El suave murmullo de los invitados en la iglesia se había apagado, dejando solo el eco de la voz del sacerdote, que resonaba como un tambor lejano en la mente de Jisoo.
Sentía su pecho oprimido, una presión sutil pero constante que hacía difícil respirar. Su mirada estaba fija en el altar, donde Jennie y Rosé se sostenían de las manos, la imagen perfecta del amor frente a todos.
Pero, para Jisoo, esa escena no tenía la misma perfección. Cada palabra que escuchaba, cada mirada que se intercambiaban, era un recordatorio cruel de lo que ella nunca se atrevió a decir.
El sonido de su propio corazón era ensordecedor, latiendo en sus oídos con cada segundo que pasaba. Quería gritar, interrumpir, correr hacia Jennie y detener todo. Pero sabía que no podía.
Mientras observaba a Jennie y Rosé en el altar, su mente, traicionera, volvió a otro tiempo, a otro lugar. Un día que había marcado una herida profunda en su alma, una que nunca cerró.
Flashback
Era una tarde de verano, de esas en las que el sol parecía estar más cerca de la tierra, iluminando cada rincón de la ciudad. Jennie y Jisoo habían decidido pasar el día juntas en uno de sus cafés favoritos, un lugar pequeño y escondido en una calle poco transitada. El café tenía una atmósfera cálida, con sus muebles de madera oscura y las luces colgantes que titilaban suavemente, creando un ambiente íntimo y acogedor. Era su refugio.
Jennie estaba sentada frente a Jisoo, removiendo lentamente su taza de café con una cuchara mientras hablaba sobre los planes para las vacaciones. La luz del sol que se filtraba por la ventana caía sobre su rostro, iluminando sus ojos oscuros y esa sonrisa que Jisoo había aprendido a memorizar.
Pero ese día, algo en Jisoo era diferente. Había una incomodidad en su pecho, una tensión que no podía ignorar más. Era como si el aire estuviera lleno de palabras que querían salir, pero que ella seguía reprimiendo.
Su corazón latía más rápido de lo habitual, y sus manos, normalmente firmes, temblaban ligeramente mientras sostenía su taza.
Jennie estaba distraída, hablando sobre los lugares que quería visitar en las vacaciones, pero Jisoo no podía concentrarse en la conversación. Su mente repetía una y otra vez las mismas palabras, las mismas preguntas.
“¿Y si le digo lo que siento? ¿Y si no me rechaza? ¿Y si...?”
La posibilidad la abrumaba. Habían sido amigas durante años, pero para Jisoo siempre había habido algo más. Algo más profundo, más complicado. Y esa tarde, en ese café, sintió que no podía seguir guardándose todo por más tiempo.
—Jennie.—dijo finalmente, interrumpiendo la conversación.
Jennie la miró, sorprendida por el tono serio en la voz de Jisoo.
—¿Qué pasa? —preguntó Jennie, inclinándose ligeramente hacia adelante, con esa expresión atenta que siempre hacía que Jisoo se sintiera vista, escuchada, como si ella fuera la única persona en el mundo en ese momento.
Jisoo tomó aire, buscando el valor que había estado acumulando durante semanas, meses, tal vez incluso años. Su corazón golpeaba contra su pecho con fuerza, como si intentara salir. Este era el momento. Tenía que ser ahora. Si no lo hacía, sabía que nunca se atrevería.
—Jennie, yo… —empezó, pero las palabras se atoraron en su garganta.
Jennie frunció el ceño, notando el nerviosismo de su amiga.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Jisoo sintió cómo el miedo se apoderaba de ella de nuevo. Las dudas, las inseguridades, todo lo que la había frenado antes, volvió con más fuerza. ¿Y si la perdía? ¿Y si confesaba lo que sentía y Jennie se alejaba? No podía soportar la idea de que su amistad se rompiera por culpa de sus propios sentimientos.
El silencio entre ambas se alargó demasiado, y Jennie la observaba con esa mirada suave, curiosa, esperando. Jisoo tragó saliva, sintiendo la garganta seca. El momento se estaba escapando, y ella no sabía cómo detenerlo.
—Yo… solo quería decir que… —las palabras seguían atoradas, pesadas—Que eres mi mejor amiga, Jennie. Y estoy muy agradecida de tenerte en mi vida.
Jennie sonrió, un gesto dulce y sincero, aunque claramente no era lo que esperaba que Jisoo dijera.
—Aww, Jisoo.—dijo Jennie con una risa suave—Yo también. Sabes que siempre estaré aquí para ti, ¿verdad?
El alivio mezclado con decepción se apoderó de Jisoo. Había escapado de nuevo, había dejado que el miedo ganara. Sonrió de vuelta, asintiendo, pero por dentro, sentía que algo se había roto.
Algo que nunca se podría arreglar y que a futuro ese algo se rompería aún más.
—Sí, lo sé. —respondió Jisoo, forzando una sonrisa, tratando de ocultar la frustración que sentía hacia sí misma.
Jennie volvió a hablar, cambiando de tema sin notar el torbellino de emociones que Jisoo intentaba controlar. Y mientras la escuchaba, Jisoo solo podía pensar en una cosa: que había perdido su oportunidad.
Fin del flashback
Jisoo volvió al presente cuando el eco de la voz del sacerdote la sacó de sus pensamientos.
—Hoy, celebramos la unión de dos almas que se han encontrado en este vasto mundo...
Las palabras resonaban en el espacio sagrado, pero para Jisoo no eran más que ruido distante. No podía dejar de pensar en ese día en el café, en la tarde que casi lo cambió todo. Había estado tan cerca, tan cerca de decir lo que realmente sentía. Pero no lo había hecho. Y ahora, mientras observaba a Jennie y Rosé en el altar, se dio cuenta de que ya nunca lo haría.
El sacerdote continuaba con los votos, y Jisoo apenas podía procesar lo que estaba ocurriendo. Las palabras flotaban en el aire, pero todo lo que sentía era el dolor en su pecho, el vacío que había dejado su propia cobardía. Jennie estaba allí, de pie frente a Rosé, con los ojos llenos de amor, mientras Jisoo solo podía observar desde la distancia, como siempre lo había hecho.
El sacerdote hizo una pausa antes de continuar, y en ese breve silencio, Jisoo cerró los ojos, intentando contener las lágrimas que amenazaban con salir. Las palabras que nunca dijo, los momentos que nunca vivieron, todo se acumulaba en su interior, como una tormenta que no tenía salida.
—Prometen amarse en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, por el resto de sus vidas.—continuó el sacerdote.
Jisoo no necesitaba abrir los ojos para saber lo que seguía. Podía imaginar a Jennie sonriendo, asintiendo, lista para comprometerse con alguien que no era ella.
Y mientras las palabras del sacerdote resonaban por todo el lugar, Jisoo se dio cuenta de que ya no había marcha atrás. Lo que no había dicho entonces, no podía decirlo ahora.
Había dejado que el miedo ganara, y ahora solo le quedaba vivir con las consecuencias de su silencio.
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𝚁𝚎𝚌𝚞𝚎𝚛𝚍𝚘𝚜 ➫ 𝐽𝑒𝑛𝑆𝑜𝑜
Fiksi Penggemar"-¿Por qué no me atreví a decirle la verdad?" ❝ 𝐉𝐢𝐒𝐨𝐨, 𝐚𝐭𝐫𝐚𝐩𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐬𝐞 𝐚𝐭𝐫𝐞𝐯𝐢𝐨 𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐚𝐫 𝐬𝐮𝐬 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬, 𝐚𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐥𝐚 𝐛𝐨𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐉𝐞𝐧𝐧𝐢�...