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—Toto me va a matar, ¡me va a matar! ¡Y si queda algo de mí, Vasseur terminará con lo poco que haya!

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—Toto me va a matar, ¡me va a matar! ¡Y si queda algo de mí, Vasseur terminará con lo poco que haya!

Charles me aprieta la mano para tratar de calmarme, ya que estamos prácticamente corriendo por los pasillos del hotel como ninjas ocultos de la sociedad y no podemos parar para abrazarnos.

—Nadie va a matarte, ma chérie, tranquilízate. Solo va a haber que tomar algunas decisiones importantes, pero los únicos que van a perder algo más que la vida son los responsables de que esas fotos hayan visto la luz. Prácticamente todo lo que han hecho es ilegal, desde meterse en la parte privada del paddock hasta tomar y publicar fotos de índole privada asumiendo algo tan íntimo como una relación entre alguien anónimo y George. Sé que tanto Toto como Frédéric se encargarán de matarles a pleitos, pero si no me parece suficiente castigo, yo seré el que les saque hasta el último céntimo que hayan ganado en sus míseras vidas.

—Todos vamos a ir contra ellos —asegura George, girándose para mirarme un breve antes de seguir en la delantera—. No es que me ofenda que me hayan emparejado con una mujer tan espectacular como tú, al contrario, pero lo que han hecho es una guarrada y no puede quedar impune. Y, por supuesto, la última persona que podría tener la culpa eres tú, preciosa.

Las palabras de ambos me hacen respirar hondo con más facilidad, aunque en cuanto llegamos a la puerta que da a la sala privada donde nos han citado los jefes de prensa y equipo, mi respiración vuelve a ser presa del nerviosismo. Ahora que estamos quietos, Charles rodea mi cintura con su brazo y me aprieta contra su cuerpo, dirigiéndome una mirada que deja más que claro que no piensa soltarme hasta que todo esto termine.

George suspira y llama a la puerta, entrando apenas un segundo después cuando nos lo indican desde el interior. Un grupo de seis personas se sientan alrededor de la mesa redonda, entre los que reconozco a Toto Wolff, Frédéric Vasseur y la jefa de prensa de Charles. Deduzco que los desconocidos serán las abogadas y el jefe de prensa de Mercedes.

—Sentaros, por favor —indica Toto y hacemos lo que dice, aunque yo no puedo evitar temblar ligeramente mientras aprieto la mano de Charles como si quisiera romperla—. Antes de nada, quiero que sepáis que ninguno de vosotros ha hecho nada mal, ni mucho menos estamos enfadados con vosotros. Sois las víctimas de esta situación y no os culparíamos por nada de lo ocurrido en absoluto. Especialmente tú, Atenea. Al ser anónima, exponerte de esa manera al mundo es una completa locura, además de ir contra la ley.

—Lo siento mucho, de verdad. No debería haber sido tan descuidada, todo esto es culpa mía. Siempre que voy al paddock intento pasar desapercibida para la prensa, pero no vi a nadie y me confié demasiado...

—No, Atenea, en absoluto. La prensa no tiene permitido entrar en esa zona del paddock y mucho menos tomar fotos de los pilotos y acompañantes en sus lugares de descanso. Vamos a ir a por todos los responsables de esto, desde aquellos que permitieron esa brecha en la seguridad, hasta los que han sacado y publicado esas fotos.

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⏰ Última actualización: Oct 15 ⏰

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Todo al rojo {Charles Leclerc}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora