Capítulo 44: Una decisión valiente

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Pov.



El ambiente en la escuela era agobiante, y cada día que pasaba, la tensión entre Alaya y Kiara se hacía más palpable. Había pasado un mes desde que Alaya había comenzado a sentir que algo había cambiado entre ellas, y cada vez era más evidente que su amistad ya no era lo que solía ser. La risa compartida y los secretos ya no existían; en su lugar, había un silencio incómodo y palabras no dichas que pesaban sobre Alaya como una losa.

Decidida a poner fin a esta incertidumbre, Alaya se pasó las últimas semanas reflexionando sobre su relación con Kiara. Sabía que debía confrontarla, que tenía que ser clara sobre sus sentimientos. Había llegado el momento de ponerle fin a las dudas y las inseguridades. No quería seguir viviendo en una amistad que la hacía sentir menospreciada y desvalorizada.

Finalmente, el día llegó. Alaya se sentó en un banco del patio, esperando a Kiara, quien solía llegar a esa hora. Su corazón latía con fuerza; cada latido era un recordatorio de la decisión que había tomado. Había pensado en esto durante mucho tiempo, y aunque estaba nerviosa, se sentía empoderada.

Cuando Kiara apareció, Alaya respiró hondo y se preparó para hablar.

—Kiara, necesitamos hablar —dijo, su voz firme aunque temblorosa.

Kiara se detuvo, su expresión cambiando de despreocupada a seria al notar la intensidad en la mirada de Alaya.

—¿De qué se trata? —preguntó, con un ligero atisbo de preocupación.

Alaya se sentó erguida, tratando de mostrar confianza, y continuó:

—He estado pensando mucho en nuestra amistad. Durante este último mes, he sentido que algo ha cambiado entre nosotras. Ya no me siento cómoda en esta relación, y creo que lo mejor para ambas es que terminemos de ser más que amigas. Solo seremos compañeras de clase y amigas, nada más —las palabras salieron de su boca con una mezcla de alivio y tristeza.

Kiara frunció el ceño, como si no pudiera entender lo que Alaya estaba diciendo.

—¿Estás bromeando? No creo que debas tomar esta decisión tan a la ligera —dijo, cruzando los brazos en un gesto defensivo.

Alaya sintió una oleada de rabia, pero la contuvo. No era el momento de dejarse llevar por las emociones.

—No estoy bromeando. He estado dándole vueltas a esto todo el mes, y he llegado a la conclusión de que ya no me siento valorada en esta amistad. Necesito encontrar la paz, y creo que separarnos es lo mejor —respondió Alaya, sintiendo cómo su determinación se mantenía firme.

Kiara parecía confundida y algo frustrada. No entendía por qué Alaya había llegado a este punto.

—Pero siempre hemos sido amigas, ¿por qué ahora? ¿Es por Frida? Sabes que no significan nada para mí —dijo Kiara, tratando de justificar su comportamiento.

Alaya sintió que su corazón se hundía. Ya no era solo una cuestión de Frida o de otras personas; era algo más profundo que eso.

—No se trata solo de eso, Kiara. Se trata de cómo me he sentido durante mucho tiempo. Como si no importara. Necesito un espacio para descubrir quién soy sin la presión de ser tu amiga o de sentir que tengo que demostrarme a mí misma —dijo Alaya, su voz temblando un poco, pero decidida.

Kiara pareció morderse el labio, claramente molesta. Sin embargo, Alaya estaba decidida a seguir adelante con su decisión.

—Esto no significa que no aprecie los buenos momentos que hemos tenido, pero creo que es hora de que ambas sigamos caminos diferentes. Quiero que sepas que espero que encuentres lo que necesitas, pero necesito este tiempo para mí —finalizó Alaya, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.

Kiara la miró, y Alaya vio un destello de comprensión en sus ojos, pero también una herida.

—Si eso es lo que quieres, no puedo hacer nada al respecto. Solo espero que no te arrepientas —dijo Kiara, su tono más suave ahora.

Alaya asintió, sintiendo una mezcla de tristeza y alivio. Era doloroso cerrar ese capítulo, pero sabía que era necesario.

—Kiara, quiero que sepas algo más. Desde que comenzó esta relación, he luchado con mi ansiedad. Tus comentarios y tu indiferencia, a menudo, me han hecho sentir menos. Esta amistad que teníamos, en lugar de apoyarme, me ha hecho sentir más insegura. Gracias a todo esto, he dejado de confiar en mí misma. Y no puedo seguir así —dijo Alaya, con lágrimas en los ojos, sintiendo que estaba liberando una carga que había llevado durante demasiado tiempo.

Kiara frunció el ceño, pero Alaya continuó, decidida a expresar lo que sentía.

—Me doy cuenta de que necesitaba más de lo que esta amistad me daba. Quiero ser libre, Kiara. Quiero poder ser feliz sin depender de ti para sentirme valiosa. Ya no puedo soportar esta presión constante —cada palabra parecía un peso que se levantaba de sus hombros.

Kiara, aunque sorprendida, no sabía cómo reaccionar. Su expresión era una mezcla de confusión y enojo, pero Alaya no se detuvo.

—No quiero que esto termine en malos términos. Quiero que entiendas que no te culpo del todo. Es solo que nuestra amistad ha cambiado y no me hace bien. Es tiempo de que ambas sigamos adelante —dijo Alaya, con el corazón palpitante y el pecho lleno de emociones.

La tensión entre ambas se podía cortar con un cuchillo. Alaya sintió que el aire se volvía pesado, pero también se dio cuenta de que había liberado una verdad que necesitaba salir. Era un paso hacia su propia sanación, hacia la paz que tanto anhelaba.

—Quizás deberías pensar en esto más detenidamente —dijo Kiara, su tono un poco más bajo, pero aún defensivo.

Alaya sintió que sus fuerzas se renovaban. Había llegado hasta allí, y no iba a dar marcha atrás.

—No hay más que pensar. Ya he tomado mi decisión. Solo espero que encuentres lo que buscas, Kiara. Quiero que seas feliz, pero ya no puedo ser parte de tu vida de esta manera —dijo Alaya, sintiendo que cada palabra la acercaba más a la libertad.

Con eso, se dio la vuelta y comenzó a alejarse, sintiendo el peso que se levantaba de sus hombros. Había tomado una decisión valiente, y aunque el futuro era incierto, sabía que estaba dando un paso importante hacia su bienestar. Mientras se alejaba, se sintió más ligera, como si el aire fresco del patio pudiera finalmente entrar en su corazón.

Alaya sabía que el camino por delante no sería fácil, pero se sentía decidida a enfrentarlo. Tenía un nuevo objetivo: aprender a amarse a sí misma y descubrir quién era sin la carga de una amistad que ya no la nutría. Era el comienzo de una nueva etapa, una en la que finalmente podría buscar su paz y su felicidad, y eso era lo único que realmente importaba.















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