Las calles de Lunaris estaban más silenciosas de lo habitual mientras Aldara avanzaba por la ciudad, con la capa bien ajustada alrededor de sus hombros. El pálido resplandor de los faroles flotantes proyectaba largas sombras sobre los adoquines, y el distante zumbido de la magia era apenas perceptible. Era tarde y la ciudad dormía—o al menos, la mayoría de ella.
Los pensamientos de Aldara se aceleraban mientras navegaba por los callejones sinuosos y los caminos oscuros, su destino apareciendo al frente como un oscuro secreto. La Cripta de los Susurros. No era un lugar del que se hablara abiertamente en Lunaris, ni siquiera entre los magos más experimentados. Para la mayoría, no era más que un mito, una fábula susurrada en voz baja. Pero esa noche era más que eso. Era su única pista.
Siempre había sabido que la Cripta existía. Los rumores sobre su poder habían circulado en el Gremio de Magos durante años, pero nadie había admitido abiertamente haberla encontrado. Ahora, con el nombre de Vaelor resurgiendo y la creciente amenaza de la magia prohibida, Aldara no podía permitirse descartarla como una mera leyenda. Si lo que Thaleos había dicho era cierto, entonces la Cripta contenía la clave para entender quién—o qué—estaba detrás de los eventos recientes.
Aldara miró hacia el cielo, las estrellas apenas visibles a través del delgado velo de nubes. No podía sacudirse la sensación de que la estaban observando, aunque no había nadie cerca. La ciudad era un ser viviente, lleno de ojos y oídos, y en el distrito superior, donde la influencia del Gremio de Magos era más fuerte, la discreción era un lujo efímero.
Su mano rozó instintivamente el mango de su daga mientras giraba por un estrecho callejón, el aire volviéndose más frío a medida que descendía a las partes bajas de la ciudad. La Cripta no estaba en el corazón de Lunaris—estaba enterrada profundamente en las catacumbas olvidadas que se extendían bajo la ciudad como las raíces de un antiguo árbol.
La entrada a las catacumbas estaba oculta, escondida en la parte antigua de la ciudad, donde los restos de la arquitectura original de Lunaris aún se mantenían en pie. Los edificios aquí se desmoronaban, sus piedras suavizadas por siglos de viento y lluvia. Era una parte de la ciudad a la que pocos se aventuraban, especialmente de noche. El Gremio no tenía razones para venir aquí, y la mayoría de los ciudadanos consideraban que era tierra maldita.
Aldara se detuvo frente a una vieja reja oxidada, el hierro retorcido y doblado, como si hubiera permanecido sin tocar durante años. Detrás de ella, un conjunto de estrechas escaleras de piedra descendía hacia la oscuridad. Esto era. La entrada a las Catacumbas de Ylith, los antiguos terrenos de enterramiento que precedían incluso la fundación de la ciudad.
Tomó una respiración profunda para calmarse antes de empujar la reja. Esta chirrió ruidosamente en el silencio, el sonido resonando a través de las calles vacías. Las escaleras estaban frías bajo sus botas y, a medida que descendía, el aire se volvía húmedo y pesado con el olor a tierra y descomposición.
Las paredes estaban cubiertas de antiguos grabados, símbolos de una época hace mucho olvidada. Aldara había estudiado muchos de ellos durante su tiempo en el Gremio, pero incluso ahora algunos de los símbolos le resultaban desconocidos. Cuanto más avanzaba, más sentía el peso de la magia que persistía en estas paredes—vieja, poderosa y olvidada por el tiempo.
Al llegar al fondo de las escaleras, alcanzó un amplio pasaje de piedra, el techo muy por encima de su cabeza, sostenido por enormes pilares tallados con las mismas runas. Antorchas parpadeaban en candelabros de hierro a lo largo de las paredes, sus llamas encantadas para arder eternamente. Esta parte de las catacumbas aún se mantenía, aunque Aldara no sabía por quién.
Se movía en silencio, con sus sentidos agudizados mientras avanzaba más en la cripta. El aire aquí era más frío, el silencio opresivo roto solo por el ocasional goteo de agua desde el techo de piedra. Mientras caminaba, su mente se desvió hacia lo que Thaleos había dicho.
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El ladrón de Hechizos Vol.1
Misterio / SuspensoEn la ciudad de Lunaris, la magia es más que una herramienta: es una moneda, una fuente de poder que define el estatus y la influencia. Aldara, que alguna vez formó parte del gremio de magos de élite, ahora trabaja como investigadora independiente d...