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Prólogo
999 ~.
Lera Harper había vivido toda su vida en el pequeño y sombrío pueblo de Hollowstone, donde la mirada de los vecinos siempre caía sobre ella con desprecio y miedo. No importaba cuánto intentara ignorarlo, todos sabían que era la hija de una supuesta bruja. Los susurros y las acusaciones habían seguido a su familia durante generaciones, y aunque su madre ya no estaba, el estigma continuaba. Lera soñaba con escapar de ese lugar, con dejar atrás el odio y la ignorancia que la envolvían a diario, pero parecía atrapada en una jaula invisible, sin una salida clara.
Cuando el padre Nicholas Mayhew llegó a Hollowstone, el pueblo entero pareció respirar un poco más aliviado. Se decía que era un hombre piadoso, enviado para purificar los corazones corruptos y sanar las almas perdidas. Pero para Lera, su llegada no representaba esperanza, sino una nueva amenaza. La iglesia siempre había sido el principal símbolo de su condena, y ahora tenía un nuevo guardián. Aún así, no tenía elección: debía asistir a las reuniones, debía mostrar que podía ser "corregida".
Lo que Lera no sabía era que el padre Mayhew no solo venía con la misión de salvar almas, sino también con un oscuro deseo de control. Para él, Lera no era una simple pecadora; era una presa. A través de sus sermones y confesiones, se propondría moldearla, someterla a su voluntad bajo el pretexto de redención. Mientras los aldeanos celebraban la llegada de su salvador, Lera entendía que había caído en un nuevo infierno, uno del que sería mucho más difícil escapar.
Su vida se convirtió en un constante juego de manipulación y resistencia, donde la fe se usaba como arma, y cada día era una batalla entre su voluntad de libertad y el poder opresivo de Nicholas. Sin embargo, en la oscuridad, Lera comenzaba a descubrir que tal vez dentro de ella había una fuerza más poderosa que cualquier doctrina o sacerdote.
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—Usted debe de ser Lera, el pueblo dice saber mucho de usted. Estaré entusiasmado por saber más de usted, señorita.
