Capítulo 11: Es sólo una cena de filete y un día lluvioso

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27 de septiembre, 8:41 PM

La Carneval

– ¡Por aquí! ¡Deténgase justo allí!

Cuando el taxi donde Phoenix iba montado llegó al frente del restaurante occidental, le ordenó detenerse. Ya iba muy tarde para su cita con el contacto misterioso y, en su prisa, casi se le olvidó pagarle la tarifa al conductor. Sólo fue cuando el conductor le gritó que se dio cuenta de su error y a toda prisa se sacó la billetera del bolsillo mientras se daba la vuelta. Le puso en la mano suficientes billetes para cubrir la paga y volvió a correr, sin esperar a que el conductor le diera el cambio.

La arquitectura antigua del edificio del restaurante lo hacía destacar como un sitio histórico entre los edificios de aspecto más moderno que lo rodeaban a varias cuadras de distancia. El edificio tenía un exterior de ladrillos color bronce con piedra blanca cubriendo los bordes, al igual que ventanas y puertas en ambos pisos, con un techo de metal verde encima de todo. En la puerta del frente había un letrero impreso que sobresalía del aspecto antiguo del edificio, en el cuál se leía "La Carneval" y "Desde 1880".

Phoenix llegó corriendo a la puerta del frente y por poco la abre de un tirón, cuando se detuvo para mirar a su alrededor. Se dio cuenta que su frenética carrerita había atraído algunas miradas de los transeúntes, que seguramente se preguntarían qué estaba haciendo al correr hacia el restaurante como si fuera un loco. Hizo lo mejor que pudo para ignorarlos y se calmó, tratando de acomodarse su traje y su cabello. Supuso que como ya iba tarde, no había necesidad de apresurarse y atraer la atención.

Los transeúntes reanudaron lo que estaban haciendo mientras Phoenix abría la puerta de caoba que llevaba hacia el restaurante. Se aproximó con calma hacia el atril de la recepción, donde había un hombre vestido de camarero mirando un libro.

Al notar la presencia de Phoenix, el camarero levantó la mirada y lo saludó con una sonrisa. –Bienvenue au La Carneval! ¿Tiene una reservación con nosotros, señor? – le preguntó.

Phoenix asintió. – Sí, vengo por una reservación bajo el nombre de "Phoenix Wright".

– Veamos aquí... – El anfitrión comenzó a pasar las páginas del libro que tenía en frente. Pasó el dedo de arriba abajo en una de ellas antes de detenerse en un nombre. – Ahh, aquí está. Por fin ha llegado... – dijo mientras revisaba su reloj.

– Perdón por llegar tarde. Me atasqué en el tráfico... – Phoenix se rascó detrás de la cabeza tímidamente. Esa parte era sólo parcialmente cierta.

– En efecto. Me alegra que haya podido llegar a salvo. Ahora, acompáñeme por aquí, Monsieur Wright...

El anfitrión guio a Phoenix por la entrada y hacia el salón principal. Por el piso de madera del comedor había varias mesas, todas cubiertas con un mantel de lino blanco y con una vasija de flores en el centro. Cada mesa tenía varias sillas de madera ornamentadas rodeándola, con cojines de terciopelo rojo. Varios candelabros iluminaban la sala con sombras con forma de flores que colgaban desde el techo.

El restaurante estaba bastante concurrido para la hora del día que estaba operando. Phoenix miró a los clientes que cenaban en las otras mesas y notó que la mayoría de ellos iba vestido de manera formal, con trajes y vestidos que él apostaba podrían costar algunos cientos miles de yenes. Los atuendos de los demás comensales hacían sentir a Phoenix pobre en comparación, a pesar del traje nuevo que había comprado este año.

El anfitrión eventualmente llevó a Phoenix hasta una mesa vacía con una señal de "Reservada" escrito en una fuente cursiva elegante. Le alivió ver que no fue la única persona que llegó tarde a la reservación: la persona que lo contactó tampoco estaba presente, ni había señales de que ya hubiera estado allí. Sin embargo, esto le hizo preguntarse cuándo aparecería este contacto misterioso, o si acaso se dignaría a aparecer en primer lugar.

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