CAPÍTULO 38

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POV LIA ROMANOVA

Cuando me levanté esa mañana, sentí el peso del cansancio aplastando cada músculo de mi cuerpo. Mi mente estaba nublada y adolorida. No podía pensar demasiado en ello. Medicarme fue lo primero que hice, tenía que bloquear el dolor. El dolor físico, al menos.

La ducha fue más larga de lo habitual. Me vestí, poniéndome la máscara que necesitaba, y bajé al comedor. Sabía que ellos estarían allí, los tres.

Al llegar, vi la sorpresa en el rostro de Kai. Él no lo ocultaba bien. Me acerqué, controlando cada paso, manteniéndome firme en lo que debía hacer.

—Oyabun —saludé a Kaito, inclinándome aún más de lo que jamás lo había hecho—. Buenos días.

Sus ojos me escudriñaron, desconcertados, como si no entendiera el cambio en mi comportamiento.

—Espero que entiendas por qué hice lo que hice.

Lo miré directamente, con una calma que ni yo misma sabía de dónde venía.

—Lo entiendo.

Asintió lentamente, como si esperara otra reacción.

Señaló la silla junto a Kai, indicando que me sentara, pero luego miró a su hijo y habló en japonés.

¿Ves, hijo? Así se doma a alguien como ella. Está a nuestra voluntad.

Kai se tensó, su mandíbula apretada. Podía sentir su conflicto desde donde estaba.

Esa no es la Lia que conocí en la academia.

Claro que no —respondió con una sonrisa astuta—. Es la Lia que cree.

Me senté, ignorando el veneno de sus palabras. Solo cuando mis manos quedaron fuera de su vista, las apreté en un puño, enterrando mis uñas en la palma de mi mano.

Trajeron la comida, y aunque no tenía el más mínimo apetito, me obligué a comer. Tenía que mantenerme fuerte, no por el día de hoy, sino por lo que vendría el sábado. El silencio en la mesa era asfixiante, y aunque Kai me miraba con una mezcla de duda y algo más que no pude identificar, rompí el silencio.

—He estado pensando en algunas cosas que me gustaría que tuviera nuestra boda —dije, dirigiéndome a él directamente.

Levantó la mirada, sorprendido de nuevo.

—¿Ah sí?

—Sí —continué, ignorando la tensión en la sala—. Me gustaría hablar contigo ahora sobre ello.

Él titubeó, su ceño fruncido ligeramente.

—Tenía un compromiso, pero... puedo postergarlo.

Asentí.

Terminé de comer lo poco que quedaba en mi plato y me levanté de la mesa, lista para marcharme, pero Kaito no tardó en interrumpir.

—Espero que no estés planeando nada en contra de ninguno de nosotros, Lia —dijo, su voz llena de amenaza.

Me detuve en seco, girando lentamente para mirarlo fijamente a los ojos. Tenía que ser convincente.

—¿Cómo podría? —respondí con frialdad—. He entendido que ahora ustedes son mi familia... no tengo a nadie más.

La sonrisa satisfecha que se extendió por su rostro me revolvió el estómago. Pero mantenía mi expresión serena. Había aprendido a perfeccionar la máscara.

—Es lo que quería oír —señaló con su tono triunfal.

Asentí, haciendo una reverencia respetuosa, antes de girarme y caminar hacia mi habitación para esperar a su hijo.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora