"Volvería a rebelarme ante todos los dioses", juró Afrodita, quien ya había ignorado las reglas de Zeus para estar con Adonis. "Volvería a buscarte, volvería a entregarme a ti, convertiría tu sangre mortal en eterna".
Afrodita se despidió de su amado con esas palabras y una última caricia sobre su piel fría.-Donde viven las musas.
Fiorella;
Adentré mis manos bajo su camisa para calentarlas un poco. Sostenía mi cintura firme encima de mi blusa y mi cabeza yacía en su pecho.
La calma reinaba en la habitación, no habíamos cruzado palabras desde hacía media hora. Sus ojos permanecían cerrados pero estaba despierto, lo sabía porque movía sus dedos en mi cintura y dejaba besos de vez en cuando en la coronilla de mi cabeza.
—¿En qué piensas?—Preguntó calmado.
—En nada, solo disfruto el ahora.—Contesté.
Prestaba atención a los detalles y a su respiración, a su tacto y a sus besos, a su compañía, por si pronto se acababa.
—A veces siento que estoy en un sueño.—Comenté tranquila.— Solo que no se acaba.
—Puede que un día despiertes, Fiore. Al final de todo no es aquí a donde perteneces.—Comentó con un sonido melancólico en su voz.
—Debe haber una forma de ir y venir, ¿no?
—Me mudaría aquí solo por si regresas.—Sonreí virando los ojos, ¿qué tanta verdad había en sus palabras?
El tiempo pasaba lento, quería volver a mi realidad, pero estando con él así, lo último que quería era estar en casa.
—Bueno, tengo que preparar la maleta.—Suspiré dejando salir un bufido por mi boca. Pareció tensarse y cerré mis ojos con arrepentimiento.—Solo me iré dos semanas. Te dejaré el hotel pagado y dinero para que estés tranquila.
Lo dijo distinto, estaba molesto y lo entendí. Al final de cuentas tenía que lidiar conmigo y solo me estaba haciendo el favor de volver cuando realmente ni siquiera vivía en este lugar.
—Perdón.—Dije sin tanto.—Estaré buscando la forma de volver mientras tanto.
—¿No me esperarás?—Preguntó un tanto descolocado pero negué con una sonrisa nostálgica en mi rostro.
—Si no lo consigo, te veo aquí en una semana.—Respondí, a lo que asintió no tan convencido y me quitó cuidadosamente de encima de él.
—Prepararé la maleta, entonces.—Asentí con un nudo en mi garganta.
El resto de la tarde pasó tranquila, sin mucha charla de nuestra parte. Él parecía estar hundido en sus pensamientos y yo dejándolo ser, que procesara lo que tuviese que procesar.
Poco después de las ocho pasó un auto por él para llevarlo al aeropuerto, dejándome sola en medio de la habitación sin tanto drama a la hora de despedirnos.
Tomé mis cosas, guardé el dinero que me había dado bajo el colchón por si no volvía. Era un acuerdo que habíamos tenido, así él podía tomarlo después.
Cerré la puerta con llave y me fui al inicio de todo. No había estatua, no había mucho. Pero ahí estaba yo, deseando volver a donde pertenezco, pero con la esperanza de ir y venir para volver a verlo.
Me había dejado un mal sabor de boca el sentirlo distante al despedirse, y unas ganas de abrazarlo se apoderaron de mi, pero ya era tarde, la luna llena era mi única compañía en medio de ese oscuro camino. Y supe que había pasado un mes desde que llegué, justo un ciclo lunar. Un mes sin ver a mi familia, a mi hermano. Me entró pánico, era demasiado tiempo y probablemente todos estaban preocupados mientras yo estaba viviendo mi romance adolescente con un señor de treinta años en los 80's.
Me acerqué a donde se supone que la estatua tendría que estar y cerré los ojos con fuerza sacando unas cuantas lagrimas.
Tal vez mi paranoia había llegado demasiado lejos y nada de esto había sido real.
Comencé a cuestionarme mi viaje al pasado y el porqué yo. En el cariño que había sentido por Ayrton y lo lindo que había sido este tiempo a su lado, la tranquilidad que sentía a su lado y que de cierta forma eso podía cambiar si es que no encontraba manera de regresar, en hacer los viajes recurrentes.
Pactaría con los Dioses con tal de hacerlo posible, por que quería volver a tenerlo cerca y de eso estaba segura. Quería sentir su perfume y su tacto acariciándome el alma.
Porque no sabía si aquello había sido real, pero lo que me hacía sentir era genuino y se sentía incluso en él. Aun con ese arranque de emociones negativas jamás me trató mal.
Abrí mis ojos con miedo y el reflejo de la luna llena en la estatua de metal impactó mi rostro. Mis ojos se abrieron grandes y mi mejor amiga abrazaba mi espalda sollozando.
—¿FIORE?— Volteé a ver a mi amiga. Quien tenía un rostro nervioso.—Me hiciste asustar, Fiorella.
—Perdón...yo no quise desaparecer así por tanto tiempo solo...—Mostraba mucha confusión en su rostro mientras yo lloraba.
—Tranquila, solo fueron quince minutos, pero no vuelvas a hacer eso. No me hagas asustar así. No sabía qué hacer y llamé a tu hermano, venían en camino los chicos.
—¿Quince minutos?
—Diez, quince, algo así. No medí el tiempo pero te perdiste en los ojos de la estatua, estabas hipnotizada y no me escuchabas cuando te decía que era Ayrton.
—Quince minutos.
—Si, diez minutos. Fiore, ¿Estás bien?—Miré sus ojos y solo quedaba preocupación en ellos.
—Ah, si. Solo que se sintió como mucho tiempo, por eso. Pero no te preocupes, yo estoy bien.
—¿Cuál es tu nombre completo? ¿Edad? ¿Lugar de nacimiento?
—Fiorella Barichelli, diecinueve años, Imola Italia.—Respondí y asintió asegurándose que yo estaba en mis cinco sentidos.
—
BASTAAAAA, quiero llorar:'(
Estoy de regreso por no se cuánto tiempo, pero me enmusé de nuevo so, a escribir full.