Haz Cambiado Todo (CupidoxSanderson) (SandersonxCupido)

Haz Cambiado Todo

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La noche caía suavemente sobre el reino de las hadas, y la luz de las estrellas brillaba con una calma inusual. La torre de Sanderson, siempre impecable, se alzaba entre la niebla de su dimensión, un monumento a la precisión y el control. Adentro, todo estaba en su lugar, cada objeto perfectamente alineado, cada espacio diseñado para maximizar la eficiencia. Excepto por un detalle: una pequeña nube flotante, esponjosa y rosa, donde Cupido descansaba con una sonrisa traviesa, su arco apoyado junto a él.

Sanderson observaba desde su escritorio, donde un conjunto de papeles mágicos y documentos flotaba a su alrededor. Trató de concentrarse en su trabajo, pero los suspiros contentos de Cupido lo distraían. La atmósfera desordenada que su presencia traía a su vida le resultaba desconcertante y, de algún modo, encantadora.

— ¿Te importaría bajar un poco la... nube? —dijo Sanderson sin apartar los ojos de sus papeles, aunque la distracción era evidente en su voz.

Cupido sonrió aún más y bajó lentamente hasta quedar a su lado. Sin decir nada, dejó que su nube desapareciera y se sentó en el borde del escritorio, moviendo con suavidad uno de los pergaminos para hacerse espacio.

— Sandy, no entiendo por qué trabajas tanto —dijo con tono juguetón—. Te ves demasiado bien cuando te relajas.

— Me llamo Sanderson. Dime así. Sandy es muy no sé, no me agrada del todo —respondió él, como siempre, pero su voz no tenía el mismo tono severo que solía usar. Había algo en la cercanía de Cupido que siempre lo desarmaba—. Y alguien tiene que mantener el orden en este caos. Si no lo hago yo, podría acabar mal. Ni quiero pensar en algo así.

Cupido rió, y la calidez de ese sonido llenó el espacio. Sanderson intentó, sin mucho éxito, mantener la concentración en los documentos frente a él. Pero finalmente, dejó escapar un suspiro y apartó los papeles a un lado.

— ¿Sabes lo que me haces? —dijo Sanderson, mirándolo a los ojos—. Nunca he sido capaz de entender cómo puedes transformar todo a tu alrededor en desorden, y aun así... todo parece encajar cuando estás cerca.

Cupido ladeó la cabeza, sus ojos llenos de ese brillo contento pero con una suavidad inesperada.

— Oh, Sandy... ¿Es eso una especie de cumplido tuyo? —le preguntó con una sonrisa.

— Es... una observación —respondió Sanderson, aunque una leve sonrisa, rara y delicada, apareció en su rostro.

Cupido se inclinó hacia él, sus manos tocando suavemente los hombros de Sanderson. A lo largo de los meses, había aprendido a descifrar cada pequeño gesto de su pareja: la tensión en sus palabras, la manera en que su mirada se suavizaba cuando estaban solos. Para todos los demás, Sanderson era un ser frío, calculador, dedicado solo a mantener el equilibrio entre el caos de las hadas. Pero para Cupido, él era algo mucho más profundo, mucho más vulnerable.

— Tú, con tu mundo perfectamente organizado —susurró Cupido, acariciando con un dedo la mandíbula de Sanderson—. Y yo, con mi caos desbordante. ¿No te parece que somos la pareja más extraña de todas?

Sanderson tomó suavemente la mano de Cupido, dejando que sus dedos se entrelazaran.

— Tal vez sea extraño para otros —dijo en voz baja, su mirada fijada en la de Cupido—, pero para mí... eres la única excepción que acepto en este mundo de reglas.

Cupido sonrió, pero esta vez no fue la sonrisa traviesa de siempre, sino algo más sincero, algo más profundo. En ese momento, dejó de lado la broma y el coqueteo para simplemente disfrutar de la intimidad compartida.

— Nunca quise seguir las reglas, ya lo sabes —susurró, inclinándose aún más cerca—. Pero por ti... rompería cada una de ellas.

Sanderson, normalmente tan rígido, se permitió por un instante dejarse llevar por el momento. Cerró los ojos y dejó que el cálido contacto de Cupido lo envolviera, el caos que tanto temía ahora era la única paz que necesitaba.

— No necesitas romper nada —dijo Sanderson con suavidad—. Ya has cambiado todo.

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Digo Sorry, pues muchos Me han Seguido por el Contenido de Sanderson y Cupido.
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