historia 6 🍩Un Día Tormentoso🍉

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El sonido de la lluvia golpeando el asfalto resonaba por las calles de la ciudad. Era una de esas tardes grises en las que todo parecía un poco más pesado de lo normal. Tom acababa de terminar su turno en la comisaría y no podía evitar sentirse frustrado. Había tenido un altercado con uno de sus colegas que lo había dejado de mal humor, y ahora todo lo que quería era llegar a casa, cambiarse de ropa y olvidarse del día.

Cuando llegó al apartamento que compartía con Jake, encontró la puerta entreabierta. Se extrañó, porque Jake siempre tenía la costumbre de asegurarse de cerrar bien la puerta. Al entrar, lo encontró de pie junto a la mesa, con una mirada de preocupación. Sobre la mesa, una de las macetas favoritas de Jake estaba rota, y la tierra se había desparramado por el suelo.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó Tom, con un tono más brusco de lo que había planeado. El día ya le había quitado toda la paciencia.

Jake suspiró, sin levantar la vista del desastre en el suelo.

—Lo siento... estaba tratando de mover algunas cosas para reorganizar, y se me cayó. Fue un accidente —dijo en voz baja, sintiéndose mal tanto por la maceta rota como por la actitud fría de Tom.

El ambiente se volvió tenso, cargado de incomodidad. Jake estaba visiblemente apenado, y Tom, aún arrastrando la frustración de su día, no supo cómo suavizar la situación. Ambos se quedaron en silencio, sin saber bien qué decir.

Tom terminó retirándose al cuarto para cambiarse, mientras Jake recogía los restos de la maceta con cuidado. Gabs, la gatita, se mantenía cerca, mirando la escena con sus grandes ojos inquisitivos.

Pasaron unos minutos antes de que Tom finalmente saliera del cuarto, ya más tranquilo. Al ver a Jake todavía inclinado sobre la mesa, con la mirada triste, sintió un nudo en el estómago. Se dio cuenta de que había sido injusto, de que estaba dejando que su mal humor arruinara algo que era solo un accidente.

Con una pequeña sonrisa y un poco de torpeza, Tom se acercó a Jake y le tomó la mano.

—Oye, lo siento. Hoy ha sido un día horrible para mí, pero no debí hablarte así. La maceta es solo una cosa, y no quiero que te preocupes por eso. Tú eres mucho más importante que cualquier otra cosa —murmuró Tom, entrelazando sus dedos con los de Jake.

Jake levantó la vista, sorprendido por el gesto de Tom. Al principio, no supo qué decir, pero luego sonrió con ternura. La dureza de ese momento se desvaneció poco a poco, reemplazada por un calor que solo ellos podían compartir.

—Gracias, Tom. Yo también lo siento... sé que a veces soy un poco torpe —admitió Jake, riendo suavemente, lo que hizo que Tom también soltara una risa.

—No eres torpe, eres... encantador —dijo Tom, sonriendo. Luego, sin soltar la mano de Jake, lo llevó hacia la cocina—. Ven, déjame prepararte un té. Y tal vez podamos rescatar un poco de esa planta —añadió, señalando la tierra desparramada.

Mientras Tom hervía el agua, Jake se apoyó contra la encimera, mirándolo con una expresión de gratitud. El pequeño momento de tensión había sido solo eso, un momento pasajero, y ambos sabían que lo importante era cómo lograban salir adelante juntos, incluso en esos días grises.

Tom sirvió el té y lo colocó sobre la mesa, junto a un pequeño platito con las últimas galletas que Jake había horneado esa mañana. Se sentaron juntos, con Gabs dando vueltas a su alrededor, y compartieron ese momento en silencio, disfrutando de la calidez que emanaba de la taza y de la presencia del otro.

un rato después, Tom sacó una pequeña sorpresa: una nueva maceta que había comprado unos días antes especialmente para jake, la estaba guardando para dársela en el momento indicado.

—Para que podamos plantar algo nuevo juntos —dijo, sonriendo mientras se la entregaba a Jake.

Jake lo miró, conmovido por el gesto. A veces, incluso en los días más oscuros, un pequeño detalle podía hacer que todo cambiara.

Y así, en medio de la lluvia que seguía golpeando contra la ventana, Tom y Jake encontraron un momento de paz y ternura. El día que había comenzado con frustración y tensión terminó con risas, té caliente y la promesa de seguir creciendo juntos, como las plantas que tanto amaban.






                                                                                                FIN                                         

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