Envidia

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Entré a la academia. Minho, aquel chico con el que tuve una pequeña discusión, me ignoraba todo el tiempo. Yo también lo hacía. Pero por su (nuestra) culpa, el ambiente en la sala era muy tenso.

Al haber ingresado un poco tarde a la academia, las competencias estaban cada vez más cerca. Yo sabía que podría hacerlo. Estaba muy bien entrenado y podía aprender y mejorar rápido. Ese día nos dirían en qué bailes estaríamos.

—Bueno. Ya aprendieron todas las coreografías. Y veo que ya están preparados para esto. Les diré en cuántas coreografías estarán, y con quién.

Todos estaban nerviosos. Queríamos estar en una coreografía específica, pero era decisión del profesor en cuál deberíamos estar.

—Lee Felix, estás en tres coreografías. La primera con Yeji, Minji y Minho, tu solo, y el dueto será con...

Estaba nervioso. ¿Por qué lo pensaba tanto?

—Iba a ser con Minji, pero te pondré con Minho.

Me sorprendí, pero no dije nada; no quería más problemas de los que ya había.

Después de terminar de asignar los solos, empezamos a practicar. Aún no asimilaba el hecho de hacer el dueto con Minho, pero tendría que hacerlo.

—Ahora el dueto de Felix y Minho, vengan al centro.

Nos pusimos en medio de la sala y la música empezó a sonar. Íbamos descoordinados. Eso me estresó y bajé los brazos con enojo.

—¿Puedes dejar de adelantarte?

Se rió burlón.

—Tú vas muy lento, escucha los ritmos.

Rodé los ojos.

—Los dos están mal con los tiempos—interrumpió el profesor. —Escuchen bien y ayúdense entre ustedes. Es un dueto, tienen que parecer uno solo.

Seguimos practicando hasta que el día terminó. Me acerqué a mi bolso y me senté a su lado, exhausto. Tomé mi botella y bebí todo el agua restante. Minho se acercó al ver que no tenía más agua y me ofreció su botella. Lo miré confundido, pero la acepté; moría de sed.

—Gracias —dije, devolviéndole la botella. Él no respondió.

—Cierren cuando se vayan, si aún se quedan —indicó el profesor antes de salir.

Minho se sentó a mi lado.

—Quiero que sea perfecto. Quiero ganar.

—¿Crees que yo no? Por algo empezamos con el pie izquierdo cuando nos conocimos.

Rió.

—Quiero ganar, pero no que seas mejor. Ni mucho menos como yo.

Lo miré.

—Pues es un dueto. Tengo que ser como tú.

—Prefiero rebajarme a ti.

Rió y se levantó.

—¿Quién te crees?

—No me creo, soy.

Reí y me levanté.

—Sí, ajá, sigue hablando.

Me acerqué a él, ya estaba enojado.

—Ay, ¿te ofendí? Perdón... —exclamó con sarcasmo. Lo empujé.

—¡¿Qué te pasa?!

—No me provoques. No querrás verme enojado.

—Pff, qué miedo.

—Soy cinturón negro en taekwondo.

—Ah sí, yo también.

Me sorprendí; teníamos bastante en común. No le respondí y pasé a su lado, empujándolo con el hombro.

—¿Vas a seguir practicando para ser como yo?

—No seré como tú, seré mejor.

Él rió, y seguimos practicando.

Después de dos horas, finalizamos. No lo saludé; tomé mis cosas y salí. Necesitaba aire. De pequeño, me diagnosticaron asma. No solía tener crisis, pero si me esforzaba mucho, el pecho se me cerraba un poco. Después de bailar cinco horas seguidas, sin mucho aire circulando, mi pecho se cerró un poco. Salí rápido e inhalé profundo; me dolía un poco el pecho. Saqué mi inhalador y lo usé. Respiré profundo de nuevo.

—¿Eres asmático? —me volteé; era Minho.

Asentí.

—No tendría que haberme esforzado tanto.

—La verdad no. No querrás que se te cierre el pecho queriendo ser mejor que yo.

Me palmó la espalda y, con una sonrisa forzada, se fue. Me reí; me daba gracia lo creído que era.

—Soy mucho mejor que él. Y si no lo cree, ya lo verá.

Pasos Opuestos:Al Ritmo Del Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora