⋆˚ 𝜗 06- Cheerleading Day 𝜚˚⋆

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Las mañanas en la casa de los Loud eran escandalosas. Los gritos resonaban por todo el vecindario, que ya se había acostumbrado al bullicio de la familia numerosa. Sin embargo, eso no significaba que no hubiera quejas; las había, demasiadas, a decir verdad.

-¡Loreen, llegamos tarde! -gritó Lynn desde la cocina.

Sus manos sujetaban con fuerza una cuchara, pero ni siquiera comía. Miraba un punto fijo, con la mandíbula tensa.

Por fin, Loreen bajó las escaleras apresurada, con una toalla envuelta en la cabeza y el rímel corrido por todo su rostro. Claramente, no estaba teniendo una buena mañana. Intentaba esquivar a sus hermanos, que corrían de un lado a otro por diversión.

-¡Lily, suelta esa tapa! -exclamó Loreen, quitándosela rápidamente.

Lynn puso los ojos en blanco y soltó un fuerte suspiro, esperando que su hermana notara su molestia. Ajustó su coleta, tomó su bolso y le dio un sorbo a su tazón de leche.

-Te dije que te durmieras temprano. Tenemos que estar listas para el sábado -dijo.

Loreen también tomó su bolso y se colocó a su lado, respirando algo agitada.

-Loreen, la toalla, cariño -recordó su madre desde el fondo.

Loreen reaccionó de inmediato y lanzó la toalla al sofá.

-No dormí tarde anoche -contestó rápidamente, mintiendo.

Lynn la miró con incredulidad. Se cruzó de brazos y frunció ligeramente el ceño. Su mirada fría dejaba claro que no le creía ni una palabra.

-¿Ah, no? Entonces, ¿quién cantaba "Love Grows" como una desquiciada a medianoche? -preguntó, alzando las cejas, esperando una respuesta.

Loreen desvió la mirada hacia la casa de los Abrams.

-Carajo... Ayer estaba hablando por teléfono con Issabella, y se le ocurrió hacer karaoke a esa hora. No pensé que se escucharía tanto.

-Pues se escuchó -replicó Lynn, haciendo una pausa antes de continuar-. Horrible, además. Que no cante si no tiene el talento.

Loreen frunció el ceño, claramente molesta, y volvió a colocarse a su lado.

-Espera, tengo que pasar por casa de la señora Sammy. Ella tiene el regalo de la porrista que me tocó -mencionó rápidamente.

Los ojos de Lynn se abrieron como platos y apretó su bolso con fuerza. De repente, sintió la garganta seca y la mente en blanco.

"¡¿Cómo pude olvidarlo?!", pensó, sin notar que su hermana la observaba.

-Lynn... ¿A ti quién te tocó? -preguntó Loreen entre dientes.

Ella sabía que si Loreen se enteraba que se habia olvidado, iba a matarla. Por lo que se reincorporó e intentó brindarle una sonrisa, algo que no se le vio nada bien, llegando a preocupar a su hermana.

- ¿Que te sucede? ¿Por qué sonríes como lunática?- cruzó sus brazos y frunció su ceño curiosa.

- ¿Eh? Lunática? -soltó una risa nerviosa e hizo una pausa.- Solo estoy sonriendo, no puedo hacerlo?-preguntó forzando una sonrisa.

Loreen entrecerro sus ojos, haciendo una mueca.

- Rara..-murmuró, dio media vuelta y fue en dirección contraria.- Recuerda que hoy a las dos es la reunión con las porristas, si?

- ¡¿A las dos?! -gritó, haciendo que su hermana diera media vuelta.- Digo, claro, estaré ahí.

Loreen puso los ojos en blanco y le dio la espalda a Lynn, quien salió corriendo hacia la casa de Zia. Necesitaba más que un consejo; necesitaba tiempo.

Love GrowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora