Capítulo 2: La chica albina y sus amigos

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Tomé asiento en un pequeño taburete frente a la cama donde descansaba la chica albina. Ya viéndola bien a detalle, no les mentiré, sí está preciosa. Pero en todo caso debo de evitar que se de cuenta que pienso eso o la voy a espantar. Me parece también tan curioso que se vea algo más "guapa" para sus estándares, considerando que, de estar en una ciudad medieval, la higiene no era lo más común en esa época.

La chica balbuceó entonces algo que no entendí. Con señas me pidió que me acercara un poco más e, inesperadamente, me tomó por detrás del cuello, juntando su frente con la mía. ¡No manchen! Pensé que me iba a besar.

Entonces murmuró susurrando algo en un idioma que entendí perfectamente como latín: "AETHER – LINGUA APERTA" ¿sabe latín? Entonces una especie de piedra blanca situada en una diadema que llevaba en la frente brilló. En mi mente se formaron un montón de imágenes, también pude ver símbolos como los que vi en el letrero de la entrada.

Luego de unos segundos de aquello se alejó de mí, y yo quedé con un leve dolor de cabeza.

─Ya deberías ser capaz de entenderme ─oí decir esto a la chica hablando en un español perfecto.

─¿Sí hablas español? ─pregunté intrigado.

─No hablo tu idioma ─respondió─. Yo hablo Humañol. Hablamos diferentes idiomas, pero podemos entendernos gracias a un pequeño encantamiento que acabo de ponerte.

─¿Eh?

¿Encantamiento? ¿Humañol? ¿De qué habla esta loca?

─Por favor ─me dijo con un tono más serio─. No le digas a nadie lo que acaba de pasar. Hice esto porque quería agradecerte correctamente por ayudarme y por traerme hasta acá. El idioma que hablas jamás lo había escuchado ¿de dónde vienes?

─Ehmmm.... Yo... ─Me preguntaba si sería buena idea decirle que vengo de otro... no sé, mundo, supongo. Todavía no sé exactamente dónde estoy.

─Vengo de... muy lejos ─es todo lo que respondí.

Cuando parecía que me iba a preguntar más cosas, aparecieron en escena tres personas. Dos chicos y una chica entraron a la habitación, visiblemente preocupados por la que, asumo, es su amiga.

Preocupados y todo, pero yo la encontré inconsciente y sola, a saber dónde andaban.

Quizá fue idea mía, pero el trío que acababa de ingresar me pareció conformado por el típico trío de segundones de un protagonista. Un chico alto y flaco, otro bajo y gordito, y una chica que, aunque es linda, no alcanza la belleza de la protagonista.

Se acercaron a la chica albina para preguntarle cómo se encontraba y ella les respondió que todo estaba bien, que, gracias a mí, había llegado a este lugar para que la trataran. El más alto de ellos, sonando como un líder, y seguramente lo es, la regañó por haberse ido a entrenar sin avisarle a nadie. Por la conversación que estaban teniendo, aparentemente no era la primera vez que la chica albina se daba sus escapadas para entrenar sola.

Creo que eso explica por qué la encontré inconsciente. Básicamente, se lastimó a sí misma.

Después de ese regaño a su amiga, el muchacho alto se acercó hacia mí, tomó mis manos, un poco entusiasmado y me agradeció hablándome como un político en campaña:

─Muchas gracias por ayudar a mi amiga Koyara, ella suele ser un poco impulsiva, espero que no te haya causado problemas.

─No es nada ─respondí. Espera ¿Koyara? ¿Qué pedo con ese nombre?

El ver que ninguno de ellos reaccionaba de un modo extraño o algo así al mencionar su nombre, me borró las ganas que sentía de reírme en ese momento. ¿De verdad así se llama la morra?

─Mi nombre es Ataulfo ─se presentó aun sin soltar mis manos─. Soy el líder de este grupo.

¿Se llama Ataulfo? ¿Como los mangos? Me costaba trabajo contener la risa.

─Yo soy Valeriano ─sonrió el otro chico gordito y también me agradeció por rescatar a la chica. Este al menos, tiene un nombre un poco más decente.

─Y mi nombre es Flavia ─se presentó finalmente la chica que acompañaba a los otros dos.

─¿Cuál es tu nombre forastero? ─me preguntó el Valeriano.

Obvio que soy forastero, mi ropa me delata.

Y estuve pensando qué responder. Es decir, sé que debo de responder mi nombre, pero, bien podría aprovechar para ponerme algún nombre genial ¿no? Así como cuando en un videojuego me preguntan qué nombre me gustaría ponerme.

Pero al final no se me ocurrió nada y terminé presentando mi nombre real: Brayan

Por supuesto, se sacaron de onda casi tanto como yo cuando supe que la morra albina tenía ese nombre tan peculiar.

Un poco más tarde dieron a... Koyara... no puedo creer que se llame así, no la chinguen... Bueno ya, la dieron de alta y salimos de la clínica o lo que sea que fuera eso. Planeaban, creo, despedirse de mí, pero los vi indecisos, como si quisieran decirme más cosas. Y la verdad es que, como que yo tampoco quería despedirme de ellos así tan fácil, porque si se iban, entonces ya no sabría qué hacer. Una parte de mi deseaba que todo esto continuara de algún modo.

Y mis deseos fueron escuchados. Pude oírla llamándome:

─¿No te gustaría unirte a nuestro gremio?

─¿Gremio?

Qualia (o la Decepcionante Realidad del Género Isekai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora