Estamos en mi departamento escuchando las manecillas del reloj, permanecemos pensativos ante una acción crucial... Y eso es: el disfraz que usaremos para la pequeña fiesta de Halloween que quiere hacer el profesor.
—¿Qué te parece si nos disfrazamos como los del juego del calamar? —Propone Verónica.
—No. —Respondí.
—¿Y cómo la casa de papel?
—No.
—Y si me disfrazo del cadáver de la novia y tu...
—No.
—¡Joder!, me la pones difícil y tampoco ayudas.
—No quiero algo tan ostentoso o llamativo.
—¿Alguna vez en tu vida has llegado a ir a una fiesta de Halloween? —Me pregunta indignada.
—No.
—Me saldrán canas verdes, me rindo. Eres muy anticuado. —Suspira y se lanza en el sofá mientras sigue revisando su teléfono.
—Luego pensaremos en algún disfraz, hoy debemos de ir de payasos al hospital donde se encuentra Marta. —Le entrego una peluca de colores que compre con antelación.
—¡¿Quién coño te entiende?!
Luego de contarle el plan a Verónica, nos encontramos frente al hospital y nos escondemos en uno de los arbustos del lugar, esperando a que lleguen las personas disfrazadas que van a visitar a los niños. Ante la espera escucho un maullido misterioso que me sometió a un escalofrío.
—¿Qué fue eso? —Pregunte atento.
—No... Nada, solo estoy practicando mis maullidos. —Dice Verónica un tanto nerviosa.
—No hagas ruido, que si nos ven se arruina todo. —Deje de prestarle atención y me centre en el plan.
En la espera un autobús se acercó al estacionamiento del hospital que venía acompañado de varias personas disfrazadas de super héroes y personajes de televisión popular que estarán en algunas habitaciones, hasta donde se. Reunir a todos los niños no está permitido actualmente, es por eso que han sido muchos, porque se tienen que repartir por varios sectores del hospital. Le hago una señal a Verónica y nos acercamos a ellos mientras andan distraídos.
—Muy bien. ¿Todos andan reunidos? —Dice el que parece ser el jefe del grupo.
—Si, por ahora somos todos. —Responde una chica disfrazada de la mujer maravilla.
—Hare el conteo. —Toma su lista y comienza a pasar la asistencia—. La sirenita.
—Aquí.
—Capitán América.
—Aquí. —Alza su escudo.
Luego de nombrar a varios menciona a los dos últimos que nos corresponde a Verónica y a mí.
—¿Popolovich y Pipalima? —Se detiene. —Pero... ¿Qué coño son ustedes?
—Somos payasos, señor. —Dije mientras presionaba mi nariz de hule y emitía un sonido a la par de una sonrisa chistosa, Verónica al ver eso empezó a inclinarse a carcajadas.
—No tengo nada en contra los payasos. ¿Pero no es algo que muchos niños le temen?, luego de esa película de It... Aunque viendo a la payasita, muy linda que es.
—¡Muchas gracias!, Me disfrazó su esposa. —Responde Verónica mientras aprieta el hule de su nariz y todos comienzan a reír y el hombre un tanto fanfarrón no lo toma de buen gusto.
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Mis tonos en tu lienzo
RomanceSteven es un Artista de 33 años de edad que perdió por completo su amor al arte. Viviendo amargado y bastante distante de cualquier responsabilidad afectiva, se ve envuelto en ciertos acontecimientos la cual se ve obligado a interactuar. Siendo uno...