— No vuelvas a decirme otra vez que estás bien –le advirtió Ohm con
cierta aspereza y muy serio, mientras su chófer los llevaba a casa desde el aeropuerto–. Está claro que no estás bien, que algo te ha disgustado muchísimo y ya va siendo hora de que lo hablemos.–Lo hablaremos cuando lleguemos a... a casa –le dijo con voz trémula.
No tenía la menor prisa por llegar, por tener que hacer frente a la reacción que sin duda tendría Ohm cuando le contara la verdad: indignación, incredulidad y dolor por la muerte de su esposo.
Le dolía el corazón al pensar que Ohm nunca había sido suyo, y que todo lo que había ocurrido entre ellos se debía tan solo a que él creía que era su esposo. Y lo más irónico era que antes de morir Pharm lo había odiado, había dicho de él que era un tirano posesivo, que lo había acusado injustamente de haberle sido infiel para pedirle el divorcio.
Estaba claro que había habido un fuerte resentimiento en su relación, pero quería pensar que, si Pharm hubiera visto lo compasivo que se había mostrado con él tras el accidente, sin saber que no era su esposo, le habría perdonado las diferencias que había habido entre ellos.
En ese sentido, el comportamiento de Ohm había sido irreprochable. Podría haberse desentendido, haber dejado que el procedimiento de divorcio siguiera su curso, haberlo abandonado a merced del sistema público de salud bajo la tutela de un testaferro para que se ocupase de su fondo fiduciario. Sin embargo, no había hecho eso; se había mantenido fiel a los votos que había pronunciado el día de su boda: «en la salud y en la enfermedad».
Obviamente tendría que abandonar la casa de Ohm, y lo antes posible.
Por desgracia para él no tenía a dónde ir, ni un penique a su nombre, ni tampoco amigos que pudieran acogerlo porque había estado mudándose con demasiada frecuencia como para hacer amistades duraderas.
Ahora se arrepentía de no haberse esforzado más en sus estudios durante los años que había estado viviendo en casas de acogida. Cada vez que lo habían enviado a una nueva, también había tenido que cambiar de colegio o de instituto, y eso había hecho que perdiera el interés por aprender. Los continuos cambios lo habían descentrado, lo habían vuelto indisciplinado y no se atrevía a forjar una relación estrecha con ninguna de las personas a las que conocía porque sabía que antes o después tendría que irse a otro lugar y dejaría de verlas.
Quizá por eso había reprimido sus recelos para no perder el contacto con Pharm, llegando a pasar por alto sus malos modos y la manera en que se portaba con él. No había querido perder ese vínculo de hermanos que tan importante era para él, y siempre había estado ansioso por ofrecerle todo su cariño y su apoyo.
¿No se había aferrado igual a Ohm, con esa ansia patética por ofrecerle su cariño aun cuando él no se lo había pedido? Se reprendió para sus adentros por esas muestras de debilidad y de dependencia emocional. Claro que era comprensible que anhelara sentirse amado.
Los recuerdos que tenía de su madre, Natalia, eran algo difusos porque había muerto cuando él tenía solo once años. Recordaba vagamente que había sido una madre afectuosa, pero su padre, en cambio, jamás le había prestado la menor atención cuando los había visitado. No parecía haber tenido el más mínimo interés en él, recordó con tristeza, aunque era probable que su aparente indiferencia se debiera al sentimiento de culpa que debía haber tenido por haber sido infiel a su esposa.
De hecho, si su madre no le hubiera dicho que William era su padre, jamás lo habría sabido, porque su nombre ni siquiera figuraba en su certificado de nacimiento. Aunque había ayudado a su madre económicamente, se había negado a reconocerlo a él como a su hijo.
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Sin memoria de ti
FanfictionTenía un marido italiano al que no podía recordar... ¡pero al que tampoco podía resistirse! Después de un terrible accidente, Fluke no podía ni recordar su nombre, ¡y mucho menos que estaba casado! Por eso, descubrir de repente que estaba casado co...