QUÉ VOY a hacer contigo? –le preguntó Lauren horas más tarde, sentada junto a Camila en uno de los lujosos asientos de cuero de su avión privado. Debajo de ellas se extendía New York, como una colcha de patchwork, y sobre ellas no había nada más que el cielo azul y un sol resplandeciente. Alargó una mano y tomó un mechón de su cabello castaño, enredándolo en torno a su dedo.
–Pues casarte conmigo, naturalmente –respondió Camila inclinándose hacia ella–. Para eso has recorrido medio mundo para venir a buscarme, ¿no?
–¿Pero es lo que quieres? –Le preguntó Lauren poniéndose muy seria y frunciendo ligeramente el ceño–. Me temo que tengo muchos defectos. Dudo que la opinión que tienes de mí mejore cuando me conozcas mejor.
–Es lo que quiero –respondió ella en un tono suave pero firme–. Eres Lauren Jauregui. No creo que haya otra mujer sobre la faz de la tierra tan fascinante como tú.
–No bromeo, Camila –insistió ella.
Ella comprendió de pronto que estaba aterrada, que aquella mujer fuerte y súbita tenía miedo. Puso su mano sobre la de ella. «No puedes elegir a quién amar», le había dicho su madre encogiéndose de hombros cuando le había explicado lo que había ocurrido, y que pensaba casarse con Lauren después de todo, a pesar de todo. «Las cobardes son las únicas que no obedecen los dictados de su corazón, Camila. No lo olvides nunca».
–No pertenezco a tu mundo por mucho que lo pretenda –murmuró Lauren–. La gente se siente atraída por mi dinero, por mi poder, pero ninguno de ellos olvidará jamás de donde provengo.
–Ni deberían –replicó ella. Lauren la miró contrariada–. Lo has dicho como si fuera algo de lo que tuvieras que avergonzarte –se explicó Camila–. Yo creo que no deberías avergonzarte de tu pasado, Lauren. Superaste unos obstáculos inconmensurables, y lo hiciste sin la ayuda de nadie, ni siquiera de tu padre – sacudió la cabeza–. Deberías estar orgullosa.
–Tú no lo comprendes... –comenzó Lauren.
–¿Puedo preguntarte quiénes son esas personas que no son capaces de ver más allá de tus orígenes? –la interrumpió ella–. ¿Gente como mi hermano? ¿Personas mimadas y malcriadas que han heredado de otros la fortuna que tienen? ¿Por qué debería importarte lo que piensen?
Lauren le apretó la mano y esbozó esa media sonrisa que ella adoraba.
–Luego no podrás cambiar de opinión, Camila –le advirtió mirándola de un modo posesivo, implacable–. Si te casas conmigo, ya no habrá vuelta atrás.
Ella entrelazó su brazo con el de Lauren y le dijo sin vacilar: –No quiero mirar atrás, sino adelante. Esto es sólo el principio. Luego se inclinó hacia ella y la besó en los labios.
Cuando Camila se despertó, Lauren lo supo de inmediato. Era como si tuvieran una conexión psíquica. Se apartó de la barandilla, bañada por la luz de la luna llena que brillaba sobre el mar, y a través de las puertas abiertas del balcón miró a Camila, que se había incorporado en la cama y estaba frotándose los ojos.
Se habían casado en una ceremonia privada en los jardines de la villa, el mismo lugar donde iban a haberse casado semanas atrás, porque les había parecido que eso ayudaría a hacer que cicatrizaran las heridas. Y ahora era su esposa; suya, para siempre. Lauren aún no podía creérselo.
–¿Qué estás haciendo? –le preguntó ella con voz soñolienta.
Lauren entró en la habitación y se sentó en la cama junto a ella. Quería tomarla otra vez en sus brazos, perderse en su cuerpo como había hecho tantas otras veces, como había hecho esa misma noche, pero en su mente zumbaban un sinfín de preguntas, y necesitaba respuestas.
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LA VENDETTA E L'AMORE
Aktuelle LiteraturLa venganza siempre es mejor fría... no? La famosa Lauren Jauregui andaba en busca de una nueva amante cuando, de repente, la heredera Camila Cabello se ofreció voluntaria. ¿Podían ser tan fáciles de conseguir placer y venganza? Camila sabía que no...