Capítulo 47.

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-¿Aquí viven tus padres?

Me quedo impactada ante la majestuosidad de la gran mansión en la que nos encontramos. La casa se encuentra a las afueras de París por lo que hemos tardado más de media hora en llegar. Grandes árboles, una valla enorme que rodea la casa, flores y una gran fuente es todo lo que se ve desde fuera.

-Si-responde Antoine.

Cuando nos hemos levantado hoy he visto bastante nervioso a Antoine por lo que no he mencionado si quiera el tema de la cena, no quería incomodarle más y menos después de la discusión que tuvimos. Ahora la que está nerviosa soy yo que no sé con lo que me voy a encontrar dentro de esta enorme casa de color gris y negra.

¿Cuánto dinero tienen los padres de Antoine como para permitirse vivir aquí? Esta casa no debe de ser barata y menos en París que es todo más caro que en España.

No quiero decir ni una palabra porque ahora mismo me siento inútil. Me he puesto un vestido largo de color plateado y unos tacones del mismo tono que menos mal que metí en la maleta por si hacíamos algo especial en estos días en París. Me he recogido el pelo y me he realizado un maquillaje bastante sutil, no quería parecer una persona diferente y quería mostrarme natural. Antoine se ha puesto un traje que parece como si fuese a una boda, incluso se ha puesto corbata y zapatos de vestir, pero está igual de guapo que cuando va en pijama, exactamente igual.

Antoine me agarra la mano antes de llamar al timbre y suspira. Sus manos están sudadas y su mandíbula tiemble de nervios. Le miro y agarro su cara con cariño.

-Todo va a estar bien, si no quieres estar aquí, nos iremos-le digo.

Antoine me besa la frente y yo sonrío ante su acto.

-Recuerda que tú nos metiste en este lío-dice riéndose.

No lo ha dicho de malas formas, ayer antes de dormir hablamos tranquilamente sobre la discusión y me pidió perdón por haberme hablado mal, yo también se lo pedí a él por haberme metido en sus asuntos cuando no debería ya que no soy quién para decidir en su vida.

-Recuerda que tú aceptaste hacerme parte de tu vida, culpa tuya-le digo apoyada en su pecho.

-Y menos mal-responde.

Antoine llama al timbre y a los poco segundos vemos a un hombre bastante mayor de pelo blanco y de gran altura. Tiene los ojos verdes cubiertos por unas gafas de ver. Pero algo me dice que no debe ser su padre, puesto que no se parecen en nada.

-¡Señor Dubois! Que gran honor tenerle de vuelta-dice el hombre.

-Alexandro, es un placer verle de nuevo, le presento a Natasha, el motivo de la visita.

-Imaginaba que debía haber un gran motivo y vaya si lo hay. Un placer señorita-dice estrechándome la mano.

-El placer es todo mío.

-Alexandro lleva en la familia muchos años, cuando era un joven vino desde Italia a trabajar aquí a París a casa de mis abuelos y desde entonces ha permanecido en la familia-me cuenta.

-Vaya, Italia es un país precioso-le digo.

-Lo es, es cierto, pero París tiene un encanto diferente.

-¿Así que habla tres idiomas?-le pregunto.

-Cuatro en realidad, mi madre era inglesa.

Me quedo sorprendida ante el gran dominio de los idiomas de este hombre. Aunque lo que más me ha sorprendido es que se haya dirigido a Antoine en castellano y no en francés, ya que Antoine es de aquí por lo que debería de ser lo más lógico.

-Les acompaño a la puerta, los señores les están esperando.

-Gracias Alexandro, después espero reunirme contigo para tomar una copa y que me cuentes las aventuras tuyas-le dice Antoine.

-Será un honor, como siempre. ¿Usted vendrá señorita?

-Estaré encantada de oír esas historias Alexandro.

Nos despedimos de el buen hombre y la puerta se abre sola, claro que detrás se encuentra una mujer de mediana edad rubia de ojos negros.

-¡Elise! Pensé que no te vería hoy-dice Antoine.

-Señor Dubois, por supuesto que no podía perderme su visita.

Antoine abraza a la mujer y ella se emociona, parecen cercanos. Supongo que será una trabajadora más de la casa.

-Te presento a Natasha-le dice.

-¡Es guapísima querido!

-Oh gracias-digo avergonzada.

-Lo es-dice Antoine.

-¿Con esta sí que te casarás?

Frunzo el ceño y miro extrañada a ambos al no entender la pregunta. La forma de hablar ha sido como si hubiese existido otra persona con la que no se casó. Miles de dudas y preguntas invaden mi mente, pero intento disimularlo. Antoine sabe que me he dado cuenta de que hay algo raro que no me ha contado y me mira preocupado.

-Ella es solo una amiga Elise, Natasha y yo somos grandes amigos.

-Pues una mujer así no aparece dos veces en la vida querido-dice dándole golpes pequeños en el brazo.

-¿He oído la voz de alguien?

Una voz masculina suena de la parte de arriba de la casa. Todo esto es enorme y eso que solo he visto el hall, que es igual de impresionante que el exterior de la vivida. El suelo es de mármol blanco, las paredes son de un tono gris y los muebles juegan en combinación de esos tonos también.

-Aquí está, mi hijo, al que llevo cuatro años sin ver.

El que parece ser el padre de Antoine baja las escaleras agarrado del brazo de Camile, su madre. El padre de Antoine es todo lo contrario a él, rubio, ojos oscuros, de baja estatura y de complexión delgada.

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