Cuando Rodrigo le dijo que tenían que llegar temprano, Julián no creyó que serían uno de los primeros en llegar a la fiesta; tampoco es que le moleste, pero le parece raro. Según su amigo, si llegaban primero podían conocer el lugar y guardase un espacio, sin tener que empujar al resto o ir saludando a todos los que se le crucen. Tiene lógica.
Habían quedado en reunirse con Paulo y su mejor amigo, que por suerte no tardaron mucho en llegar. Los cuatro la estaban pasando super bien, hablando y tomando tragos suaves para entrar en ambiente.
—Me hubiesen avisado que venían con alas, así yo también me traía unas— bromea Julián, haciendo que lo otros tres se den cuenta de la coincidencia.
—Ay Juli, ya es hora que te des cuenta de que sobras— molesta Paulo, abrazando rápidamente al cordobés para que no se ofenda.
—Te queda re bien el traje de hombre araña— halaga Giovani, tomando los restos de su daiquirí.
Julián sonríe y hace la seña distinto a del superhéroe.
—El tuyo igual está genial, Ro— agrega Paulo, admirando el asombroso trabajo del nombrado —Sin palabras me dejaste—.
Rodrigo se tomó muy en serio lo del disfraz, el quería brillar y ser original, no irse por algo convencional, por lo que optó por hacerse su propio disfraz de hada; lleva una excelente combinación de telas, con un corset que resalta su cintura y una camisa larga por debajo que da la ilusión de que lleva una pollera, que encaja perfectamente con el pantalón. Obvio que complementa todo con joyas, maquillaje y las inolvidables alas.
En resumen, está divino.
—Gracias, me re gusta como quedó y disfruté un montón de hacerlo. Me hace sentir bonito— dice Rodrigo, algo tímido.
—Sos hermoso, amigo— asegura Julián, sonriéndole dulce.
Rodrigo siente como sus ojitos se cristalizan y sonríe en grande, aunque no lo parezca, suele tener momentos de vulnerabilidad donde se siente muy inseguro de todo.
—Bueno, bueno, mucha emoción. Hoy vinimos a divertirnos, así que voy por otra ronda— informa Paulo, yendo directo a la barra.
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Mientras tanto
Nahuel espera pacientemente que el barman le de su fernet, junto a Leandro. De reojo ve como un chico de ojitos claros pide una ronda de vodka. "Eso es tener aguante" piensa para si mismo, desvíando su mirada rápidamente.
—Voy a buscar a Franco— informa Leandro, yendo hacia la entrada.
Que aburrido es tener que esperar.