Capítulo 23: ¡Caos en Anfield! ¡Conducta antideportiva y violencia desatada!

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Una escena inesperada sacudió el campo de juego.

Los jugadores de la defensa del Liverpool se quedaron congelados, sin saber cómo reaccionar. El estadio de Anfield, que hasta hacía unos minutos rebosaba con la energía de una afición extasiada por la ventaja de su equipo, cayó en un silencio tenso.

Algunos hinchas no podían creer lo que estaban viendo. Los ojos incrédulos seguían cada movimiento de Son Heung-min mientras se lanzaba, sin piedad, hacia el tobillo de Morales, quien estaba de espaldas.

Era una jugada peligrosa, no había duda. Y en ese momento, todos contuvieron el aliento. Klopp, desde la banda, vio todo con total claridad. Intentó gritar, advertir a Morales, pero su garganta parecía cerrarse. Se quedó paralizado, como si la misma gravedad del momento lo hubiera silenciado.

**En el campo de juego.**

Morales, gracias a su visión estratégica y sus reflejos extraordinarios, vio venir a Son Heung-min. Sabía que algo estaba mal, y su experiencia le decía que no podía ignorar la amenaza que se avecinaba. Sus años en la cancha, sumados a su capacidad de prever jugadas, lo salvaron en el último segundo.

Con un rápido movimiento lateral, Morales cambió el peso de su cuerpo y logró esquivar lo que habría sido una entrada brutal. Aunque llevaba puestas las espinilleras proporcionadas por el sistema, no era suficiente para protegerse de todo. No sería tan imprudente como para poner a prueba su suerte en una jugada tan peligrosa.

El aire pareció regresar a los pulmones de los miles de aficionados cuando Morales esquivó la embestida, casi por milímetros.

Un respiro colectivo se escuchó en todo el estadio.

"¡Piiiiip!"

El árbitro no tardó en hacer sonar su silbato, frenando el partido con urgencia. La intención de Son Heung-min era clara, y el árbitro no podía permitir que esa acción pasara desapercibida. En la Premier League, aunque el juego físico era una parte integral del espectáculo, no había espacio para este tipo de conductas antideportivas. Las reglas eran estrictas, y Son Heung-min había cruzado la línea.

**El equipo de Liverpool reacciona.**

No fue solo el árbitro quien actuó. Van Dijk, con su imponente figura, fue el primero en correr hacia el lugar, seguido por Salah y Arnold. Wijnaldum, que compartía una estrecha relación con Morales, tenía una expresión de furia apenas contenida. Cada paso resonaba como un golpe de tambor, y la tensión se palpaba en el aire.

Firmino llegó justo detrás, con los ojos encendidos de rabia. En su mente, la imagen de Morales siendo derribado por una jugada sucia lo quemaba por dentro.

Morales, por su parte, mantuvo su calma, pero sus ojos estaban fijos en Son Heung-min, quien se levantaba del suelo. A pesar de estar de pie, su expresión era salvaje, casi inhumana.

"Realmente eres patético...", murmuró Morales con desdén, lo suficientemente fuerte como para que su adversario lo escuchara.

"Intentaste destruirme, pero no lo conseguiste. Qué lástima de jugador."

La provocación fue suficiente para desatar algo más profundo en Son Heung-min. Sus ojos, ya llenos de ira, se volvieron aún más oscuros. Su respiración se aceleró y, antes de que alguien pudiera detenerlo, gritó con furia.

"¡Maldita sea!"

Se lanzó hacia Morales con la intención de atraparlo, con una ferocidad que sorprendió incluso a los jugadores de su propio equipo.

**El caos estalla.**

Desde la banda, Klopp apenas podía contener su furia. Su semblante, normalmente tranquilo y analítico, era ahora el de un hombre desatado. Corrió hacia el cuarto árbitro, gesticulando con desesperación.

"¡Eso es roja directa! ¡Quiso destrozar a mi jugador! ¡Esto no es fútbol, es un crimen!"

Pochettino, aunque sabía que la situación era insostenible, intentaba salvar lo poco que quedaba de su equipo.

"No fue intencional, fue solo un contragolpe. Son cometió un error, pero no era para tanto..." dijo, aunque ni él mismo parecía convencido.

El Tottenham ya estaba cuatro goles abajo, y perder a otro jugador sería devastador. Con 25 minutos aún por jugar, el partido podría terminar en una masacre futbolística si se quedaban con un hombre menos.

Pero Klopp no estaba dispuesto a ceder. "¿Ciego? ¡Estás justificando una agresión!" gritó, y las palabras rebotaron como un eco en el campo.

La confrontación entre los entrenadores fue escalando. Y, como un volcán a punto de hacer erupción, Pochettino no pudo contenerse más. Con un empujón brusco, derribó a Klopp, quien cayó de espaldas.

¡El caos absoluto había llegado a Anfield!

Los jugadores suplentes del Liverpool, al ver a su entrenador en el suelo, reaccionaron instintivamente. Como una marea furiosa, corrieron hacia el lugar, dispuestos a defender a Klopp a toda costa. Del lado del Tottenham, los jugadores también se levantaron, creando una línea de choque entre ambos equipos.

**Las gradas se encienden.**

Anfield, conocido por su ambiente eléctrico, ahora parecía estar a punto de explotar. Los fanáticos del Liverpool gritaban, enfurecidos por lo que estaban presenciando. Algunos comenzaron a descender de las gradas, empujando las barreras de seguridad. La tensión era palpable, y la seguridad se movilizó rápidamente para evitar que las cosas se salieran aún más de control.

Pero donde las gradas de ambos equipos se encontraban, el conflicto ya había comenzado. Hinchas de Liverpool y Tottenham intercambiaban golpes y empujones, mientras el personal de seguridad luchaba por mantener el orden.

El caos no solo estaba en el campo, también en las gradas.

**De vuelta al partido.**

Mientras tanto, en el campo, Son Heung-min no había terminado. Se levantó del suelo como una bestia herida, sus ojos llenos de ira y dolor. Ignoró al árbitro, ignoró a los jugadores de Liverpool que se acercaban, y solo tenía una cosa en mente: Morales.

Con un rugido que resonó por todo Anfield, se lanzó de nuevo hacia Morales, esta vez buscando atraparlo con una llave al cuello.

Pero Morales, siempre un paso adelante, anticipó el movimiento con su habilidad de predicción. Con un rápido giro, evitó el ataque una vez más, dejando a Son Heung-min con las manos vacías.

Pero no había terminado. Milner, viendo el intento de agresión, llegó como un tren desbocado, chocando brutalmente contra Son Heung-min, enviándolo al suelo una vez más.

"¡Piiiip! ¡Piiiip!" El árbitro hacía sonar el silbato sin cesar, intentando desesperadamente restaurar el orden.

Son Heung-min, completamente fuera de control, se levantó de nuevo, pero esta vez Van Dijk estaba ahí para detenerlo. Junto a él, Salah, Firmino y Wijnaldum se preparaban para intervenir si era necesario.

Los jugadores del Tottenham, conscientes de que su compañero había perdido la cabeza, finalmente lograron separarlo, llevándolo fuera de la zona de conflicto.

Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Anfield estaba en ebullición, y el ambiente no podía ser más tenso.

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"La violencia es el miedo a las ideas de los demás, y la falta de fe en las propias." — Mahatma Gandhi

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El Arte de la Defensa:El Rey de los RobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora