༺No imaginaba que compararte con los gatos fuera tan eficaz༻
Aelirenn no era tan alta como Yennefer, pero sus pasos eran más rápidos, intencionados y difíciles de seguir. Hizo todo lo que pudo por alcanzarla, hasta casi trotar por el pasillo de tiendas de campaña para igualar su ritmo. Como en ocasiones anteriores, los soldados se apartan de su camino, pero ahora saludan a la joven cuando pasan, y se inclinan. Aelirenn tenía mucha presencia y Yennefer podía asegurar que portaba sus cicatrices y heridas como si fueran joyas. La muchacha agarró distraídamente la capa que lleva al hombro, cuyas manchas de sangre parece que no le importan.
—Me parece que tú nunca aprendiste las lecciones de tacto —dijo Yennefer con obvia despreocupación, como si hablar de ello fuera un chismorreo sin importancia.
Aelirenn se mordió el labio.
—Soy Hersir, Yennefer. No puedo darme el lujo de tener tacto.
No era tan tonta como para morder el anzuelo. La joven había estado tanteándola, incluso a ella, pone a prueba su reacción, su lealtad. Pero para Yennefer no era más la niña que imploraba ayuda. Ya no era tan fácil de leer. Ha vivido caminando sobre un alambre de púas; había tenido que equilibrar una mentira tras otra y ocultarse. Hacer lo mismo ahora y esconder profundamente sus pensamientos ya era fácil. Así que Aelirenn respinga la nariz, y adopta la mascara fría que perfeccionó hasta entonces.
—Se nota, no hay nada congelado por aquí —le dijo Yennefer.
Intentaba descifrarla mientras Aelirenn intentaba descifrarla a ella. Encubre muy bien sus expresiones, pese a lo cual la sorpresa no deja de asomarse en sus ojos. La sorpresa y la curiosidad.
No había olvidado cómo fueron tratadas al llegar, vigilantes armados y displicencia. La manera en la que las miraban, especialmente a Aelirenn. Y la joven lo soportó todo como un perro apaleado. Después de la traición a su familia y todo el asesinato que lo siguió, y las disputas entre ambos lados del muro, no le quedaba más que levantar la cabeza. No la culpó por eso. Pero ellos no conocen su corazón ni su fuerza tan bien como Yennefer. No saben que, en realidad, es sumamente peligrosa. Y que, de hecho, yo también lo soy. Podría controlarlos si quisiera. Podría ahogar en llamas todo el campamento. Pero, en todo caso, ambas eran un consuelo. Eran las armas más poderosas de todas en un campamento lleno de guerreros, y daba la impresión de que ellos no lo sabían.
Parezco débil porque quiero. Aelirenn hablaba de ella cuando dijo eso, para explicar los motivos de porque debían escucharla cuando les habló de estrategia. Ahora Yennefer se preguntaba si no quería también transmitir un mensaje. Como el de las palabras que disfrazó en una carta a Geralt hace tiempo.
—Estoy seguro que le gusta ser jinete de dragón, milady —comentó Roose Bolton en un tono que daba a entender que suponía justo lo contrario— Imagino que usted y su dragón podrían acabar con las tropas enemigas antes de que siquiera lleguen a...
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¹Reyes del Norte•GOT
FantasiaLa casa Nidhögg es una estirpe tan antigua como los mismos hijos del bosque. Estos primeros hombres, cuyos nombres resuenan en las leyendas susurradas por las nanas durante las noches de insomnio, libraron una eterna batalla contra los amos de drago...