He dado mi cuerpo más veces de las que me han dado flores, y es irónico porque odio mi cuerpo pero amo las flores.
Pensé que si los dejaba entrar, si los dejaba tocar las partes de mi que nadie alcanza a ver tal vez verían algo más que solo mi piel, tal vez así querrían quedarse pero no lo hacen
No me preguntan sobre las pequeñas cosas como: cómo tomó mi café o porque me estremezco con movimientos repentinos, no quieren saber las partes suaves de mí.
Como pétalos esperando a ser notados, como flores rogando ser regadas me recuesto en camas que no son mías, dejando a extraños presionar su cuerpo sobre mí, en esperanza de que de alguna manera me haga sentir completa pero nunca lo hace.
Solo me siento más vacía, como si hubiera regalado otra parte de mi ser que nunca regresará
Nadie me trae flores, no sé quieren quedar lo suficiente para saber que amo los tulipanes o que alguna vez soñé con un amor gentil, en vez soy tocada por una mano que solo quiere mi cuerpo, no a la chica que vive dentro de él, y lo permito porque en alguna parte del camino empecé a creer que ese es el único (fugaz, físico y vacío).
Me he convertido en nada más que en un momento y me convenzo de que eso es suficiente pero ¡Dios, no es lo que quiero! Quiero ser conocida, ser vista en maneras que no involucre quitarme la ropa pero nunca se quedan lo suficiente para conocerme, para darme flores.
Para amarme por nada más que por lo que puedo dar, he dado mi cuerpo más veces de las que puedo contar, y cada vez que lo hago ¡Lo odio un poco más! ¡Me odio un poco más!.
Abby.