VIII

53 10 3
                                    

La situación actual lo tenía sumido en un abismo de pensamientos oscuros y turbación que parecía no tener fin. Cumplía con sus responsabilidades de manera casi automática, dejando que su tío se encargara de las sutilezas, y aceptando la invaluable ayuda que éste le brindaba. Le sorprendía que su tío, con quien siempre había compartido un vínculo de obediencia y respeto, ahora mostrara un sincero arrepentimiento por todo lo ocurrido, incluyendo la desdichada confrontación con los Jiang. Ese episodio había resultado en que su hermano, su esposo y los jóvenes partieran hacia Lotus Pier, aceptando el refugio y la protección de Jiang Cheng, como líder de Yunmeng.

Aunque las disculpas de su tío no borrarían el resentimiento de Jiang Cheng, ni apaciguarían la furia latente en el corazón de la madre de su hijo, optó por no cargar más sufrimiento sobre el hombre que lo había criado con tan alto sentido del honor. Wangji había oído las disculpas, pero, en lugar de apaciguar su corazón, había encontrado en ellas la excusa para tomar una decisión irrevocable: partir a Yunmeng junto a su esposo y su hijo, abandonando de manera indefinida la tierra de los Lan.

El vacío que Wangji dejó en su partida fue una herida abierta en su alma, y, sin embargo, también fue el impulso que necesitaba para tomar las riendas y enfrentar, con una determinación que le había faltado por años, las injusticias que su familia había sufrido. Por primera vez en décadas, sintió la carga completa del liderazgo y ordenó la reclusión de todos los ancianos señalados por Wangji, Wei Wuxian o Jiang Cheng por cualquier agravio cometido contra ellos o los jóvenes. También decidió investigar a los involucrados en los eventos que precipitaron el confinamiento de su madre, desterrando, de una vez por todas, la sombra que sus acciones habían proyectado sobre la secta. Si por Jiang Cheng fuera, aquellos "respetables" ancianos encontrarían su destino en las mismas puertas del diyu; pero la normativa del clan Lan prohibía tomar vidas, de modo que debía encontrar una forma de justicia dentro de los límites que su tradición le imponía.

Su tío, pese a lo mal que habían resultado las cosas, cumplió con su promesa de incluir los nombres de los jóvenes en el registro familiar y reconocer a Wei Wuxian como el legítimo esposo de Wangji. Al menos, pensaba, ese reconocimiento formal ofrecía un resquicio de paz en medio del caos. Como líder aún en funciones, él solo pidió que el hijo que compartía con Jiang Cheng no fuera registrado como heredero de la secta. No quería añadir más dolor al corazón de Jiang Cheng y estaba dispuesto a no mencionarlo nunca más, siempre que se le permitiera a su hijo crecer libremente en Lotus Pier.

—¿Zewu-jun? —sus pensamientos fueron interrumpidos por el guardián que le hablaba. Al parecer, no era la primera vez que intentaba llamar su atención. Recuperándose, Lan Xichen esbozó una sonrisa.

—¿Sucede algo?

—Jin-zongzhu solicita una audiencia con usted y su tío.

El tono respetuoso del guardián lo distrajo lo suficiente para recordar dónde estaba. Al captar el mensaje, asintió lentamente.

—Hazlo pasar, y avisa a mi tío. Lo recibiré en el salón de las orquídeas.

Apenas el guardián se retiró, se acercó al espejo de bronce y se miró por primera vez en varios meses. Los reflejos dorados del metal, suavizados por el paso del tiempo, mostraban un rostro más ajado del que recordaba. Pasó sus manos por el cabello, enderezó las ropas y compuso una expresión de dignidad que esperaba lograra disfrazar el abatimiento en su semblante. Aunque sabía que no era la mejor imagen que podía ofrecer, deseaba causar una impresión digna ante el hijo de Jiang Yanli, al menos no una peor de la que ya tenía. Una vez satisfecho, se dirigió al salón donde había ordenado recibir al joven líder Jin.

—Jin-zongzhu, le pido disculpas por la demora —saludó al joven líder, notando que su tío ya estaba presente en el salón.

