CAPITULO 1

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El aire en la oficina siempre parecía más denso cuando Taehyung entraba en la sala. Jungkook lo sabía, lo sentía, y aunque trataba de no prestarle demasiada atención, su mirada siempre se desviaba hacia la figura alta y elegante que caminaba entre los cubículos, estudiando a sus empleados con ojo crítico, pensando en quien sabe qué. Kim Taehyung no era un mal jefe, el problema era que la distancia que tomaba con sus empleados, lo volvía frio, incluso inaccesible.

El jefe Kim no solía entablar demasiadas conversaciones con sus empleados, al menos no más de las necesarias, pero su presencia era imposible de no ver; usaba impecables trajes de diseñador esculpidos única y exclusivamente para él, para su cuerpo esbelto y un poco entrenado. Llevaba siempre ese aire sereno que lo volvía inalcanzable.

Taehyung, con su cabello rubio y sus ojos oscuros e intensos era el tipo de hombre que hacía que la oficina entera (hombres y mujeres) giraran cabezas nada más verlo entrar al departamento.

Jungkook intentaba mantener la compostura, pero lo cierto era que, cada vez que Tae se acercaba, algo en su interior se encogía de los nervios. No importaba cuánto intentara enfocarse en su trabajo, sus dedos tamborileaban de forma automática sobre el teclado y su mente se desviaba de los informes que debía preparar. Había algo hipnótico en la manera en que Taehyung se movía, tal como si supiera exactamente cuánta atención atraía e incluso que disfrutaba de ello, de ser tan popular entre la gente que trabajaba para él.

Desde su escritorio, Jungkook podía ver su despacho acristalado. Usualmente mantenía la puerta cerrada, como si fuera un santuario personal, un lugar al que solo los más importantes miembros del personal eran invitados. Jungkook nunca había entrado allí, al menos no solo. Había estado en reuniones grupales, sí, pero siempre se mantenía en silencio, apenas atreviéndose a alzar la voz en presencia de su jefe. ¿Cómo iba a hacerlo, cuando cada palabra de Taehyung parecía medir el éxito o el fracaso de su carrera? Taehyung era hermoso, sí, pero a veces Jungkook lo comparaba con un diablillo. Un diablillo exitoso y consiente de su éxito.

Era una tarde cualquiera cuando HueningKai, su compañero de cubículo, rompió la concentración de Jungkook con un codazo suave e insistente.

—Estás mirando otra vez, Hyung —Jungkook no pudo pasar por alto el tono burlesco de su voz. HueningKai era el miembro más joven del personal... y un adicto al chisme.

Jungkook desvió la mirada hacia la pantalla de su ordenador, tal como si un fantasma se le hubiese atravesado ante los ojos. Un rubor rosadito le subió por el cuello y trepó hasta sus mejillas.

—No estaba mirando —murmuró, aunque la mentira era tan transparente que Kai ni siquiera se molestó en responder.

Soobin, que ocupaba el escritorio frente a ellos, alzó una ceja pero sin apartar la vista de los documentos que revisaba.

—Lo haces siempre, Jungkook —añadió Soobin, con el tono cargado de ese típico aire de sabiduría que tanto irritaba a Jungkook—. No es que te esté echando la culpa por hacer algo indebido, pero deberías controlarte un poco. La gente empezará a chismosear.

Por gente, estaba claro que se refería a él y a HueningKai. Ah, sí: el dúo dinámico.

Jungkook lanzó un suspiro y bajó la cabeza mientras fingía concentrarse en su trabajo.

Desde el primer día que vio a Taehyung, descubrió que había algo en él que lo desarmaba. No era solo su apariencia—aunque nadie podía negar que fuera absurdamente atractivo—, era su forma de ser. Frío, distante, siempre perfectamente en control, como si nunca se permitiera el lujo de cometer un error. Jungkook sabía que Tae no era solo un jefe eficiente; era brillante. Pero también era una figura que estaba a años luz de cualquiera que trabajara bajo su mando.

ᴀᴍᴏʀᴇꜱ ᴅᴇ ᴏꜰɪᴄɪɴᴀ [𝗧𝗮𝗲𝗸𝗼𝗼𝗸-𝗦𝗼𝗼𝗸𝗮𝗶] HISTORIA CORTA ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora