• Prólogo •

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En aquel lugar, dos mundos estaban a punto de colisionar

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En aquel lugar, dos mundos estaban a punto de colisionar. La vida de Go Yahwi y Caín cambiaría para siempre aquella noche, aunque ninguno de los dos lo sabía aún. Eran como el día y la noche: opuestos en todo, incapaces de soportarse, y aún menos conscientes de que sus caminos estaban destinados a cruzarse de formas que ninguno podría prever.

Go Yahwi era el tipo de hombre que siempre dejaba una marca donde fuera. Hijo de una dinastía de industriales, su sola presencia imponía respeto. Con su cabello negro peinado impecablemente hacia atrás y sus ojos dorados—afilados como la mirada de un depredador—, Yahwi era sinónimo de control y perfección. Vestía trajes a medida y cada uno de sus movimientos era preciso, casi mecánico, como si la emoción fuera un lujo que no podía permitirse. Beta de nacimiento, había aprendido a vivir con la sombra de la indiferencia en una sociedad que valoraba la jerarquía del instinto por encima del mérito. Pero eso nunca le importó; él ganaba poder a través de su intelecto, no de su naturaleza.

Por el contrario, Caín Lupus, recién llegado de EE-UU, era un torbellino de energía. Siempre con una sonrisa lista y un brillo encantador en los ojos verde esmeralda, Caín irradiaba calidez donde fuera que estuviera. Nacido en el seno de una familia adinerada, no solo poseía riqueza, sino también una actitud despreocupada que lo hacía amado por todos. Era el alfa que todos esperaban: imponente, protector, pero con una simpatía desarmante. Nunca había tenido que luchar por nada; la vida le había dado las cartas ganadoras desde el principio. Sin embargo, él tenía una única debilidad: un deseo desesperado por encontrar un amor verdadero.

Ambos chicos no podrían ser más distintos y, sin embargo, sus caminos se cruzaron por una razón particular: Jooin, un omega tan encantador como inalcanzable. Este era el objeto de sus afectos, el punto de fricción en el que chocaban la frialdad calculadora de Yahwi y la alegre insistencia de Caín. Ambos se habían obsesionado con ganarse el amor de Jooin, sin saber que competían por el mismo corazón. Habían compartido miradas frías en galas y encuentros fortuitos en restaurantes exclusivos, fingiendo cortesía mientras por dentro cada uno veía al otro como un obstáculo.

Fue así como el destino intervino con una sutileza cruel y cómica: ambos recibieron una notificación en sus teléfonos al mismo tiempo. La notificación más inesperada posible.

"Por favor confirme la reserva. Viaje de luna de miel: isla privada en las Maldivas."

Se miraron, completamente confundidos, antes de que la verdad los golpeara como una bofetada.

—¡¿Qué demonios es esto?! —gruñó Yahwi, mirando incrédulo la pantalla.

Caín soltó una carcajada tan genuina que incluso él, con todo su fastidio, se sintió tentado a reír también.

—¿Parece que somos... esposos? —bromeó Caín, aunque su tono sugería que no estaba seguro de si la situación era divertida o desastrosa.

Lo que había comenzado como una competencia por el corazón de un omega había terminado en un error administrativo catastrófico. Sin saber cómo, la agencia de viajes que Jooin había contratado había confundido las reservas, y ahora Yahwi y Caín estaban atrapados en un viaje de lujo... juntos. Durante las siguientes dos semanas, estarían varados en una isla privada, compartiendo una villa diseñada para recién casados. Y lo peor: si cancelaban el viaje, la penalización financiera sería suficiente para enfurecer incluso al despreocupado Caín.

—Esto es una pesadilla —murmuró Yahwi, frotándose las sienes.

—¿Pesadilla? Yo lo llamaría una aventura. —Caín le guiñó un ojo, claramente disfrutando de la incomodidad del otro.

La chispa entre ellos no era solo de rivalidad; había algo más, algo que ambos se negaban a reconocer.

Así comenzó una de las etapas más surrealistas de sus vidas: un viaje que ninguno de los dos esperaba, obligado por circunstancias absurdas a compartir espacio, tiempo y experiencias. Dos hombres opuestos, unidos por un error.

Y, tal vez, lo que comenzó como rivalidad podría transformarse en algo más profundo. Quizás, entre discusiones, malentendidos, y momentos inesperados de vulnerabilidad, descubrirían que, sin buscarlo, habían encontrado en el otro justo lo que necesitaban.

Porque a veces, el amor verdadero no llega de la forma que imaginamos... sino de la persona que menos esperamos.

 sino de la persona que menos esperamos

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Hello!

Nueva historia, quizás sea corta aún no lo sé. Y bueno, me quiero disculpar de antemano si actualizo por siglos, pues ya saben cómo es la cosa conmigo.

"Me gusta escribir y dar a conocer mis ideas."

Así que espero les guste y tengan paciencia, please!

Bye!

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⏰ Última actualización: Oct 19 ⏰

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