Para su sorpresa, Jin Ling le devolvió el saludo de manera seca, lejos de la formalidad esperada de un líder de secta. A primera vista, Lan Xichen dedujo que la conversación no sería sobre asuntos oficiales; tal vez la visita del joven Jin obedecía a otra clase de mandato, quizás un pedido implícito de Jiang Cheng.

—Usted dirá, Jin-zongzhu —intervino su tío, captando también la falta de formalidad en el saludo del joven.

—He venido para retomar la negociación que quedó inconclusa hace algunos meses —comenzó Jin Ling con tono neutro, aunque su postura reflejaba la incomodidad de quien actúa por obligación y no por convicción propia. El joven líder parecía resistirse a la conversación, lo que sugería que actuaba bajo la influencia de otra voluntad, posiblemente la del omega que tanto veneraba.

Se tensó, pero asintió, dispuesto a escuchar.

—Por supuesto —respondió su tío, visiblemente optimista ante una oportunidad que él, en su propio fuero interno, dudaba en aceptar.

—Dado que Lan Jingyi será el heredero de Yunmeng, existen alternativas —comenzó Jin Ling, observando sus reacciones—. Podría optar, como mencioné en nuestra última conversación, por la posibilidad de que Zewu-jun contraiga matrimonio con un omega adecuado, uno que asegure la continuidad del apellido Lan.

La pausa en las palabras del joven era intencional, como si evaluara cada expresión, cada reacción de ellos. No queriendo que su tío hablara en su lugar, y aferrándose a la poca fortaleza que le restaba, respondió con firmeza.

—Eso está fuera de toda discusión, Jin-zongzhu. No deseo ofender a Jiang-zongzhu contrayendo matrimonio con otra persona y forzando un hijo que no pertenezca ni a él ni a nuestro propio hijo.

Sus palabras parecieron tener el efecto deseado, pues una leve sonrisa de suficiencia se dibujó en el rostro del joven Jin, quien seguramente esperaba esta respuesta.

—Bien. Como mencioné, tengo otras propuestas. Podríamos acordar una dote y compensación por mi tío, además de ofrecer una concubina que pudiera dar a Zewu-jun un heredero para la secta Lan, considerando que mi tío no puede abandonar sus deberes en Lotus Pier.

Lan Xichen sintió una punzada de indignación y repulsión, pero se obligó a responder con calma.

—Jin-zongzhu, con todo respeto, no tengo intención de tomar concubina alguna en estas circunstancias. Ya he dejado claro que no deseo insultar a Jiang-zongzhu ni a mi hijo. Si sus otras propuestas son similares, prefiero que concluyamos aquí esta conversación y la olvidemos.

A su lado, notó la mirada consternada de su tío. La tradición de la secta Lan desaconsejaba la figura de una concubina en la vida de un miembro de la secta; pues se esperaba que un líder contrajera matrimonio con quien residiera en su corazón o permaneciera en celibato. En su caso, las tragedias habían generado una situación sin precedentes.

Aun así, parecía que Jin Ling tenía algo más que decir.

—Excelente, esa respuesta me satisface —dijo el joven Jin, haciendo una pausa antes de proseguir—. En tal caso, sugiero un intercambio. Gusu Lan aún no ha ofrecido compensación por el matrimonio de mi da-jiu. Nosotros aportaríamos la dote de mi da-jiu y esperaríamos una dote para Zewu-jun.

Sus ojos se entrecerraron en desconcierto. ¿Acaso...?

—¿Qué quiere decir exactamente, Jin-zongzhu? —preguntó su tío, visiblemente molesto, buscando comprender la intención detrás de sus palabras.

—Propongo que Zewu-jun ceda en vida la herencia de la secta a Hanguang-jun y legitime ante Gusu Lan y Yunmeng Jiang el matrimonio de mi da-jiu. Así, Zewu-jun podría formar parte de los Jiang, con nuestra dote de por medio y la compensación acordada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 18 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Yǐncáng de Zhēnxiàng / Verdades OcultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora