Capítulo 32

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—¿Necesita algo más? —le pregunto al oficial.

Alza el rostro solo un instante, me decida una mirada difícil de explicar y regresa su atención a su libreta.

—En unos minutos podrá irse.

La novedad fue el sitio en que me tomaron la declaración en la oficina del oficial a cargo de la investigación. La placa que colgaba sobre la puerta anunciaba que quien ocupaba ese espacio. Tte. Carl Bek Fuchs, una vez se cruza la puerta, no hay otro dato acerca de su ocupante.

La habitación está libre de objetos personales o detalles que te permitan saber un poco más del teniente Beck. La ausencia de decorado, fotografías, cuadros o diplomas, te impedían saber algo más allá de su nombre.

—Le debo una disculpa.

Mi búsqueda de un objeto personal sobre el detective se ve truncado por su voz y cruzo miradas con él. Sus ojos tienen un extraño color pardo, eso y sus pestañas, cejas y cabello rubio les dan un aspecto a sus facciones de albinismo, aunque no parezca padecerlo.

—Hacían su trabajo.

Respondo al ver que su ceja se enarca e imaginando que se deba mi silencio o a la forma en que me he quedado viéndolo. La declaración fue rápida y sin señalamientos, un acto que sentí extraño. La fuerza policial de esta ciudad, ha dudado de mi palabra todo el tiempo. Resultaba una rareza que me creyeran a la primera y no hicieran comentarios malintencionados.

Muchos factores ayudaron a que fuera tomado en serio. La declaración de mi padre, de Borch y la orden dada a Rogers, sobresalían, también hizo la diferencia entre morir y vivir. Si mi padre no solicita los servicios de escolta, otra historia se estaría contando.

—No minimice el daño —regresa la mirada a su libreta antes de seguir —el trato que le dimos fue exagerado.

—Espero que los verdaderos culpables cuenten con ese servicio —sonríe sin alzar la vista de los documentos y prosigo —me daré por bien servido, teniente Fuchs.

—Es la primera vez que me llama de esa forma. —espeta.

—Y usted que me trata como su igual. —refuto en calma.

—Touche.

Cierra la libreta, permaneciendo en silencio, viendo el escritorio por largo tiempo. Puedo entender su proceder, aunque no lo comparta. A su juicio y el de todos, ataqué a mi padre, al padre de Gisella a quien secuestré y con quien me casé solo para evitar que declarara.

Con todo, merecía la presunción de inocencia.

—Por fortuna esto llegó a su fin —le digo y alza la mirada.

—Supongo que se refiere a la parte en que usted es el acusado —lanza la libreta a uno de los cajones que cierra con violencia —No quiero dañar su optimismo, ni menospreciar nuestra labor como oficial, pero la amenaza hacia ustedes no ha acabado.

—Williams Sanders será apresado.

—Salió malherido y en este momento no puede declarar —sigue por mí —la amiga de su esposa, está en mejores condiciones y lista a colaborar.

Existe una orden de captura hacia las Sullivan, otra a Hunter y James, la investigación ha tomado un giro de 180° y ese acto señala a una sola dirección.

—Senna Sanders —continúa lanzando un suspiro —los planes de reabrir el juicio le fueron negados.

—Entiendo. —sus facciones se relajan y baja los hombros ante mi rostro de derrota —eso va a enfurecerla.

Un príncipe Bastardo 3er Libro Rancho Mallory Donde viven las historias. Descúbrelo ahora