𝒳𝒳𝒳𝒱𝐼𝐼 -𝓟𝓸𝓭𝓮𝓻𝓮𝓼 𝓸𝓬𝓾𝓵𝓽𝓸𝓼-

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*Separador: Omnisciente*

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*Separador: Omnisciente*

Hay algo inevitable tanto en Lunae como en los otros mundos: las mentiras y los secretos no se pueden ocultar para siempre, pero sí puede ser nuestra decisión de qué forma todo será expuesto.

En las profundidades del Inframundo, un grupo de seres sobrenaturales se miraban unos a otros, esperando el momento perfecto para hablar, para confesar aquello que tanto miedo les daba decir en voz alta.

Evanna y Samantha habían aprendido muy bien lo malo que era guardar secretos, especialmente entre ellas. Por eso, desde que la pelinegra se enteró de todo lo relacionado con Ethan y su suegra, había esperado el momento perfecto para contarle la verdad a su esposa. Ella merecía saber.

Después de que Evanna pidiera amablemente que el sabueso hablara en privado con ellas, Samantha se sintió aterrada de que esa criatura no tuviera buenas intenciones y pudiera lastimar lo que más amaba, aquello por lo que ella haría cenizas el mundo entero.

Aunque no tenía sentido su temor, pues el demonio acababa de salvar su vida.

Ayudó a su esposa a caminar hacia una habitación algo apartada del pequeño grupo que las acompañaba. Cuando Evanna tomó asiento y Sam observó al Sabueso, listo para la inminente plática, se pasó una mano por el cabello, completamente nerviosa, sin saber qué hacer por la expectativa de qué era lo que su esposa quería hablar con él.

—¿Dónde me quieres? —Preguntó, realmente preocupada. No sabía si lo que tenían que hablar era tan privado como para que ella no pudiera escuchar.

—Conmigo, siempre —Susurró su esposa, con un brillo especial en su mirada. Aquel brillo que había perdido desde que fue infectada por esa cosa. Luego, volvió su atención al demonio y habló—Gracias por aceptar esto.

—Sabía que este día llegaría —La potente y grave voz del demonio hizo que ambas chicas tragaran saliva. No era fácil estar tan cerca de él, y menos en una habitación con eco que amplificaba todo.

—¿Lo sabías? —Preguntó Sam, confundida sobre por qué su esposa había pedido hablar con ese enorme perro.

El Sabueso asintió, mirándola con una ligera molestia. Ese gesto le resultó familiar, como si fuera un déjà vu, o tal vez... ¿le recordaba algo?

—Tardé, pero finalmente reconocí tu lazo —Intervino Evanna, enfocándose en lo importante.

Al decir aquello, el Sabueso se dejó caer de rodillas frente a ellas, como si Evanna acabara de lanzar una bomba que no podía soportar y hubiera bajado todas sus defensas. Sin embargo, la verdad era que había estado esperando este momento desde que Evanna pisó el Inframundo.

Aunque no entendía del todo lo que estaba sucediendo, Sam permaneció en silencio, sabiendo que cuanto menos hablara, más rápido comprendería.

—Habla —Ordenó Evanna con dureza, haciendo que el demonio levantara la mirada.

Infierno Escarlata (C.E 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora