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El aire en la iglesia parecía más denso, casi irrespirable para Jisoo. Cada suspiro era un esfuerzo, cada latido de su corazón un recordatorio doloroso de lo que estaba a punto de perder. Sus manos estaban apretadas sobre su regazo, los nudillos blancos por la presión. A lo lejos, el murmullo del sacerdote seguía llenando el espacio, pero sus palabras se sentían vacías en los oídos de Jisoo, quien solo podía centrarse en una cosa: Jennie, tan cerca y a la vez tan inalcanzable, parada en el altar junto a Rosé. El dolor la envolvía por completo, consumiéndola lentamente, como si cada palabra del sacerdote fuera una puñalada directa a su corazón.

—El amor es un compromiso que va más allá de lo que podamos imaginar. —dijo el sacerdote con solemnidad—Un lazo que une a dos almas para siempre.

Las palabras se deslizaban como cuchillas por la mente de Jisoo, obligándola a revivir momentos que ahora parecían lejanos. En su interior, una parte de ella intentaba resistir, intentaba no dejarse llevar por la ola de nostalgia que amenazaba con arrastrarla de nuevo al pasado. Pero era inevitable.

Cada vez que miraba a Jennie, sus pensamientos volvían a aquellos momentos cuando todo era más simple, cuando no existía Rosé en el cuadro, y cuando el miedo de Jisoo a confesar lo que sentía no había arruinado todo.

Flashback

El sol de la tarde bañaba el parque con una cálida luz dorada, mientras Jisoo y Lisa caminaban lentamente por el sendero principal.

Habían salido de la escuela hacía poco y, como de costumbre, decidieron pasar el rato en el parque cercano. Jisoo caminaba en silencio, distraída, mientras Lisa seguía parloteando sobre alguna anécdota de clase que no lograba captar del todo.

—...y entonces Bambam se tropezó con el balón y cayó de cara ¡Fue lo mejor que he visto esta semana! —exclamaba Lisa entre risas, pero al ver que Jisoo no reaccionaba, frunció el ceño—Oye, ¿qué te pasa hoy? Estás más rara de lo normal.

Jisoo sonrió levemente ante el comentario de su amiga, pero su mente seguía divagando en otra dirección, lejos del presente.

—¿Nada? —dijo Jisoo, tratando de sonar despreocupada, pero su tono la delató. Lisa la conocía lo suficientemente bien como para no dejarlo pasar.

—Vamos, Jisoo. Me conoces, sé cuando algo te ronda por la cabeza. ¿Qué pasa? —insistió Lisa, deteniéndose y poniéndose frente a ella, con los brazos cruzados.

Jisoo suspiró. Sabía que no podría evitar la conversación por más tiempo. Llevaba semanas, tal vez meses, cargando con ese peso en su corazón, sin saber cómo expresarlo. Pero si había alguien en quien confiaba plenamente, era Lisa. Y ahora, más que nunca, sentía que necesitaba desahogarse, aunque el miedo a lo que eso podría significar la consumía.

—Es que… no sé cómo decirlo. —Jisoo comenzó, su mirada fija en el suelo, jugando nerviosamente con la correa de su mochila—Es complicado.

Lisa arqueó una ceja, impaciente.

—Inténtalo. Yo me encargo de lo complicado.

Jisoo respiró hondo, reuniendo valor. No había vuelta atrás. Había llegado el momento de decirlo.

—Lisa, creo que… creo que estoy enamorada de Jennie. —dijo finalmente, sus palabras saliendo en un susurro, como si temiera que el simple hecho de decirlas en voz alta pudiera cambiar algo.

Lisa la miró en silencio durante unos segundos, procesando la confesión. Luego, sonrió con esa mezcla de incredulidad y diversión tan típica de ella.

—¿Jennie? —repitió, sorprendiéndose—¡Vaya! No lo vi venir, pero… tiene sentido. Siempre han sido cercanas, y bueno… es Jennie.

Jisoo sintió un nudo en el estómago. Había esperado una reacción, pero no estaba segura de cuál. Lo que sí sabía es que ahora, al haber dicho lo que sentía, el peso en su pecho parecía más real.

—¿Crees que es una locura? —preguntó Jisoo, su voz llena de inseguridad.

Lisa negó con la cabeza.

—Para nada. Pero, oye, ¿se lo has dicho? —preguntó Lisa con curiosidad.

Jisoo negó rápidamente, su corazón acelerándose ante la idea de confesarle a Jennie lo que sentía. Solo de imaginarse el escenario, su mente se llenaba de miedos y dudas.

¿Y si arruinaba su amistad?

¿Y si Jennie no sentía lo mismo?

La idea de perderla era aterradora.

—No puedo hacerlo, Lisa. ¿Qué tal si me rechaza? —murmuró, mirando el suelo—Prefiero seguir como estamos a perderla por completo.

Lisa suspiró, entendiendo la complejidad de la situación. Pero antes de que pudiera responder, ambas se quedaron en silencio al ver una figura familiar acercándose por el sendero.

Era Jennie. Caminaba hacia ellas, pero no estaba sola. A su lado, una chica rubia, delgada, con una sonrisa dulce, caminaba a la par, riendo suavemente ante algo que Jennie había dicho. Jisoo frunció el ceño, confusa.

Conocía a Jennie mejor que nadie, y sabía que no era de socializar fácilmente. Aún más extraño era el hecho de que no reconocía a la chica rubia.

Lisa también notó la situación y susurró con curiosidad.

—¿Quién es ella? Jennie no suele andar con nadie más que nosotras.

Jisoo no tenía respuesta. Observó a Jennie y a la chica rubia mientras se acercaban, su estómago retorciéndose con una sensación desconocida. No sabía por qué, pero algo en la forma en que Jennie caminaba junto a esa chica le provocaba una incomodidad inexplicable.

Cuando llegaron, Jennie les sonrió ampliamente, levantando una mano para saludar.

—¡Hola, chicas! —dijo, su tono despreocupado como siempre—Les presento a Rosé. Es nueva en la escuela, acaba de mudarse de Nueva Zelanda.

La chica rubia, Rosé, les sonrió amablemente.

—Hola, encantada de conocerlas. —dijo con un suave acento extranjero.

Lisa sonrió de vuelta, siempre dispuesta a conocer nuevas personas.

—Hola, Rosé. Soy Lisa, y ella es Jisoo.

Jisoo intentó sonreír, pero su mente estaba en otro lugar. Había algo en Rosé, en la forma en que Jennie la miraba, que no podía ignorar. Una cercanía que nunca había visto antes entre Jennie y otra persona. Y eso la inquietaba.

—Jennie me ha hablado mucho de ustedes. —dijo Rosé, sonriendo amablemente—Estoy contenta de finalmente conocerlas.

Jisoo apenas logró esbozar una respuesta, sintiendo que su estómago se revolvía. La conversación continuó, pero ella se sentía como una espectadora, incapaz de concentrarse.

Seguía robando miradas a Jennie, observando cómo interactuaba con Rosé, cómo reían juntas. Y aunque no podía explicarlo, cada risa de Jennie con Rosé se sentía como una pequeña puñalada.

Fin del flashback

—Roséanne Park, ¿aceptas a Jennie Kim como tu legítima esposa, para amarla y honrarla en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte las separe? —preguntó el sacerdote, su voz resonando en cada rincón de la iglesia.

Jisoo sintió que el mundo se detenía. Todo el aire se escapó de sus pulmones mientras esperaba, temblando, la respuesta que sabía que cambiaría su vida para siempre.

 𝚁𝚎𝚌𝚞𝚎𝚛𝚍𝚘𝚜 ➫ 𝐽𝑒𝑛𝑆𝑜𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora