Amor verdadero

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La respiración se le aceleró, su nombre resonaba en sus oídos. Intentó abrir los ojos con todas sus fuerzas, pero un peso invisible se lo impedía. Y entonces, claro y conciso: 'A la cuenta de tres debes despertar, Hange. Uno, dos, tres...' La voz del doctor River la sacó abruptamente de aquel profundo sueño. Al abrir los ojos, Hange se encontró aún en el consultorio, rodeada por la cálida luz. Recordó la hipnosis, su propia petición para desentrañar el misterio de aquellos sueños recurrentes que la atormentaban desde hacía tres meses. Necesitaba saber qué había ocurrido en esa vida pasada.

— Bien ¿Cómo te sientes Hange?

— Confundida, yo no sé...

— Eso es entendible, no te preocupes. Ahora hablemos de todo lo que viste.

— Nosotros... El padre y yo... No se que nos pasó. Todo se puso extraño.

Hange se aferró a los brazos de la silla, los nudillos blancos por la tensión.   — He visto mi final, doctor. Una imagen tan vívida que me persigue en cada sueño. Es como si estuviera mirando una película de mi propia muerte, y no puedo hacer nada para cambiarlo. — Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—  Hange — El doctor le ofreció unos pañuelos —  es normal sentirse de esa manera, más aún cuando vemos nuestra propia muerte, pero debes confiar que ahora no es la misma vida y que todo es distinto.

— Lo sé, pero él murió y no olvidó el dolor en sus ojos. Yo solo quiero encontrar una solución, para no soñar más. No entiendo porque a mis 45 años, casada y con hijos... Sueño sobre esa vida pasada.

—  A veces quedan cosas pendientes, promesas que no cumplieron. Algo que debes entender. Solo tú puedes descubrirlo ¿Cómo murieron?

— De acuerdo debo averiguarlo. Nosotros matamos a ese sujeto, mi esposo en esa vida... Levi me rescató y empezamos a huir, queríamos llegar al barco, pero nos atraparon.  Hicieron un juicio y nos declararon culpables de herejía. — Se le quebró la voz y las lágrimas caían por sus mejillas — Levi me miro por última vez y me dijo que me amaba mas que a todo en la vida... Que su espíritu era mío, solo mío. Tenía los ojos tristes... Nos quemaron. Yo no quiero perder a Levi...

— Hange,  no vas a perder a Levi, ustedes están juntos y nada malo les va a suceder. Tienes miedo de perderlo, por tus sueños, pero debes aceptar que la muerte es parte de la vida.

— No solo es eso, siento que fue mi culpa que Levi muriera. Yo no era la típica mujer cristiana y por eso me condenaron.

— Son sentimienros de culpa, pero Hange no fue tu culpa, Levi escogió estar contigo, eran adultos ¿Te sientes culpable, hiciste algo malo a Levi ahora?

— No...a veces no limpio y desordeno sus cosas. Pero nos llevamos bien, muy bien. Solo quiero estar tranquila mientras duermo Doc.

Hange terminó su sesión de hipnosis, para regresar a su casa. Al llegar encontró su comida en el refrigerador, al parecer estaba sola en casa. Levi seguro estaba en el trabajo y sus hijos tenían un compromiso social. Se recostó  en la cama, esperando a que Levi llegará, necesitaba hablar con él. Al cabo de unas horas se quedó dormida. Las pesadillas empezaron, ella en la hoguera, sintiendo como se quemaba, empezó a gritar ayuda entre sueños. Cuando unas manos cálidas se posaron en sus mejillas.

— Hange... Cuatro ojos despierta...

No hubo respuesta, pero la respiración de Hange se normalizó, abrió sus ojos lentamente, para encontrarse con la mirada de Levi.

— Levi, hola

— ¿Cómo estás? ¿Qué tal la sesión con tu loquero?

— Bien, descubrí cosas nuevas, pero sigo teniendo las pesadillas.

EL PADRE ACKERMAN Y LA SEÑORITA ZOËDonde viven las historias. Descúbrelo ahora