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"Desde que mi bebé se marchó, ha sido el día más negro"

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"Desde que mi bebé se marchó, ha sido el día más negro"

(The Blackest Day, Lana Del Rey)

La primavera había acabado finalmente, con el verano radiante y las vacaciones atrayendo turistas a la ciudad.

El viñedo finalmente había abierto sus puertas a los turistas y con esto, el trabajo había incrementado para Wednesday, quien diario se despertaba temprano a las seis de la mañana para empezar a recibir a los empleados y organizar la llegada de los visitantes. En los dos fines de semana que llevaba abierto el viñedo, ya habían incluso tenido eventos que con anterioridad clientes habían organizado.

Enid disfrutaba de la vista y del murmullo que la gente hacía desde su casa, a la distancia y tranquila. Le daba motivación para arreglar su jardín, al que por alguna extraña razón ya le había empezado a tomar cariño.

Su corazón hacía que miles de descargas eléctricas corrieran a través de su cuerpo cuando pensaba en Wednesday Addams. Todo desde aquel día en la estación del metro, la omega no podía sacarse de la cabeza la repetición de la escena en que su atormentado cuerpo era tomado en brazos por la alfa. Se permitía tener ese tipo de pensamientos porque sabía que eran inocentes y que nunca saldrían de su cabeza, pero sobre todo porque ante la ausencia de la mayor su imaginación era tan libre como los pajaritos que cada mañana se reunían a tomar agua en las cubetas que les dejaba afuera.

Su trabajo se había convertido en un gran pasatiempo más que una obligación, le gustaba la convivencia que tenía con la gente que ahí laburaba y el camino de ida y de regreso empezaba ahora a gustarle, más porque en verano era muy común ver todo el movimiento en la ciudad y la frescura de los árboles y las plantas.

Yoko y Rowan la visitaban todos los viernes ahora desde que había empezado a trabajar, sus agendas se habían vuelto un poco apretadas por el flujo de clientes en los respectivos negocios, aunque Yoko siempre lograba escaparse de su trabajo una hora antes para pasar por la cena y hacerle compañía a falta de Wednesday quien, desde el viernes en la noche se encontraba trabajando.

Su gusano cada vez apretaba más sus entrañas para hacerse espacio, y aunque le doliera o le molestara, al final eran buenas las siestas de extremo cansancio de las que despertaba completamente motivada y feliz. Los antojos que la atacaban a media noche eran tan peculiares que muchas veces no tenía manera de satisfacerlos con la comida en su refrigerador, así que se había estado armando de todas las galletas y distintas clases de mantequillas o mermeladas para acompañar sus antojos dulces y salados que eran los que solía tener regularmente.

El incidente del metro fue algo que prefirió reservar para ella por evitarles un paro cardíaco a sus dos amigas quienes, muy seguramente, hubieran puesto el grito en el suelo y hubieran arremetido contra Wednesday por haberla dejado ir sola, como si hubiera sido culpa suya o de alguien en específico. Además sabía que la capa gruesa de paciencia que poseía la alfa cada vez era más roída por las quisquillosas y algo altaneras omegas.

Kerosene | Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora