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Advertencias
____________________________________Tercer mes del año 124 d.C
Me encontraba en mi habitación, con los nervios a flor de piel. Gwen me ayudaba a ajustarme el traje de novia mientras Helena estaba sentada en un rincón cosiendo en silencio, y Alicent, insistente como siempre, se había quedado también. No podía evitar notar la tensión en el aire, una sensación pesada que no lograba disipar. Cuando por fin el vestido estuvo en su sitio, me aparté, quedándome maravillada por la imagen que veía en el espejo. Me veía... hermosa.
- Estás guapísima - dijo Gwen, con una sonrisa cálida en su rostro - Serás la novia más guapa de todas.
Pero antes de que pudiera siquiera responder, la voz fría de Alicent cortó el aire como un cuchillo.
- ¿Cómo te atreves a hablar sin que te lo pidan? - reclamó la Reina, su tono cargado de desdén.
Sentí una oleada de ira creciendo dentro de mí. Me giré para enfrentar a Alicent.
- Es mi amiga, y puede hablar cuando le plazca - le dije, mi voz firme, sin dejarme intimidar.
Alicent me miró con recelo, sus ojos estrechándose mientras el silencio se volvía más denso. Su estatus de Reina la envolvía, y su autoridad se sentía como una sombra en la habitación.
- Ve en busca del costurero - le ordenó a Gwen - Necesita ajustar el traje, está demasiado delgada.
Gwen asintió, cabizbaja, sin atreverse a mirarme. Salió de la habitación con rapidez, dejando tras de sí un vacío incómodo. La tensión entre Alicent y yo era palpable, y mientras esperaba, me giré hacia Helena, que seguía inmersa en su costura.
- ¿Qué te parece? - le pregunté, intentando romper el silencio sofocante.
Helena levantó la vista de lo que estaba cosiendo, sus ojos claros y vacíos se clavaron en los míos como si miraran a través de mí, como si estuviera viendo algo que yo no podía percibir. Permaneció en silencio un momento, y cuando finalmente habló, su voz fue apenas un susurro, un eco de una advertencia que parecía venir de otro mundo.
- El león siempre acecha bajo el sol dorado... pero es la serpiente la que se oculta en la sombra... Sus promesas son vacías, sus palabras, mentiras. No es el amor lo que lo guía, sino la ambición... Y cuando el día llegue, el trono de fuego lo quemará todo, incluso a ti... - murmuró, sin apartar sus ojos de mí.
Mis manos temblaron ligeramente al escuchar sus palabras. Me quedé perpleja, intentando procesar lo que acababa de decir. El aire en la habitación se sintió aún más denso, como si una tormenta silenciosa estuviera a punto de estallar.
Alicent dejó caer la copa que sostenía, y el sonido del cristal estrellándose contra el suelo resonó en el silencio. El vino manchó la alfombra de un rojo oscuro, como si fuera sangre, y la Reina palideció visiblemente, apretando los labios con fuerza.
En ese preciso momento, Gwen entró con el costurero, rompiendo la tensión con su entrada. Él, ajeno a lo que había pasado, miró a Gwen y luego a mí.
- ¿Quién es la que ha adelgazado tanto? - preguntó, como si fuera la pregunta más importante del mundo.
Sin embargo, su voz apenas me llegaba. Las palabras de Helena resonaban en mi cabeza, reverberando con fuerza. "No es el amor lo que lo guía, sino la ambición." ¿Se refería a Aegon? La duda se instaló en mi pecho, y por más que intentaba sacudirla, no podía escapar de la sensación de que algo estaba terriblemente mal.
Me giré hacia Alicent, quien ya había recuperado su compostura, pero sus ojos no me engañaban. Había algo más detrás de esa fachada fría y calculadora. Algo que había estado allí todo este tiempo, oculto en las sombras.
No podía dejar de pensar en lo que Helena había dicho. Y mientras el costurero comenzaba a ajustar mi vestido, la sensación de traición me quemaba por dentro.
