Papado y reunion en Westwood

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Al ver el invitado que llegaba a la sala de recepción real, Henrietta solo podía mirarlo con sorpresa total en su rostro.

Su túnica purpura oscura de sacerdote y un alto sombrero cilíndrico, símbolo de la máxima autoridad del sacerdocio a lo largo de toda Halkeginia, en otras palabras, aquel hombre frente a ella, se trataba de nada menos... que del Papa de Romalia.

Al tener una posición más alta que la de cualquier rey en Halkeginia, Henrietta le invito a tomar el asiento más honorable. Aunque no había mucho del cual llamar honorable aquí, después de todo lo que había hecho para ayudar al país.

Sin embargo, la cara del joven no se ajustaba bien con la ropa de sacerdote que llevaba. Sus dulces ojos, la nariz escultórica y sus labios bien formados mostraban una sonrisa permanente, hizo que todos se volvieran para mirarlo. Incluso si se realizara una búsqueda en todas las salas de teatro de Halkeginia, sería difícil encontrar un actor tan bello como él.

Por un momento, a Henrietta le pareció ver, que aquella sonrisa estaba llena de afecto divino.

¿Y bien Doña Henrietta?

(Speed Demon: Aclaración. El manga aclara, que llamar don o doña aun hombre o mujer, implica principalmente respeto. Es algo así como el "dono" en Japón. Con eso dicho, seguimos)

Sacudiendo levemente su cabeza, la chica finalmente reacciono.

Henrietta: Lo siento Su Santidad. Estaba profundamente conmovida por su divino poder.

La cabellera del hombre, la cual parecía estar compuesta por cabellos semejantes al fino oro. Se estremecieron cuando el Papa comenzó a reírse, confundiendo levemente a la joven mujer.

Por favor llámame Vittorio. No me gusta mucho el protocolo. Trátame como a cualquier sacerdote de este país.

Henrietta: Es muy amable de su parte. Aunque lamento mucho no haber asistido a su ceremonia de entronazion.

Vittorio Serevare, conocido como San Aegis el 32vo, había sido entronizado hacía tres años. A pesar de que era la costumbre de cada una de las familias reales de Halkeginia asistir a la ceremonia, Henrietta había cogido un resfriado y por ende no pudo asistir.

San Aegis, era el único elegido con éxito para recibir el título de "El Escudo del Fundador"; El 32vo Papa. Era una persona muy joven que acababa de pasar sus veinte, y aunque Henrietta había oído rumores de que era una persona muy guapa, no creía que lo seria hasta ese grado.

No obstante, y aunque el Papa era muy atractivo. Su rey tampoco era feo, y era esa aura de hombre humilde y serio. Lo que le daba más atractivo.

Rápidamente calmo sus pensamientos, no queriendo sonrojarse frente a tal autoridad.

Vittorio: No es una molestia en absoluto. La entronización es solo una ceremonia. Todavía debes seguir a Dios y ser un siervo devoto del Fundador. Eso es más que suficiente para mí.

Pese a la corta edad que demostraba, San Aegis recibió el apoyo ferviente de los ciudadanos de Romalia. La razón de esto era porque había un sentimiento especialmente tolerante que le rodeaba. Hasta cierto grado, que Henrietta podía identificarse con ese sentimiento, ella no podía sentir ninguna arrogancia en este joven Papa tampoco.

Pese a la buena noticia de su visita a Palacio, era en verdad inesperado. Y ella intuía, que algo pasaba para que tuviera que venir de improvisto. Hace apenas dos días que anuncio la visita a Tristain.

Recordó con una mueca el caos que se formó en el castillo por eso. Todas las cosas que tuvo que autorizar y firmar; Las visitas del Papa eran muy raras en verdad. La ultima que recordaba, fue cuando el Papa llego como huésped para la coronación del Rey de Tristain, su difunto padre.

Un Destino DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora