Mansión Dostoievski
—Buenas noches— le deseo el ruso antes de salir de la alcoba cargando en sus manos la bandeja con los trastes, producto de una linda cena compartida en la alcoba de la pelinegra, como ahora era costumbre.
La misma eligió no usar palabras, en su lugar asintió con calma, extrañamente en una discreta señal de respeto (que no le tenía, Pero era una niña muy educadita). Él la dejó a solas nuevamente, ya estaba empezando a acostumbrarse a esa vida, sin emoción ni estimulación.
Respiró profundamente cuando se atrevió por fin a abrir las cortinas y ver el brillo de la ciudad a través de su ventana. Con cuidado y paciencia tomó asiento en el marco de esta misma, sin abrirla, solo mirando por el cristal con gran alegría preguntándose cuántos años habrían transcurrido desde la última vez que salió al mundo.
Sin poder pensarlo demasiado acabó por caer dormida en ese mismo sitio sin ninguna preocupación. Despertó al sentir el amanecer acercarse, aseandose con rapidez para volver a su sitio, pues deseaba ver más y más, cada detalle del paisaje, un hermoso panorama, como ningún otro en el mundo.
Blanco, verde, azul, dorado, en cada pequeño detalle escurriendo se podían ver bellos colores que desearía ser capaz de tocar con sus manos infantiles.
Fiodor entró en ese momento al lugar cargando el desayuno en una bandeja, como todos los días iba para darle su desayuno, intentando por lo mas sagrado acercarse, llevarse bien y tratar de no hacer la vida insoportable, pues bien sabemos que ellos no tienen en sus corazones ni el más mínimo deseo de acercarse.
La gran diferencia entre ambos era que Fiodor era un actor de primera y Ella no disimulaba ni un poco su desdén.
—ven, siéntate— dijo amablemente y ella obedeció sin chistar, mirándole de manera hostil. —compre helado, te va a encantar— posó el envase en medio de los dos para abrirlo con tranquilidad, ella se emocionó al instante, dejando su mala cara, tanto que no podía quedarse quieta por más que quisiera, eso le causaba diversión al mayor, pero de la misma forma mantenía un semblante calmado.
—abre— le indicó con diversión acercando la cuchara para darle de comer en la boca, ella quito su sonrisa ofendida por tal atención, no le agradó que quisiera tratarla como a una niña, que grosería de su parte.
Él mayor se mantuvo neutral secretamente divertido por toda la situación, ella tenía sus cejas abajo, molesta, le quitó el cubierto de un manoton para comer por su cuenta. Así pasaban sus días, a su propio paso habían logrado acercarse un poco, sutil, sereno, Pero altamente importante.
Era un hecho que la niña era muy retraída en cuanto a relaciones sociales, acostumbrada al trato de sus primas y criadas, no tenía que esforzarse con ellas, pero Él era diferente, era un hombre desconocido, y aunque había durado un mes sin decir ni una palabra, por lo menos ahora se permitía sonreír en su presencia, se asomaba todas las mañanas por la ventana para apreciar aquel lejano paisaje que tanto la llenaba de paz, de la misma forma la inundaba la nostalgia al recordar sus años más tiernos.
Aquellos dulces días en el porche de su casa, el frío viento que atravesaba aquellas ropas tan sencillas que siempre portaba, la niebla que llenaba las calles cada madrugada, le dificultaba siempre el distinguir los detalles que en ese momento desearía haber consevado mejor. En una silla de madera, mirando el amanecer, su querido padre, siempre tranquilo y amable, le permitía sentarse en sus piernas mientras él tomaba su café, acariciaba sus negros cabellos, idénticos a los del mayor.
Él rocío mañanero, los vecinos, el perro, la escuela.
Días que desearía poder recordar mejor, que desearía haber disfrutado más, mucho más, y días que jamás volverán.
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Minnie's (Fiodor Dostoievski)
FanficMinnie es amor, Minnie es ternura, Minnie no se queja ni se enoja, Minnie no carga culpas Porque todo lo ha olvidado...