Temible e infame, Jeon Jungkook era la verdadera encarnación del caos. Caminaba con aire indiferente, su figura alta e imponente proyectaba una sombra sobre los que se atrevían a cruzarse en su camino. Sus rasgos intimidantes estaban enmarcados por una melena rebelde, que caía en desorden alrededor de sus pómulos afilados. Una larga chaqueta negra cubría sus anchos hombros, y la tela estaba adornada con salpicaduras de pintura roja que parecían burlarse de la idea de un corazón en su pecho. Sus ojos, profundos y penetrantes, no contenían ningún rastro de emoción, sólo manchas de pintura negra que aumentaban la intensidad de su mirada. Un auténtico nihilista, vivía para sí mismo y hacía lo que le daba la gana, sin importarle las consecuencias. Sin embargo, tenía un encanto innegable que atraía a los demás como polillas a la llama. Sí, Jeon Jungkook era el villano perfecto, y disfrutaba de cada momento.
Pero bajo la superficie de aquel encanto yacía una oscuridad que latía como una tormenta lejana, esperando el momento oportuno para desatar su furia. Mientras paseaba por las desoladas calles de la ciudad, el aire se espesaba con la tensión, los susurros de aquellos que se atrevían a pronunciar su nombre resonaban en sus oídos. "Cuidado", murmuraban, con los ojos muy abiertos por el miedo, "la noche es suya".
Los labios de Jungkook se curvaron en una sonrisa sardónica al escuchar los susurros. Tenían razón al temerle, pues estaba a punto de desatar el caos en su preciosa ciudad. Su objetivo: Park Jimin, el siempre leal ayudante del amado héroe de la ciudad.
Al caer la noche, Jungkook se retiró a su guarida: un almacén abandonado en las afueras de la ciudad. El exterior del edificio era una fachada en ruinas, pero el interior era un laberinto de metal retorcido y luces de neón parpadeantes. Se paseó por el suelo, con el eco de sus botas contra el hormigón, mientras formulaba su plan.
Mapas y fotos de vigilancia cubrían las paredes, cada una meticulosamente marcada con las rutinas diarias de Park Jimin. Los ojos de Jungkook brillaban con una anticipación malévola mientras trazaba el camino que Jimin seguía cada noche: una danza cuidadosamente coreografiada a través de los bajos fondos de la ciudad, donde las sombras se mezclaban con el parpadeo de las farolas. Jimin era predecible, casi dolorosamente predecible. Cada paso que daba irradiaba un inquebrantable sentido del deber y la rectitud, rasgos que Jungkook detestaba por igual. El ayudante del héroe era un faro de esperanza y a Jungkook le encantaba apagar esa luz.
Empezó a reunir sus herramientas: una elegante daga negra que siseaba al deslizarse fuera de su funda, un puñado de bombas de humo para la teatralidad y un frasco de una sustancia plateada que había preparado precisamente para aquella ocasión. Era un cóctel de miedo y tentación, algo que desarmaría a Jimin de un modo que el joven ayudante no vería venir. La emoción corría por las venas de Jungkook como electricidad; esa noche sería un punto de inflexión, un capítulo en su implacable cruzada contra las débiles virtudes de la ciudad.
Cuando salió al aire fresco de la noche, la luna colgaba baja y llena, proyectando un resplandor etéreo sobre las calles desiertas. Cada paso que daba parecía el tic-tac de un reloj, la cuenta atrás hacia el momento en que la depredación chocaría con la virtud. La ciudad se extendía ante él como un lienzo de sombras y luces, y él se deleitaba con sus contrastes.
Jungkook se movía con determinación, con los músculos tensos por la expectación, mientras navegaba por las laberínticas callejuelas que conducían a su objetivo. El zumbido distante de la ciudad se ahogaba en el rugido de los latidos de su propio corazón, un ritmo seductor que lo impulsaba aún más hacia la oscuridad. Casi podía saborear la victoria en la lengua; era dulce, mezclada con malicia y rebelión.
La noche se hizo más profunda y Jungkook encontró un punto de observación perfecto. Encaramado en lo alto de una escalera de incendios oxidada, podía ver a Jimin al doblar la esquina, su figura iluminada por la farola parpadeante.
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LA SOLEDAD DEL VALOR 勇気 KOOKMIN
FanfictionJimin es el fiel asistente de un héroe reconocido, siempre a su lado en cada batalla y misión. Sin embargo, cuando el villano Jungkook decide secuestrarlo, lo hace con la certeza de que el héroe vendrá a rescatar a su valioso compañero. Para su sorp...