Mini historias TomJake 🍉🍩

historia 8 🍩Una tarde en la pastelería🍉

El aroma a vainilla y canela invadía la pastelería de Miriam, donde Jake trabajaba. Los rayos del sol se colaban por la ventana, iluminando la figura de Jake mientras decoraba un pastel. Su expresión estaba concentrada, y su cabello caía desordenado sobre su frente. Estaba tan metido en su trabajo que no notó cuando la puerta se abrió, haciendo sonar la campanita.

—Hola, pastelero —dijo Tom con una sonrisa, apoyándose en el mostrador.

Jake levantó la mirada y sonrió al verlo, aunque rápidamente su expresión se tornó un poco burlona.

—¿Qué hace por aquí el gran policía? ¿No deberías estar atrapando a algún ladrón?

Tom se encogió de hombros y se acercó a él, cruzando el mostrador sin preocuparse por las miradas curiosas de los otros clientes. Era un día tranquilo, y la mayoría de las mesas estaban vacías.

—Terminé mi turno hace un rato y pensé que podríamos cenar juntos. ¿Qué dices? —preguntó Tom, acercándose un poco más. Sus ojos azules se clavaron en los de Jake, buscando una respuesta.

Jake se rió suavemente, pero sintió un pequeño nudo en el estómago al notar la intensidad de la mirada de Tom. Intentó disimular su nerviosismo.

—Mmm, no sé. Tal vez tengo planes con alguien más —respondió Jake, como siempre, tratando de provocarlo. Pero antes de que pudiera dar otro paso, Tom lo tomó por la muñeca, haciéndolo girar para quedar frente a él.

—¿Planes con quién? ¿Con Hunter? —La voz de Tom sonó más baja, casi ronca, y su agarre se volvió un poco más firme.

Jake frunció el ceño, confundido por la mención de su amigo. Se había dado cuenta de que Tom no le caía muy bien, pero nunca entendió por qué.

—¿Otra vez con eso? Hunter tiene novia, Tom. Y yo... bueno, yo ya tengo a alguien que me interesa más. —Jake lo miró fijamente, intentando transmitir algo con sus ojos que las palabras no alcanzaban a decir.

Por un momento, la pastelería pareció quedarse en silencio. Los sonidos del tráfico y de la campanita de la puerta se desvanecieron mientras Tom lo soltaba, pero no retrocedió ni un paso.

—¿Quién es ese alguien? —insistió Tom, aunque esta vez su voz fue más suave, casi un susurro. Parecía que el miedo y la esperanza se mezclaban en su rostro.

Jake soltó un suspiro y, rompiendo la distancia, se inclinó un poco hacia él. Sus labios rozaron la mejilla de Tom antes de acercarse a su oído.

—Eres un poco lento para entender, Tom —murmuró, su tono más tierno de lo que había usado nunca. Luego, sin esperar respuesta, dejó un beso suave en la comisura de los labios de Tom, apenas un roce, pero suficiente para que sus corazones se aceleraran.

Tom lo miró con los ojos muy abiertos, y una sonrisa torpe se dibujó en su rostro. Sin embargo, su mano encontró la de Jake y la apretó con fuerza, como si temiera que aquello fuera un sueño que pudiera desvanecerse.

—Entonces, ¿eso significa que cenaremos juntos? —preguntó Tom con una risa nerviosa, pero los dos sabían que la pregunta iba mucho más allá de una simple cena.

Jake asintió y, con una sonrisa traviesa, jaló a Tom hacia la salida de la pastelería, dejando atrás la cálida luz de la tarde y llevándose con él el aroma dulce de los pasteles. Afuera, el aire fresco de la noche comenzaba a caer sobre la ciudad, y con ella, el comienzo de algo que ambos habían esperado por mucho tiempo.

Y mientras caminaban juntos, con sus manos entrelazadas, Tom supo que Jake era el refugio que había buscado sin darse cuenta. Jake, por su parte, sentía que la ternura de Tom era el ingrediente secreto que le había faltado en su vida. En ese momento, no importaba qué les esperaba al día siguiente; por ahora, solo estaban ellos dos, juntos.

                                                                                  FIN