La tensión regresa.
Al día siguiente, Russell y yo nos ignoramos mutuamente. Él se fue a su trabajo sin decir una palabra, y yo hice lo mismo.
Al llegar a la oficina, me sorprendió ver a Lian sentado en su escritorio, como si hubiera estado esperándome.
-Buenos días, señorita Adeline -dijo, levantándose de su silla y sonriendo amigablemente.
-Buenos días, Lian -respondí, devolviendo el saludo.
Me sentí un poco preocupada y le pregunté:
-¿Te quedaste hasta tarde ayer?
-No, solo vine temprano hoy -respondió Lian con naturalidad.
Asentí, sintiendo una leve incomodidad, y me senté en mi escritorio. Encendí mi laptop y comencé a buscar telas para la próxima temporada.
Lian regresó a su trabajo, y el silencio entre nosotros se convirtió en una compañía cómoda.
Me sumergí en el trabajo, hasta que la luz de la pantalla de la laptop comenzó a cansar mis ojos. Las lágrimas empezaron a caer y arder, y justo cuando pensé que no podría seguir, Lian se levantó de su silla y se acercó a mí.
-Señorita Adeline, ¿está bien? -preguntó, notando mi incomodidad.
Me entregó un pequeño frasco de gotas para los ojos.
-Tome, puede que le ayuden -dijo con gentileza.
Me sentí conmovida por su atención. Agradecí en silencio, mientras aplicaba las gotas. El alivio fue instantáneo.
Por dentro, me sentí feliz. Hacía mucho tiempo que nadie se había preocupado por mí de esa manera. Los pequeños detalles siempre habían sido importantes para mí, y Lian acababa de demostrar que también lo eran para él.
Le sonreí débilmente, y él respondió con una sonrisa discreta antes de regresar a su trabajo. El silencio entre nosotros se convirtió en una compañía aún más cómoda.
La hora del almuerzo llegó y Lian se acercó a mí.
-Señorita Adeline, ¿puedo ir a almorzar? -preguntó con cortesía.
Lo miré extrañada.
-Lian, no necesitas pedir permiso para almorzar -dije sonriendo.
-Es descortés no informar a mi superior antes de hacer algo -respondió.
Me reí.
-Lian, no estamos en China. Relájate, por favor. Me incomoda tanta formalidad. Trátame como a una amiga.
Lian se negó.
-No está bien, señorita Adeline. Usted es mi jefa y la respeto mucho. No tengo esa confianza.
Insistí.
-Vamos, Lian. No necesitas ser tan formal. Trátame como a una conocida, por lo menos.
Lo miré con una sonrisa.
-Y ven, vamos a comer en la cafetería de la empresa. Invito.
Lian dudó un momento antes de aceptar.
-Gracias, señorita Adeline -dijo, aún un poco inseguro.
Sonreí y me levanté de mi silla.
-Vamos, Lian. Deja la formalidad para los clientes.
Lian sonrió ligeramente y me siguió hacia la cafetería.
Llegamos a la cafetería y nos servimos los alimentos. Nos dirigimos a una mesa y nos sentamos frente a frente, manteniendo una conversación animada sobre el desfile de ayer. Me sentía bien con esta cercanía, como si hubiéramos sido amigos durante años.
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𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨.
Romance𝟏𝟎-𝟏𝟎-𝟐𝟑 Detrás de la fachada de oro y cristal, una joven diseñadora llamada Adeline luchaba por mantener su sonrisa. Su matrimonio con Russell, el hijo de un magnate millonario, parecía perfecto a ojos de los demás, pero la realidad era muy d...