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Después de regresar a casa, Yoongu se tumbó en la cama de la habitación de Dan. El plan era escapar, despejarse, encontrar un poco de paz lejos de los lugares que le recordaban a Heesung. Pero ahora, mientras rodaba de un lado a otro entre las sábanas arrugadas, se daba cuenta de lo imposible que era dejar atrás esos recuerdos. Cerró los ojos con fuerza, intentando relajarse, pero su mente lo traicionaba, regresando una y otra vez a la misma persona que intentaba olvidar.

Choi Heesung.

Lo que alguna vez había comenzado como algo puramente físico, una atracción superficial que poco a poco fue evolucionando, ahora pesaba en su corazón como una carga que no sabía cómo soltar.

Los primeros encuentros habían sido apasionados, desbordantes de deseo. Ninguno de los dos había esperado más que momentos fugaces de satisfacción.

Pero los sentimientos, esos malditos sentimientos, se colaron en Yoongu de manera inevitable. Yoongu, que siempre había sido cuidadoso con quién abría su corazón, no pudo evitar enamorarse.

Jaekyung podía haber sido su primer crush, pero Heesung era su primer amor. El primero que lo hizo sentir vulnerable, el primer hombre con el que intimó, el primero que lo hizo creer que tal vez era posible ser querido de verdad.

Y eso lo hacía todo aún peor.

Yoongu se volteó una vez más en la cama, con el brazo cubriendo sus ojos, como si de esa manera pudiera bloquear las imágenes que se formaban en su mente. Pero no había forma de ignorarlas. Recordaba la primera vez que Heesung lo había abrazado más allá de lo casual, más allá de lo físico...

Había algo en ese gesto que lo había desarmado por completo. Esa vez, Yoongu había sentido un tipo de calidez que nunca antes había experimentado. Una calidez que le había hecho pensar, aunque fuera por un segundo, que tal vez lo que tenían podía ser algo real.

Pero ahora... ahora todo estaba roto. Y la indiferencia de Heesung respecto a ni siquiera pensar en lo que él sentía realmente era como una bala fría.

Y cada gesto de disculpa de Heesung solo hacía más profundas las grietas. El maldito camión de comida, las rosas, la serenata. Heesung pensaba que con grandes gestos podría compensar todo lo que había pasado, todo el daño que había hecho.

Yoongu apretó los puños sobre la cama, su pecho ardiendo de una mezcla de frustración y dolor.

Él no quería perdonarlo.

No quería seguir sintiendo algo por alguien que lo había hecho sufrir tanto. Y sin embargo, aquí estaba, a miles de kilómetros de distancia, en otra ciudad, en otro país, y aún no podía sacarse a Heesung de la cabeza.

Los ojos de Yoongu se abrieron de golpe, pero todo lo que vio fue el techo, iluminado por la luz tenue de la luna que se colaba por las cortinas. En su mente, sin embargo, no podía dejar de ver esos malditos ojos de Heesung.

Ojos que nunca había visto en nadie más, de un tono rosa extraño e inusual, que siempre lo habían desconcertado. Al principio, había pensado que eran raros, hasta perturbadores. Pero con el tiempo, esos ojos se habían vuelto algo que Yoongu había llegado a amar.

Eran bonitos, a su manera... Profundos... Y, cuando lo miraban, él había creído ver algo más.

Algo que quizás era amor.

Ahora, esos ojos solo le recordaban lo engañado que había estado. Porque, ¿cómo podía haber amor en alguien que te hace daño? ¿Cómo podía querer a alguien que no buscaba lo que él? ¿Alguien que no quería estar atado a nadie.

Quería olvidar el dolor, pero también quería olvidar los buenos momentos.

Porque esos eran los peores.

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO II (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora