╏𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 28 ⊰⁠⊹ฺ

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Maldito celo

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Maldito celo. Orm lo maldice tanto, porque Lingling la ve con un gesto de preocupación, como si fuera un cachorro abandonado. Sudó, acercándose a ella, tragando saliva. Entrecerró sus ojos.

Relamió sus labios.

―Lingling, puedes hacerlo ―las gotas de sudor que recorrían toda la extensión de su cuello y mandíbula, Orm se acercó, oliendo, restregándose en la mano de su alfa. Sólo vio cómo la otra cerraba sus ojos y llevaba otra mano a su nariz, negando.

―N-no lo haremos mientras estés en tu celo, puede que esto no sea ni una pizca de lo que realmente quieres, N'Orm, por favor, deja que venga Aom y te lleve a su casa...

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Orm solo abrazó la sudadera que su alfa le dejó, antes de besarla e irse a encerrar a su casa por tres días, ella. Porque según olió, y sintió, Lingling había entrado, por ella. Por su culpa.

La castaña sólo se abrazó a sí misma, viendo a la hermana de la pelinegra. Ésta quiso hablar con una sonrisa, pero una mujer la vió con el ceño fruncido. Se acercó a ella, viéndola, juzgándola con ese gesto de desaprobación.

Casi de asco.

La castaña hace tiempo que no recibía una mirada así, exactamente desde que se escapó de la casa de la tortura donde vivía con su tío. Una mirada que la hacía temblar y bajar la mirada de una forma... con temor.

La mujer se acercó a ella, y tomó su muñeca. La jaló.

―¿Por qué no puedes complacerla? El celo es para que puedan tener hijos y que tu objetivo principal sea el complacerla, el hacerle saber que eres su omega y que deje toda su semilla en ti... pensé que eras buena, pero eres una omega... medio inútil-

―Mamá, eso es grosero y feo, no digas esas cosas -Aom se metió, tratando de empujar levemente a su madre de la pequeña omega que comenzó a quejarse, tratando de escapar del agarre.

Un intento nulo que sólo la hizo comenzar a chillar, pero también desprender feromonas. Frunció su ceño, viendo a la mujer canosa que se volvió a quejar.

―¡Pero es que mírala! Prefirió estar aquí que complacer a su alfa, que se supone que todos los omegas deben hacer, a este paso no me sorprendería que Lingling busque consuelo en alguien más...

―¡No es cierto, ella no haría eso! ―la mujer la volvió a jalar y paró, al ver las cicatrices que rodeaban y decoraban sus brazos.

Un sentimiento de humillación entró en ella, un sentimiento de humillación que la hizo sentir inútil. El esfuerzo que había puesto en ella misma, cómo trataba de verse al espejo sin llorar al ver las cicatrices y sólo sonreír, pensando en la forma en la que Lingling la veía, abrazaba, besaba. Labios que tal vez buscaban consuelo en otro lugar, porque ella, la omega inútil que era, no se lo podía dar.

⋋⁠✿⁠ 𝙒𝙝𝙚𝙣 𝙩𝙝𝙞𝙨 𝙧𝙖𝙞𝙣 𝙨𝙩𝙤𝙥𝙨 ⁠✿⁠⋌   [LingOrm] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora