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CHANYEOL

El almuerzo con mi hermana fue realmente agradable. Ella casi había muerto cuando me quité las gafas de sol y vio mi ojo y procedió a sermonearme sobre los peligros del rugby.

Gracias a Dios, no lo había visto anoche. La hinchazón había bajado mucho y el corte estaba sanando. Ya no era necesario la bandita mariposa. Pero los colores… negro, morado, azul y rojo, parecían hacerlo verse peor.

Podía ver bien y al palpar la cuenca del ojo estaba sensible pero no había ningún dolor agudo, por lo que no había nada roto. Y aparte de los sermones de mi hermana, era agradable tener a alguien preocupado por mí.

Como SeHun estaba preocupado. Claro, se burló mucho de mí y dijo cosas divertidas simplemente para molestarme. Pero él había estado preocupado. Había venido a casa conmigo y atendió mi cara herida. Me había alimentado y había dormido a mi lado para vigilarme de cerca.

Tenía unas manos sorprendentemente suaves. Cuando me limpió la herida, me sorprendió lo hábiles que podían ser sus manos callosas. Normalmente era duro conmigo, sujetándome, agarrándome con fuerza.

Pero anoche no.

Y durmió en mi cama… Nunca había dormido tan profundamente. Tal vez era sólo que no estaba solo, que por alguna extraña razón me sentía seguro con él, lo cual era ridículo considerando las cosas que me hacía, las cosas que le pedía que me hiciera. Quizás la razón por la que me sentía seguro con él, o el hecho de que confiaba en él, era un testimonio de lo jodido que estaba.

Pero Dios, había dormido bien. Incluso mientras dormía, tenía vagos recuerdos del calor de su cuerpo, de sus fuertes brazos.

Quizás eso había sido un sueño.

Maldito fuera Oh SeHun.

Se suponía que no me debía gustar que se hubiera quedado a pasar la noche. Se suponía que no me debía gustar que me hubiera amenazado con desayunar. O cómo me chupó la polla o me sujetó y se corrió encima.

Dios, cómo había hecho eso. Y luego simplemente se fue como si yo fuera algo que pudiera usar como mejor le pareciera.

Era tan bueno en eso...

No. Deja de pensar en él.

Mientras siguiera despreciándome, estaríamos bien…

—¿ChanYeol? —me llamó JooHyun—. Te perdí por un tiempo allí.

—Oh, lo siento —respondí bebiendo mi agua mineral —. El sol me está adormeciendo.

Sonrió hacia el cielo.

—Es precioso, ¿verdad?

Era agradable. El calor del sol en un frío día de invierno. Había pasado demasiado tiempo desde que me senté y lo disfruté.

—¿Has tenido noticias de mamá? —preguntó.

Negué con la cabeza.

—No. —No durante meses—. ¿Y tú?

Tomó un sorbo de su spritzer y puso los ojos en blanco.

—Hace unas cuantas semanas. Estaba en Londres creo. O… —Agitó la mano—. En algún lugar por allí.

—¿Busca una destilería de ginebra que le permita nadar en un barril?

Rio.

—Muy probable.

Nuestra madre nunca había estado interesada en nosotros. Fuimos criados por niñeras y au pairs, y ninguna de ellas se quedó mucho tiempo. JooHyun era tres años mayor que yo y había asistido a una escuela privada para chicas; y yo a una escuela privada para chicos. Básicamente, habíamos hecho todo lo posible para no estar en casa. Nuestras vidas apenas coincidieron. Hasta la universidad, la edad adulta, cuando intentábamos encontrarnos.

𝐄.𝐂.𝐁 || 𝒔𝒆𝒚𝒆𝒐𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora