Quimica

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Habían pasado ya dos semanas desde la última vez que fui a la academia. Después de visitar al médico por un breve dolor en el pecho, me recomendaron no bailar por al menos tres semanas. Eso me molestaba. Amaba bailar, pero si no tomaba un descanso, sería mucho peor.

Solo iba a la escuela, saltándome educación física. Por un lado, me gustaba tener el certificado; me divertía ver a mis compañeros y no hacer nada. La clase de historia terminó, y se me hizo interminable esa hora. Aquí tienes la versión corregida de tu texto:

Habían pasado ya dos semanas desde la última vez que fui a la academia. Después de visitar al médico por un breve dolor en el pecho, me recomendaron no bailar por al menos tres semanas. Eso me molestaba. Amaba bailar, pero si no tomaba un descanso, sería mucho peor.

Solo iba a la escuela, saltándome educación física. Por un lado, me gustaba tener el certificado; me divertía ver a mis compañeros y no hacer nada. La clase de historia terminó, y se me hizo interminable esa hora. Me acomodé en el banco, dispuesto a dormir.

Sentí que alguien me tocaba el pelo. Levanté la cabeza. Era Minho. No había hablado con él desde lo que sucedió en el autobús. Se sobresaltó al ver que lo volteé a ver. —Tenías un bicho —dijo nervioso, y se fue. Me reí. Me causaba gracia ver por qué se ponía tan nervioso. Me levanté y fui a buscar algo para comer. Ahí estaba Minho. Me acerqué a él y lo saludé.

Revisé mis bolsillos buscando dinero, pero nada. —¿No tienes dinero? —preguntó. —Creí que tenía, mejor iré a ver bien. Estaba por irme, pero me tomó del brazo y me ofreció su yogurt. Se lo negué. —Está bien, iré a ver si tengo dinero. No es necesario. —Tómalo —dijo serio. Lo miré atónito y tomé el yogurt. Se fue a sentar en un banco, y lo seguí para sentarme junto a él. —¿No te incomoda saber que me gustas? —preguntó. Negué con la cabeza. —Me da gracia verte ponerte nervioso. Se puso rojo y dejó de mirarme. Reí.

—Mañana es mi cumpleaños —comentó—. Haré una fiesta por la noche, por si quieres venir. Sonreí. —Claro, iré. Sonrió y me dio su teléfono. —Pon tu número. Te hablaré luego. Asentí y le di mi número. Nos quedamos en silencio mientras yo tomaba el yogurt.

—¿Cuándo vas a volver a la academia? Ya no tengo con quién competir —sonrió. —Volveré la semana que viene, si el doctor me lo permite. Suspiró. —Te lo dije, debías descansar. Le sonreí. —Y no te hice caso, y ahora no puedo bailar. —Espero que te recuperes pronto. —Eso espero yo también...

Hablamos por largo rato sobre muchas cosas. Me di cuenta de que, en realidad, teníamos mucho en común y que éramos muy parecidos en gustos.

Llegué a casa y me senté en el sillón. Un mensaje llegó. —Este es mi número, agéndame :b Sonreí.

—Felix, ¿puedes ir a comprar? —preguntó mi madre. Me levanté, tomé el dinero y salí. Tenía que comprar algo de pan. Llegué a la tienda y ahí estaba Hyunjin. Sonreí al verlo. —¡Hyunjin! ¡Qué sorpresa! —exclamé. Él sonrió. —¿Vives por aquí, Lix? Asentí. —A menos de una cuadra. ¿Tú vives por aquí? —Sí, vivo aquí. —¿La tienda es tu casa? Asintió. —Vivo atrás. —¿Por qué nunca te había visto? —Salgo por atrás, es un lío salir por aquí.

Intercambiamos algunas palabras y me acordé de Minho. —No te conté... Minho se me declaró. Hyunjin golpeó la mesa. —¡Lo sabía! No eran solo mis pensamientos. ¿Qué le dijiste? Suspiré. —Le dije que no sabía lo que sentía por él, y él dijo que me esperaría... Sonrió. —Es muy tierno, Lix. Si te llegara a gustar, serían una linda pareja. Sonreí y me apoyé en la mesa. —También me invitó a una fiesta. —¿Su cumpleaños? —preguntó Hyunjin, sonriendo. Asentí. —No sé qué regalarle. Hoy hablamos mucho, pero aún así no sé qué le puede gustar. Hyunjin hizo una mueca, pensando. —Regálale algo que tenga que ver con gatos. Si es de gatos, lo va a amar. Y si viene de ti, cualquier cosa le va a gustar. Asentí, pensando en el regalo. —Está bien, gracias, Hyun. Lo abracé y me fui.

Pasos Opuestos:Al Ritmo Del Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora