fans sostenía un cartel grande y colorido que decía

"Lando y Oscar son noviecitos ♡"

El mensaje era tan claro como audaz.
Oscar no pudo evitar sentir un pequeño impulso de felicidad al verlo, aunque rápidamente apartó la mirada, manteniendo su semblante serio. Sabía que no podían permitirse reaccionar a algo así, no frente a todo el mundo. Pero esa simple muestra de apoyo era suficiente para calentarle el corazón.

Unos metros más adelante, Lando también lo había visto. Estaba a punto de entrar al motorhome de McLaren cuando el cartel captó su atención. Una mezcla de sorpresa y calidez lo invadió. Sabía que había fans que especulaban sobre su relación con Oscar, pero nunca había visto un gesto tan directo. Y aunque no podía reaccionar abiertamente, por dentro sintió algo cambiar. Ese cartel, esa muestra de cariño y aceptación, le dio un empujón que no esperaba.

— Hey, Lando, ¿todo bien? — preguntó uno de los mecánicos, notando que Lando había frenado de repente.

Lando asintió, sonriendo levemente.

— Sí, solo… los fans, ya sabes, siempre sorprendiendo — respondió con una risa ligera, tratando de restarle importancia.

Por dentro, sin embargo, el impacto era profundo. No podía hablar de eso, ni siquiera insinuarlo en público, pero saber que había personas que los apoyaban, que los veían y los aceptaban, le dio una nueva energía. Era como si, de repente, todo el peso que llevaba encima fuera más fácil de manejar. No estaba solo, y aunque no podía decirlo en voz alta, en su corazón sabía que había gente detrás de él.

Oscar, que se encontraba más atrás, también había sentido el momento, aunque se mantuvo distante para no levantar sospechas. Ambos sabían que, aunque no podían mostrarlo abiertamente, ese pequeño gesto de los fans significaba mucho.

El día de la carrera avanzaba, y los pilotos comenzaron su preparación final. Las luces del pit lane brillaban, y el rugido de los motores llenaba el aire, mezclándose con el entusiasmo de la multitud. Los chicos se cruzaron brevemente en los boxes de McLaren, sus miradas conectando por un segundo que pareció eterno.

Inefable. - Lando Norris & Oscar Piastri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora