8: La noche antes del caos

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A medida que se acercaba la competencia, Lara comenzó a notar más cambios en su rutina. Clara, como siempre, intentaba distraerla de la presión, organizando pequeñas salidas o tratando de mantenerla ocupada con charlas sobre todo menos patinaje. Sabía que su amiga no lo hacía con mala intención, pero Lara no podía desconectar. Todo en su mente giraba en torno al hielo, a los saltos que tenía que perfeccionar, a la coreografía que debía ejecutar sin errores.

Esa noche, mientras preparaba sus cosas para el día siguiente, se encontró revisando las redes sociales. Contra su mejor juicio, fue a la cuenta de Camila. La rival había publicado una foto de su entrenamiento con una sonrisa de autocomplacencia que hizo que los nervios de Lara se crisparan.

—"Lista para mañana, el oro no espera" —decía la descripción de la foto.

Lara sintió que la sangre le hervía. Esa era Camila, siempre con su arrogancia, convencida de que era invencible. Pero Lara no iba a permitir que le ganara esta vez. No después de todo lo que había sacrificado.

De repente, su celular vibró con un mensaje de Max. El simple hecho de ver su nombre en la pantalla le hizo detenerse.

"Nos vemos a las 7 AM para un último repaso."

Era directo, sin florituras. Max no era de enviar mensajes innecesarios. Sin embargo, algo en ese texto la tranquilizó, como si saber que él estaría ahí, observando, controlando todo, le diera una sensación de seguridad que no podía explicar.

Apagó el celular, se acomodó en la cama y trató de dormir. Pero el sueño no llegó fácil esa noche. Entre la presión de la competencia y las palabras de Max, Lara se encontraba en un estado de ansiedad que no lograba calmar. Sabía que el día siguiente sería decisivo. No solo para su carrera en el patinaje, sino para entender lo que sentía por su nuevo entrenador, ese hombre que, poco a poco, empezaba a colarse en sus pensamientos de una manera inesperada.

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