Capítulo XIII: Un error para bien

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Se levantó del piso y fue a sentarse a un sillón mientras trataba de pensar en algo para bajar el bulto aún algo notable en su pantalón.

—Entonces, ¿cuál será la receta?— la voz de Suguru se hizo sonar desde la cocina.

—Ya no quiero cocinar.

—Vine a tu casa a costa de una receta.

—Mmh… pero tengo flojera.

Los pasos del azabache se escuchaban, se dirigía a la sala de estar.

—Mi madre dijo que le llevará de lo que hiciéramos.

—Creo que tengo unas galletas, hay que llevarle eso.

El azabache se sentó al lado del peliblanco.

—Oye, Suguru, ¿te quieres quedar a dormir?, no quiero estar solito.— Volteó a ver a Geto, esperando su respuesta.

El de ojos castaños vio esa oferta como una oportunidad enorme para poder follarselo.

—Sería de preguntarle a mi madre

—Pues vamos.

—Bueno, pero llevemos las galletas que dices y se las damos.

Satoru sonrió y se dirigió corriendo a la cocina para poder buscar aquel alimento.

¡Bingo!” Eran unas galletas chiquitas con chispas de chocolate.
Regresó corriendo a dónde su amigo.

—¡Vamos!

—Bien.—Se levantó del sofá —¿Has visto la mochila que traía?

—No, sabrá Dios a donde la aventaste.

Habían tocado el portón algunas veces, Gojo y Geto esperaban fuera de la casa, con la esperanza de que su madre abriera.

—¿Qué crees que nos diga tu mamá?

—La verdad no estoy seguro

Antes de que Satoru volviera a golpear la puerta, está se abrió.

—¿Tan rápido cocinan?—La mujer se apoyó en el marco de la puerta.

—De hecho, no.— el albino tendió la mano derecha para saludar a la madre de su mejor amigo, quien correspondió.

—Venimos a pedirte algo.—Suguru extendió la mano donde llevaba las galletas.—¿Me dejas quedarme a dormir en casa de Satoru?

La mujer tomó el empaque que le ofrecía el azabache; observó a su hijo y al albino, ambos sonriendo, después miró las galletas por unos segundos y regresó la vista a los jóvenes frente a ella.—¿Me están sobornando?

—No, solo es en recompensa de que no cocinaremos, Satoru no tiene los ingredientes.

El ojiazul se rascó la nuca mientras sonreía avergonzado.

—Bueno, mis amigas y yo estábamos planeando salir de noche, así que supongo que tienes permiso.

Ambos hombres se voltearon a ver, con felicidad en el rostro.

—Adelante.— dijo la mujer para después dar paso a los adolescentes.

Los pasos de Suguru se escucharon mientras se dirigía a las escaleras para llegar a su habitación, en cambio Satoru fue a la sala junto a la madre de su mejor amigo.

—¿Y no te causa molestias ese retrasado?

—Ay, señora, no le diga retrasado, aunque si lo está un poquito.— Dijo a manera de juego.
La mujer soltó una pequeña risa.

★El álbum de fotos (SatoSugu/SuguSato) ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora