Capítulo 8

24 2 0
                                    

Cuando llegamos al castillo, me encontraba con Ayca Hatun, quien estaba peinando mi cabello con esmero, preparándome para la cena que tendríamos junto a Osman Bey y Bala Hatun. La celebración por la derrota de Tajeddin se avecinaba, y aunque en el aire se respiraba una sensación de triunfo, no podía evitar pensar en todo lo que había sucedido en mi ausencia.

—Osman Bey jugó un papel importante en esto —dije, tratando de aligerar la conversación mientras mis pensamientos volvían a los eventos recientes.

—Sí —respondió Ayca Hatun, con una sonrisa de aprobación—. Tanto sus hombres como sus mujeres son muy valientes, especialmente lo que hicieron durante tu ausencia. Su ayuda fue invaluable. —Hizo una pausa, pasando suavemente el peine por mi cabello, mientras su mirada se tornaba más seria—. Sin ellos, las cosas habrían sido muy diferentes.

—Bueno, Orhan Bey... lo vi por primera vez contigo cuando fueron al campamento de Tajeddin. Él ayudó mucho, ¿verdad? —pregunté, intentando disimular el leve nerviosismo que sentía al mencionar su nombre.

—Afortunadamente, es un hombre benevolente y justo —respondió Ayca Hatun con una sonrisa tranquila, pero observando mi expresión con atención mientras continuaba arreglando mi cabello.

—También es muy valiente —agregué casi por instinto, recordando con claridad el momento en que peleamos juntos. La intensidad de esos momentos me hizo sentir una extraña mezcla de admiración y gratitud hacia él. Sus habilidades en combate, su determinación y la calma que mantenía incluso en los momentos más críticos eran innegables.

Ayca notó mi prolongado silencio, y al percatarme de su mirada fija sobre mí, me levanté de mi puesto con rapidez, tratando de disimular mis pensamientos. Tomé el tocado que estaba sobre la mesa y lo coloqué sobre mi cabello, cubriéndolo cuidadosamente.

—Lo es, MashAllah —dije, tratando de mantener la conversación ligera, aunque mi mente seguía distraída

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Lo es, MashAllah —dije, tratando de mantener la conversación ligera, aunque mi mente seguía distraída. Pero antes de que pudiera decir algo más, Ayca continuó, su tono algo más suave—. Que Allah le ayude... La mujer que él ama es la hija de un Tekfur. La vi, y sí, es realmente hermosa.

Al escuchar esas palabras de Ayca, sentí como si algo pesado cayera en mi estómago. Mi mano se congeló sobre el tocado, y un extraño silencio se apoderó de la habitación por unos instantes. No esperaba escuchar eso. No sabía que Orhan estaba comprometido de alguna manera, mucho menos con alguien tan poderosa como la hija de un Tekfur, los enemigos de nuestro pueblo.

—¿Holofira? —pregunté, esforzándome por fingir que la noticia no me afectaba, aunque en mi interior sentía una tormenta emocional. Algo en mí, que antes estaba tranquilo, ahora se agitaba con fuerza, como si una parte de mi corazón hubiera sido tocada sin previo aviso.

—Sí, se llama Holofira. ¿Cómo lo supiste? —respondió Ayca Hatun, mirándome con curiosidad.

—Solo lo escuché en alguna parte... —mentí, tratando de no revelar mi creciente inquietud. Evité su mirada mientras ajustaba el tocado en mi cabello, pero mis manos temblaban levemente.

Entre el deber y el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora