《 Prólogo 》

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La primera vez que escuché hablar de aquel lugar fue cuando se llevaron a mamá a uno de tantos sacrificios. Tenía solo 10 años. Fue la última vez que la vi. La leyenda de un lugar donde podríamos vivir sin el yugo de las Brujas era casi un sueño en este tortuoso mundo, y soñar era lo que menos debíamos permitirnos.

Mi celda en el calabozo era fría y oscura, el suelo de piedra parecía absorber cualquier ruido. Nunca había visto el sol ni la luna, pero sabía que tanto vampiros como lobos temían a ambos astros. La obscuridad del lugar era casi parte de mí. El olor a humedad y moho impregnaba cada rincón, y el eco de los gritos y lamentos de los demás prisioneros resonaba en mi mente.

El ruido de los pasos en el pasillo se hacía cada vez más fuerte hasta que cesó. Había contenido la respiración y no sabía en qué momento había pasado eso. La puerta de metal se abrió y un hombre alto, con ojos fríos, me miró como si fuera un objeto. Luego, jaló algo a su lado y lo aventó dentro de la celda.

La curiosidad me ganó. Me acerqué y vi a una señora mayor, herida y asustada. A pesar de las advertencias de mamá de no mostrar empatía por nadie, sentí una conexión con ella. Mi instinto me dijo que la ayudara.

Puse mis manos sobre ella y una pequeña luz blanca surgió, curando sus heridas. Pero mi cuerpo se resentó. Mi visión se nubló y caí al suelo, recordando los ojos de mamá por última vez. La señora me miró con gratitud y susurró:

"Busca la Tierra Prometida... allí encontrarás la verdad..."

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⏰ Última actualización: Oct 19 ⏰

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HIBORYA: Las montañas de MarmolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora