Toto y Fred siempre han sido los mejores amigos. Todos en el entorno lo saben y lo comentan con naturalidad, pues es evidente que su conexión es cercana y genuina. Son inseparables y suelen compartir largas charlas, reírse juntos y disfrutar de su compañía en todo momento, ya sea en la pista o fuera de ella. Sin embargo, no todos ven esta amistad de la misma manera, y hay alguien que no puede evitar sentirse incómodo con la situación: Christian, el novio de Toto.
Christian siempre ha tenido una especie de sexto sentido, o mejor dicho, un presentimiento, de que Fred siente algo más por Toto que solo amistad. Aunque nunca ha podido probarlo, las miradas, las risas y los pequeños gestos entre Toto y Fred lo han atormentado por un tiempo. Este malestar se traduce en una inquietud constante, especialmente cuando los ve juntos. Cada pequeña interacción entre ellos se convierte en una chispa que alimenta los celos de Christian.
Un día, durante un evento en el paddock, se desató lo inevitable. Toto y Fred estaban conversando de forma relajada a un costado, aparentemente sin preocuparse por el mundo a su alrededor. Reían despreocupadamente, con Fred tocando ocasionalmente el brazo de Toto mientras hablaban. A lo lejos, Christian los observaba, y con cada gesto que veía, sentía cómo la frustración crecía en su interior. Los celos lo estaban consumiendo lentamente, como un fuego que no podía apagar.
De repente, mientras Christian seguía mirando con ojos entrecerrados, Max se acercó a él con su típico sentido del humor irreverente y le soltó una frase que lo sacó de su trance: "Por poco sacas rayos con la mirada y lo matas, eh". - Max soltó una carcajada, claramente disfrutando del tormento interno de Christian.
Christian, aún fuera de sí, respondió con una mezcla de frustración y enfado: "Es que mira cómo lo mira... ¡Y cada vez que Fred le dice algo, se ríe y le toca el brazo! Lo odio."
Max, divertido por la situación, no pudo evitar seguir provocándolo: "Bueno, amigo, si tanto te molesta, deberías ir a marcar tu territorio. O alguien más lo hará por ti." - Su tono era una mezcla de broma y verdad, algo que solo lograba irritar más a Christian.
En ese momento, llegó Checo, quien, al igual que Max, notó lo obvio: Christian estaba devorado por los celos. Pero, a diferencia de Max, que lo incitaba a actuar sin pensar, Checo adoptó una postura más calmada y razonable. Conocía bien a Christian y sabía que, en el fondo, no tenía razones reales para preocuparse.
"Christian" - dijo Checo en tono calmado pero firme - "Toto te ama, no tienes que ponerte así. No hay razón para que estés tan celoso." - Trató de hablar con él de manera sensata, con la esperanza de calmar los nervios de su amigo.
Mientras tanto, Max, aún con una sonrisa en el rostro, parecía disfrutar del caos que había ayudado a crear. Pero Checo sabía que debía intervenir antes de que Christian hiciera algo de lo que se arrepintiera. "No puedes dejar que esos pensamientos te controlen. Sabes que Toto no te daría una razón para dudar de él. Tienes que confiar en él."
Christian, aunque aún tenso, comenzó a respirar un poco más tranquilo. Las palabras de Checo hacían eco en su cabeza, y poco a poco la razón empezó a ganar terreno sobre los celos. Sin embargo, la inquietud seguía latente en su corazón.
La situación alcanzó su punto de quiebre cuando los tres, Max, Checo y Christian, vieron a Fred inclinarse hacia el oído de Toto, susurrando algo que hizo que ambos se rieran. Max y Checo, que hasta ese momento habían intentado mantener la calma, entendieron al instante que este gesto sería la gota que colmaría el vaso para Christian. Sabían que lo habían perdido.
El rostro de Christian se transformó, sus ojos se nublaron de celos, y sin pensarlo más, caminó decidido hacia donde estaban Toto y Fred. Cada paso que daba estaba cargado de frustración y posesividad. Sin mediar palabra, se acercó a Toto, y en un gesto inusual, se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla, mientras lo abrazaba con fuerza. El abrazo era más que una muestra de cariño: era una clara señal de advertencia.
Lo curioso de todo esto es que Christian jamás mostraba afecto en público. No era su estilo, y por eso la acción fue tan inesperada, no solo para Fred, sino también para Toto. Fred quedó completamente desconcertado, sin entender lo que acababa de suceder. Toto, por su parte, sonrió levemente, sorprendido por el beso, pero sin darle mayor importancia. Para él, aquello era simplemente una dulce muestra de amor de su novio, algo que apreciaba aunque no lo esperara.
Christian, sin soltar a Toto de su abrazo, giró la cabeza hacia Fred, lanzándole una mirada desafiante, casi como un reto. Su voz salió calmada, pero con una clara intención detrás de cada palabra: "¿Qué andan haciendo? ¿Por qué tan sonrientes?"
Era evidente que Christian no buscaba una respuesta real. Lo que quería era marcar territorio, dejarle claro a Fred que Toto era suyo, y que cualquier acercamiento más allá de lo estrictamente amistoso no sería tolerado. Fred captó el mensaje de inmediato, y con una sonrisa tensa, trató de no mostrar incomodidad. Sabía que lo mejor era retirarse antes de que las cosas se pusieran más tensas.
"Ah, justo recordé que tengo una junta... se me había olvidado completamente" dijo Fred, inventando la excusa perfecta para irse. Mientras se alejaba, era evidente que Christian había logrado su objetivo. El mensaje estaba claro: Fred entendía que Toto no estaba disponible para más que una simple amistad, y que cualquier intento de ir más allá sería un error.
Max, que había sido testigo de todo, soltó una pequeña risa contenida, mientras Checo negaba con la cabeza, consciente de que, aunque el problema se había evitado por ahora, los celos de Christian seguirían siendo un tema delicado en el futuro. Pero al menos, por el momento, todo se había calmado... o eso parecía.
Toto escuchó la risa de Max resonando cerca, y en ese preciso instante, comprendió perfectamente lo que acababa de suceder. La situación se le hizo clara como el agua: había sido un espectáculo de celos. Sin embargo, en lugar de molestarse, simplemente sonrió con calma, divertido por cómo se habían desarrollado los acontecimientos ante sus propios ojos.
Toto, aún abrazado a Christian, lo estrechó con ternura y en tono suave, le dijo: "¿Cómo está mi novio tan celoso?"
Christian, visiblemente avergonzado, se sonrojó al darse cuenta de que Toto había captado todo el "show" que había montado en su ataque de celos. "Lo siento, amor" murmuró, bajando la mirada por un instante "Es que Fred estaba muy cerca de ti y no paraba de tocarte el brazo... Me puse muy celoso, perdóname."
Toto, con una sonrisa comprensiva, lo miró a los ojos y le dio un beso suave en los labios, calmando cualquier resto de inseguridad que quedara en Christian. "Sabes" le dijo entre risas "amo cuando te pones así de celoso... porque entonces me besas y me abrazas, y lo haces aquí, en el paddock, frente a todo el mundo."
Christian no pudo evitar sonreír también, sintiendo que el calor del beso y el abrazo disipaban cualquier incomodidad. Se acercó un poco más a Toto, con una chispa traviesa en la mirada, y en tono bajo, susurró: "Sabes, en mi oficina tengo un escritorio... Podríamos estrenarlo."
Toto rió ante la propuesta descarada de su novio, el ambiente de celos y tensión quedando atrás, reemplazado por la intimidad y el humor que siempre los unía. El mundo alrededor seguía con su ritmo, pero en ese momento, para ellos dos, el paddock se convirtió en un espacio privado, lleno de complicidad y amor.
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Noche de juegos
FanfictionTengo muchas ideas de Toto y Horner pero no puedo hacerles un Fanfic completos, entonces mejor hago una mini historia cada cpítulo. Ya si veo que les gusta mucho la idea puede ver si la hago un fic de verdad y largo. Algunas veces el Chracter.AI me...