Taberna (Presente)

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A la mañana siguiente. Ezlar despertó, junto a los rayos del sol mañanero, en la cama que había tenido enfrente de la bañera durante la noche. Tenía un fuerte dolor cervical, posiblemente producido por aquella postura inicial, con la que se había quedado dormido mientras se bañaba. Al incorporarse de aquella cama, que sin duda era muy cómoda, este divisó en la mesa auxiliar una bandeja. Había preparado en ella un delicioso desayuno. Pan recién horneado. Acompañado de una deliciosa mermelada de fresas. También, había una pieza de fruta al lado de un café muy bueno y autóctono de la zona. Ezlar se relamia, hacia mucho tiempo que no probaba algo parecido a aquel desayuno. Mientras comía, este divisó una nota.

"Te he dejado preparado el desayuno. Anoche te encontré dormido en aquella bañera. Como no, siempre tan despistado, se te olvidó apagar el calefactor. Así que te saqué, te seque como pude y te acosté, aunque no parabas de gruñirme. Esperó que almenos hayas descansado mejor".

Ezlar, no podía creer que su amigo le hubiera visto desnudo aquella noche. Muy avergonzado, se encogía de hombros, mientras se iba vistiendo. Pero algo le interrumpió como para que siguiera vistiéndose. En una de las sillas, la que estaba más pegada a la mesa auxiliar, divisó unos atuendos muy familiares para él. Esas prendas las había visto antes, quizás fueran sus colores oscuros o sólo algún parentesco, pero eran similares a las que usaba él en su propio hogar. Sin pensarlo dos veces, se quitó sus antiguas vestimentas y se puso las nuevas. Al tacto con la piel, se podía percibir un material como si fuera seda. Estaba bien acolchada con algunos rellenos de algodón. Olían frescas, como si estuvieran recién lavadas. Sus colores eran oscuros variando entre el rojo y en los surcos una tonalidad verdosa.

Al dejar atrás aquella habitación. Ezlar se dispuso a bajar las escaleras del piso de arriba. Mientras bajaba, las numerosas escaleras, podía escuchar el gentío mañanero. Pero había algo diferente. Escucho una voz, que le era muy familiar. Por supuesto, estaban las voces de Peter, Sam y Emily. Pero había una voz que le era muy reconocida. "¿Podria ser?" se preguntaban este. Al terminar de bajar aquellas escaleras. Vio a mucha gente amontonada en aquella taberna. A esas horas era imposible. "Así que es ella", decía Peter con ese tono tan alegre, mientras seguía luchando por permanecer cerca de lo que estaba observando. "Es hermosa. Sin duda es idéntica", seguía otro cliente por el alrededor de ese grupo. Ezlar con el corazón a punto de estallar, se acercó, para ver que era lo que pasaba. Para su asombro y sorpresa, vio como su mujer era el motivo de aquella revuelta mañanera. Esta era una mujer algo mas pequeña que Ezlar, tanto en edad como en estatura. Su pelo cobrizo rizado, le llegaba hasta la cintura. Siempre con esa sonrisa en la cara, de la cual se había enamorado Ezlar. Por no hablar de sus ojos rasgados y de un color marrón oscuro. Pero para una mayor sorpresa, la hija de ellos estaba ahi tambien, sostenida entre los brazos de su madre. Esta era aún pequeña, pero dejaba entre ver ese pelo rizado. Con tonalidades cobrizas y marrones. Ojos verdes esmeraldas. Algunas pecas, acompañaban esos mofletes enrojecidos. Sin lugar a dudas, eran ellas por iguales quienes habían armado tanto revuelo.

Ezlar: ¿Cariño, eres tu? -preguntó este todavía desorientado por la sorpresa-.

Lissa: Buenos días cariño, porfin despiertas. -respondió esta con una calida sonrisa. -He traído a nuestra pequeña con nosotros, así ve a sus abuelos. -añadio-.

Ezlar abrazo a su hija mientras la cogía entre brazos. Continuando por su mujer, a la cual dio un beso como si no la hubiera visto en años. Mientras con la mano libre, ligeramente, tocaba la barriga de su mujer. Presentando esta un ligero hinchazón debido al embarazo.

Rodrick: ¡Vaya y yo que creía que eras primerizo! -contestó el tabernero sorprendido. -¡Pero ya veo que has aprovechado el tiempo! -término-.

Ezlar: Bueno, puede que haya mentido en algunas cosas que conté ayer. -sonriendo. -Por cierto esta es mi hija mayor, su nombre es Sherezade. -Le presentó a su hija con mucha alegría-.

Sherezade: Hola... -respondió la niña, de forma tímida mientras se escondía en el pecho de su padre-.

Sherezade era aún muy joven para entablar una conversación. Pese a sus dos años de edad, está aún no sabía hablar muy bien. Al momento, los niños se acercaron para estar cerca de Ezlar. Estos querían seguir escuchando la fantástica historia, que habían dejado a medias. Ezlar invitó a su mujer y a su hija a escucharla con ellos. Así que, tomaron asiento y se dispusieron a escucharla. No antes sin que su fiel amigo, le invitase a hidromiel.

Máster: Bueno chicos. Esta vez puedo contar algo más de historia que ayer. Así que prestad atención. Ya que ahora se pone interesante. -inició mientras continuaba con su historia-.

Niños: Siii... -Gritaron estos ante tan esperada noticia-.

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2015 ⏰

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El Cuenta Cuentos - Jack NjeilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora