Mansión Dostoievski
-¿Otra vez?- inquirió el varón, con ese habitual gesto de indiferente al conseguir a la fémina nuevamente besando la madera del piso.
¿La razón?
Otro repentino desmayo de su parte.
Con la diferencia de que esta vez el mayor no cargaba con ninguna culpa, claro que no, le había llevado sus tres comidas, como correspondía. Por eso conseguía entender lo que sucedía, ella debería estar bien. mas se había desvanecido ahí por segunda vez, sin motivo aparente.
Se aburrió de aquel drama a tal punto en que ni siquiera se molestó en mantener apariencias de alguna forma, ser amable en esa situación era un fastidio, al ser la tercera vez que le sucedía.
Simplemente caminó hasta ella y la movió ligeramente, esperando una respuesta que jamás llegó. Su rostro, más pálido de lo usual, no mostraba ni la más mínima reacción.
Nuevamente tuvo que recurrir al viejo truco del alcohol para despertarla, cosa que funcionó a la perfección, y de inmediato tuvo a la niña en la realidad otra vez.
-No hablas ni sales ¿No te aburres de esto?- le preguntó a sabiendas de que ella no iba a responder más que esa usual expresión amargada, y como si se tratase de un gato, la tomó por la parte trasera de el cuello del camisón, y sin ninguna delicadeza, la alzó para ponerla de pie, por suerte no le había lastimado de ningún modo.
Hace poco había empezado a hacer eso, se acercaba a ella de lo mas normal y empezaba a hablarle sin parar de cualquier cosa, aun si ella no respondía a nada él seguía tratando de sacarle conversación.
-es de muy mala educación no responder a una pregunta- le dijo distraído ayudándole a acomodar su camisón, con una precisión impresionante, pues no tocaba su piel en ningún momento mientras lo hacía.
Ella se dejaba ayudar sin objeciones, ya menos tímida aunque con cierta desconfianza que se reflejaba en su cara de pocos amigos, solo se alejaba de vez en cuando al sentirlo muy cerca, cosa que le dificultaba al mayor cumplir con su tarea, a la par ignoraba cada palabra que le dirigía, en su cabeza solo se reproducía el recuerdo de una vieja canción que había escuchado de niña.
-no te muevas- parecía más un padrastro novato con la hija retraída de su esposa, por mucho que lo intentase ella no decía ni pío, ni un suspiro al menos. -compre unos dulces hoy, te traeré alguno- avisó luego de su habitual espera por una respuesta.
Salio del sitio entonces, y la pequeña estuvo a solas una vez más, Estar ahí le parecía muy aburrido, Pero al mismo tiempo le brindaba confort. Dentro de esas cuatro paredes nadie podía verla, no podían hacerle ningún daño.
No era muy distinto a su antiguo hogar, nuestra linda princesa permanecía confinada en una lujosa alcoba, recibiendo pocas visitas. Su madre venía de una adinerada familia, muy conocida además, pero se casó con un espadachín japonés que no tenía trabajo, Pero era reconocido por su exelente desempeño con el manejo de la katana. Su madre era quien trabajaba, y aunque sus ingresos no eran demasiados vivían bien, al menos tenían feliz a su pequeña. Mas cuando la enfermedad alcanzó a su madre, trajo consigo una terrible crisis para la pequeña familia, pues él padre por sí solo no podía mantenerlas a todas. Entonces Claudia se hizo presente, ella no dudó en asumir la responsabilidad de su querida prima, cosa que él varón agradeció mucho en su momento, pues sabía que su esposa venía de muy buena familia. Si su hija recibía el apoyo de aquellas personas, tendría muchas más oportunidades que viviendo con él...
Claudia se volvió la tutora legal de la niña, y a su vez empezó a cuidar de la madre de esta. Pero sabía que no podía hacerse cargo de todo, por ello se puso de acuerdo con su Cuñada, Bianca Benedetti, para que ella se encargase de acogerla en su hogar de niñas sin padres. El cual era reconocido por el la excelente calidad de vida y la riquísima educación que les proporcionaban a las infantes.
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Minnie's (Fiodor Dostoievski)
FanfictionMinnie es amor, Minnie es ternura, Minnie no se queja ni se enoja, Minnie no carga culpas Porque todo lo ha olvidado...