Cuando sus tan ansiadas vacaciones llegaron, y Matth𝖾w hizo la invitación general a todos sobre acompañarlo a Canadá con su familia, el qué menos lo tuvo que pensar fue Taerae. Y a final de cuentas, aunque todo el grupo quisiera hacerlo, el viaje terminó siendo de ambos solamente.
Lo cual para nada era un problema para Taerae, consideraba a Matt su mejor amigo y su alma gemela, así que tener la oportunidad de conocer el lugar donde nació y creció su tonto amigo, era emocionante. Y durante los primeros días realmente lo fue, pasar tiempo con los Seok y que Matthew aprovechará para mostrarle todo Vancouver, desde las zonas más turísticas hasta el lado más escondido de la ciudad.
Sin embargo, Matthew de regreso en su tierra significaba que, en algún momento iba a encontrarse o querer encontrarse con sus antiguas amistades, y probablemente arrastrar a Taerae junto con él. Lo cuál como extrovertido no sería problema alguno, pero como extranjero con poco dominio del inglés, lo hacía solo orbitar al lado de Matt.
Y fue así como ambos terminaron en aquella fiesta, bastante privada por razones obvias, pero a fin de cuentas, una fiesta.
Una fiesta con alcohol y cigarrillos
“Perdón por esto, se que parece que son demasiado, pero son buena compañía” Matt le dio una mirada apenada a Taerae, mientras abría su segunda cerveza de la noche, con ambos sentados en el sofá de aquel elegante departamento en el centro de la ciudad
“Si un par de cervezas me espantaran, Seok, le tendría miedo a Hao y a Jiwoong todos los viernes” Su sarcasmo salió a relucir, sin dejar esa sonrisa cálida, mientras que abría su primera lata de la noche, con una sola mano, maravillando a Matt como siempre
“En algún momento deberías enseñarme a hacer eso” El canadiense dijo, aún embobado en los brazos del contrario, quien solo atino a sonrojarse, recordando exactamente a qué momento se refería.
La noche siguió su curso, y aunque abandonaron su pequeño lugar en el sofá, más que nada para bailar un poco y sobretodo mientras Matt lo presentaba con algunos de sus amigos, casi al final de la velada, cuando todo el mundo comenzaba a irse, volvieron.
Solo quedaban, en palabras de Matt, las personas más cercanas a él, aquellos que lo vieron en sus peores momentos. Quienes obviamente eran el mismo desastre qué Matt
Y lo comprobó, cuando de una pequeña pero elegante cajita sacaron varios papeles bastante finos y unas extrañas hierbas qué parecían especias.
Sus ojos se abrieron con sorpresa al reconocer lo que era, y se sorprendió aún más cuando vio un par de manos conocidas acercándose a la mesa.
Volteó a ver al dueño de aquellas manos, que en esos momentos intentaban formar un porro, solo para encontrar una sonrisa incómoda y avergonzada en el rostro de su mejor amigo.
No hubo palabras, realmente no había nada que decir.
Taerae solo pudo observar, entre extrañado y fascinado, como el castaño mojaba el papel con su lengua, para sellarlo, y posteriormente lo acercaba a sus labios, aceptando el encendedor de uno de sus amigos
Una calada
Dos
Tres
Cada una tan larga como la otra, cada una hipnotizando al coreano al ver como los hilos de humo escapaban de la boca de Matt.
Tentador
“¿Quieres intentarlo?” El porro se posicionó frente a su rostro, sacando a Taerae de su ensoñación, solo para darse cuenta que definitivamente había pasado demasiado tiempo viendo los labios de Matt.
Atino a asentir, y con su mano algo temblorosa por los nervios, tomó el pequeño cilindro entre sus manos, acercándolo a su boca y dando una larga y fuerte calada.
Lo cual fue, en esencia, una decisión estúpida. Sintió sus pulmones arder y no pudo evitar toser con violencia, con sus ojos llenándose de lágrimas.
Matthew dio un par de palmadas en su espalda mientras intentaba no burlarse
“No creó que sea para ti Rae, pero te doy puntos por el intento” En un movimiento bastante osado de su parte, probablemente producto de que la sensación de relajación comenzaba a golpearlo, Matth𝖾w tomó la muñeca de la mano de Taerae qué aún sostenía el porro y la acercó a su boca, dando otra calada, no sin guiñar un ojo a su rubio amigo
Taerae simplemente no entendió el porqué, pero las palabras de Matthew le dieron justo en su ego competitivo qué no le permitía rendirse.
O tal vez solo fue la manera más estúpida qué encontró para corresponder su extraño coqueteo, porque si, el enano idiota le gustaba demasiado
O tal vez solo era estúpido y lo poco que se quedo en su sistema le estaba haciendo efecto
Solo sabía que estaba demasiado cerca del espacio personal de su mejor amigo, y que probablemente esté era capaz de sentir su pulso acelerado, puesto que aún sostenía su muñeca.
“Creo que mejor, deberías enseñarme a hacer eso” Las palabras, aunque fueron más un susurro, tuvieron un efecto qué ni en sus sueños más extraños pudo predecir.
Porque si, estaba coqueteando con su mejor amigo, pero esperaba que el muy idiota solo le ayudara a fumar correctamente.
Definitivamente no esperaba que el canadiense tomará otra calada, soltando su mano para quitarle el porro y dejarlo con cuidado sobre la mesa, y mucho menos esperaba que el contrario lo tomará por las mejillas, juntando sus labios con un poco de torpeza.
El asombro fue suficiente para que separara sus labios, haciendo qué Matth𝖾w pudiese pasar el humo de una boca a otra, permitiéndose dejar qué su lengua se introdujera un poco al final del extraño beso.
“Ahora, sostén un poco el humo, deja que llene tus pulmones lentamente y suéltalo” La sonrisa de autosuficiencia de Matthew podría verse desde la otra esquina de la habitación, por poco olvidando qué estaban frente a sus amigos, o ciertamente importandole casi nada.
Así como a Taerae le importó mucho menos estar rodeado de extraños qué no hablaban su idioma, estar en un país diferente, en un ambiente diferente y mucho menos le importó el maldito cigarro consumiéndose solo ahí sobre la mesa.
No, no le importó ninguno de esos detalles cuando jaló a Matthew del cuello de su camisa, uniendo sus labios otra vez, sin humo de por medio, solo ellos dos.
Y así fue por el resto de la noche, una y otra vez.
A veces con el humo entre sus labios, otras veces simplemente porque sí, pero siempre con esa pequeña chispa entre ellos.
Y así fue también el resto del viaje, sin humo de por medio
Y así fue su regreso a Corea, y para ninguno de los miembros fue sorpresa.
De hecho, si le preguntas a algunos, fue casi un alivió