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Estaba sentada en mi clase, con el maestre de la corte hablándonos sobre las propiedades curativas de diferentes plantas cuando la puerta se abrió. Al principio, no levanté la vista, demasiado concentrada en mi tarea. Pero cuando vi una figura conocida, no pude evitar sonreír. Era Daeron, y una oleada de alegría me recorrió al verlo. Pensaba que ya se había marchado a Antigua, que ya no lo vería hasta después de la boda. Pero aquí estaba.
- ¿Qué haces aquí? ¿No te ibas ya a Antigua? - le pregunté con curiosidad, mi sonrisa todavía en mis labios.
Daeron me devolvió una pequeña sonrisa, aunque había algo en su mirada que no supe descifrar del todo.
- Voy a esperar a la boda de mi hermano - respondió con tranquilidad, como si fuera lo más natural del mundo.
Sentí una calidez en mi pecho al saber que se quedaría, al menos por un tiempo más. Justo en ese momento, el maestre comenzó la lección, y nos indicó que cortáramos con cuidado algunas hojas de costilla de dragón, una planta especialmente delicada. Me concentré en la tarea, tratando de mantener la precisión con el cuchillo afilado en mis manos.
Estaba completamente enfocada cuando la voz de Daeron me sorprendió.
- ¿Amas a mi hermano?
Su pregunta fue tan inesperada que me sobresalté, y sin querer, el cuchillo se deslizó de mi mano, haciéndome un pequeño corte en el dedo. El dolor fue leve, pero el impacto de la pregunta dolió más. Me giré hacia él, algo aturdida.
- ¿A qué viene eso? - le pregunté mientras miraba el corte, presionando mi dedo contra un paño para detener el sangrado.
Daeron bajó la mirada, como si de repente le costara sostenerla.
- Solo tenía curiosidad - dijo en un tono que pretendía ser despreocupado, pero pude ver el nudo en su estómago, como si la respuesta le pesara más de lo que quería admitir.
Lo miré, sintiendo una incomodidad creciente en mi pecho. Asentí lentamente y, con el corazón apretado, respondí.
- Sí, lo quiero. Claro que sí.
Al escuchar mis palabras, su expresión cambió. Una tristeza profunda se reflejó en sus ojos, algo que me hizo sentir como si algo dentro de él se hubiera roto. Era una reacción que no esperaba y no sabía cómo manejar. No era una conversación para este lugar, no ahora.
Volvimos a nuestras tareas, pero la atmósfera se había vuelto extraña, tensa. Yo intentaba concentrarme en la clase, pero no podía sacarme de la cabeza lo que había ocurrido. Daeron, por su parte, apenas dijo una palabra más.
Cuando la clase terminó, recogí mis cosas rápidamente y me dirigí hacia la salida, queriendo escapar de la incomodidad de esa última conversación. Pero justo cuando estaba por cruzar la puerta, Daeron se acercó a mi lado, caminando a la par conmigo.
- Visenya - me llamó, su voz baja y suave. Me giré hacia él, esperando lo que fuera que quisiera decir.
- Nunca ames a un hombre más de lo que te amas a ti misma - susurró con una expresión grave en el rostro - Así no te romperán el corazón.
Sus palabras me dejaron aturdida. Quería decir algo, quizás negarlo o asegurarle que todo estaba bien, pero no tuve tiempo. Antes de que pudiera siquiera abrir la boca, él se dio la vuelta y se fue corriendo, dejándome ahí, sola, con sus palabras resonando en mi mente.
Me quedé mirando la puerta por la que había salido, con una extraña mezcla de confusión y tristeza apoderándose de mí. "¿Qué acaba de pasar?"
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Entre dragones y lobos - (Aegon Targaryen & Cregan Stark)
FanfictionTras el nacimiento de su primogénita, Rhaenyra Targaryen decide que lo mejor para asegurar su posición y la de su hija, es que ella se case con su medio hermano, Aegon Targaryen. Visenya al crecer, descubre que su destino está entrelazado con el de...