Tu y yo

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Los días pasaron y poco a poco la tensión que había entre nosotros se fue volviendo más clara. Ya no era suficiente el "tú y yo", ni los besos robados que no definían nada. Ambos sabíamos que queríamos más, pero seguíamos evitando la conversación. Hasta que una tarde, en la academia, todo cambió.

Era un día común, una tarde de clases de baile. Observé a Minho mientras él se movía con esa pasión que siempre lo caracterizaba, aunque todavía se notaba que algo lo frenaba. Después de la clase, salimos juntos, como de costumbre, pero esta vez el ambiente se sentía diferente, más cargado de lo habitual.

—¿Podemos hablar? —dije, deteniéndome a mitad del camino.

Minho se detuvo, algo nervioso, pero asintió.

—Claro. ¿Qué pasa?

—Ya no puedo seguir con esto —dije, de golpe, sintiendo cómo el corazón me latía fuerte en el pecho.

Minho me miró, confundido, y por un momento vi el miedo en sus ojos.

—¿A qué te refieres?

—A nosotros, Min. Ya no puedo seguir con este "tú y yo" sin definir lo que realmente somos. No quiero seguir fingiendo que somos solo amigos cuando ambos sabemos que hay algo más.

Minho desvió la mirada, claramente incómodo, pero no dijo nada. Su silencio me hizo sentir que tal vez había cometido un error al sacar el tema, pero ya no podía dar marcha atrás.

—Sé que tu familia es un problema, y sé que tienes dudas por todo lo que te está pasando, pero... yo quiero estar contigo. No como algo indefinido, sino de verdad. Quiero que seamos pareja, Minho.

Hubo un momento de silencio incómodo. Minho respiró hondo, como si estuviera procesando mis palabras. Finalmente, se giró hacia mí, su mirada más decidida de lo que había esperado.

—Tienes razón —dijo con calma—. Yo también he estado evitándolo. Quiero estar contigo... pero he tenido miedo. Miedo de lo que pensarán los demás, miedo de que esto no funcione... pero ya no quiero seguir escondiéndome.

Lo miré, sorprendido, mientras él continuaba.

—Lo que siento por ti va más allá de lo que piensen mis padres o cualquier otra persona. Me haces feliz, y no quiero seguir alejándome de eso.

Mi corazón se aceleró al escuchar sus palabras. Sentí una oleada de alivio y alegría.

—¿Entonces... estamos juntos? —pregunté, con una pequeña sonrisa.

Minho se acercó a mí, tomó mi mano y me miró a los ojos con una seriedad que nunca antes había visto en él.

—Sí, estamos juntos. Quiero que seas mi pareja, de verdad.

Mi sonrisa se amplió y, sin pensarlo, lo abracé fuerte. Sentir su cuerpo contra el mío, saber que finalmente habíamos dado ese paso, me llenaba de una felicidad indescriptible. Nos quedamos así un rato, abrazados en medio de la calle, sin importarnos quién pudiera vernos.

Minho se separó un poco y me miró a los ojos antes de inclinarse hacia mí y besarme. Pero esta vez fue diferente. No era el beso casual de antes, ese que intentaba evitar lo obvio. Era un beso lleno de certeza, de promesas.

Cuando nos separamos, ambos sonreímos como tontos.

—Tengo que decirle a mi mamá que ya puede agendarte como su nuero en el celular —bromeé, recordando la conversación que habíamos tenido días atrás.

Minho rió y me dio un ligero golpe en el brazo.

—Bueno, al menos ahora será oficial —dijo, con una sonrisa traviesa.

Pasos Opuestos:Al Ritmo Del Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora