Respiré profundamente, evitando sus miradas penetrantes que parecían diseccionar mi propia voluntad. Steve me observaba fijamente, expectante, mientras su amigo que se mantenía de pie, con una frialdad casi tangible, parecía querer desvanecerme con tan solo su mirada.
Aclaré mi garganta, y finalmente rompí el silencio.
—Buenos días, mi nombre es Anna... Anna Wesker. —Mantuve mi tono lo más firme posible, resistiéndome a permitir que el nerviosismo traspasara mi voz. No les daría el placer de notar mi incomodidad.
—Bien, Anna, dinos, ¿cómo van los avances de la investigación en Novoburg? —preguntó Steve, en un tono que exigía precisión. Se acomodó en su asiento, apoyando el rostro en sus manos, como si cada gesto indicara que me prestaba atención absoluta.
El señor Stark, sentado frente a mí, mordisqueó distraídamente un caramelo, hundiéndose aún más en su asiento, esperando mi informe.
Aclaré nuevamente la garganta, y con un gesto rápido, proyecté imágenes holográficas de las víctimas de la bacteria en Novoburg.
—Lo que están viendo —comencé— es uno de los cuerpos que tenemos en aislamiento, afectado por una bacteria presente en las aguas de la región. Este patógeno induce una alteración radical en la fisiología tanto corporal como cerebral del huésped, transformándolo en una entidad violenta y autodestructiva. Los tejidos parecen colapsar bajo su propio peso, como si la biología misma del infectado se reescribiera en tiempo real.
—No me digan que esto no parece sacado de una película de terror —interrumpió Sam, su tono sarcástico apenas disimulando un nerviosismo palpable. Una sonrisa irónica cruzó su rostro, pero nadie le prestó atención; todos sabían lo serio de la situación.
Lo observé por un instante, y solo negué con la cabeza.
—Como mencionaba, algunos habitantes de la región reportaron que aquellos que bebieron del pozo local cayeron en un profundo letargo. Al poco tiempo, comenzaron a manifestar síntomas alarmantemente agresivos: erupciones cutáneas que cubrían su piel, acompañadas de un dolor tan insoportable que algunos, en su desesperación, llegaron a desgarrarse la piel con las manos.
Noté cómo el señor Stark, usualmente despreocupado, detuvo la masticación de su caramelo, sus ojos ahora atentos a lo que acababa de decir.
—¿Y quién garantiza que la bacteria provenga de los pozos? —preguntó Nat, lanzando la duda al aire, mientras sus compañeros permanecían inmóviles, atrapados en el frío eco de la incertidumbre.
Abrí la boca para responder, pero fui interrumpida por aquel hombre de mirada intensa, cuya presencia parecía atravesar el alma misma.
—Sí, el agua de los pozos está contaminada… —dijo con una voz sin matices, su mirada fija en el suelo, jugando distraídamente con el guante de cuero negro que cubría sus manos.
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ANHELO || ACOTAR FANFIC ||
FantasíaLa vida de una mujer, Anna, perdida entre sombras de incertidumbre y miedo, revela un mundo donde nada es lo que parece. A cada paso, el velo de lo desconocido se vuelve más delgado, y aunque el presente la ahogue, el tiempo susurra secretos a su al...